Estamos hartos de verlos en el día a día, especialmente en la clase política. Los reproches explícitos cuentan más en los discursos y réplicas de Sus Señorías que las propuestas de sus programas. Esta escalada de reproches, reunida bajo el mantra 'Y tú más', no nos resulta ajena. La queja velada o el conflicto que no cesa riega todas las relaciones personales, de la pareja al jefe, pasando por familiares, amigos y compañeros de trabajo.¿Por qué nos engancha echarnos en cara lo que pudo haber sido y no fue?
"Cuando las cosas no se dan como queremos o esperamos y empezamos a acumular ciertos pensamientos que muchas veces no solemos expresar, surge el reproche", explica Sonia Díaz Rois, experta en Gestión de la Ira y Eneagrama. En el caso de la pareja, el reproche, para la experta, se nutre de un concepto equivocado, como es el de la 'media naranja'. "Considero que ha hecho mucho daño porque parece que esperamos que esa mitad nos va a 'completar' y a satisfacer, que va a cubrir ciertas necesidades que tal vez deberíamos satisfacer nosotros mismos. Al mismo tiempo, parece que nos cuesta pedir y expresar nuestras necesidades. Esperamos que nuestra pareja cumpla con todo lo que esperamos, como por arte de magia o telepatía", advierte Díaz Rois.
Sin embargo, si no hay una comunicación clara, es difícil acertar y cubrir las necesidades del otro: "Las personas somos muy diferentes y lo que a uno le parece ideal, a otro puede parecerle horroroso. Un ejemplo puede ser la atención que le presta uno al otro. Algunas personas, más independientes y que necesitan más espacio y menos atención, hacen lo mismo con su pareja: darle espacio. Pero si la pareja necesita más atención, lo interpretará como dejadez en lugar de como respeto y libertad. Y es posible que escuchemos aquello de "no me haces caso".
En esa discrepancia de valores es donde, según la experta, nacen los reproches. "Tiran del pasado y se convierten en quejas relacionadas con la frustración y la insatisfacción. Las conversaciones se convierten en una diana a la que lanzar dardos diciendo quién hace peor qué", asegura. Lo único bueno de esa rendición de cuentas, que a veces puede ser explosiva, es que sirve para aclarar la situación, siempre y cuando haya voluntad de mejora. "De nada sirve reprochar si no nos vamos a poner inmediatamente a construir un nuevo futuro desde el presente. Aunque no sea la mejor opción, al menos, echar en cara debería servir para poner las cartas sobre la mesa, expresarse, pedir y generar acuerdos. Si nos callamos o echamos en cara sin más, lo único que haremos es continuar frustrados y seguir sumando más reproches hasta llegar a un punto en el que no somos capaces de construir nada más allá de un pasado insatisfecho", señala la experta.
Basar una relación en el consabido 'Y tú más' puede precipitar la ruptura. ¿Es posible desescalar esos enjambres de quejas persistentes? "Desactivar el bucle en el que podemos quedar atrapados cuando estamos reprochando constantemente requiere de un mínimo de consciencia, ya que en primer lugar es imprescindible darse cuenta de lo poco útil que es estar en la queja, en el reproche y en el resentimiento. ¿De qué sirve estar dándole vueltas a lo mismo sin pretender arreglar nada?", reflexiona Díaz Rois.
El reproche corre, además, el riesgo de convertirse en rumiación, esos pensamientos casi obsesivos que se instalan en nuestra mente y nos impiden pensar de manera conscierte y serena. "Si queremos evitar las rumiaciones, estos son algunos aspectos que podemos tener en cuenta para salir de ellas", señala la experta.
Estas siete recomendaciones pueden servir para escapar de la (aburrida) dinámica de quejas y reproches. Pero no significa que todas las insatisfacciones, pues de eso están hechos los reproches, sean inocuos o tengan solución. "Si hay una dinámica de reproches excesiva, que trata de querer cambiar totalmente a tu pareja, considero que ahí toca hacerse un trabajito para decidir si seguir o acordar algún tipo de cambio", concluye la experta.