Nombrar es ordenar el mundo. Ser capaz de dar nombre a lo que nos pasa es, de hecho, la base de muchas terapias psicológicas. Un paso más es 'esculpir las palabras', yendo un poco más al fondo de las emociones y qué o quién las genera. A partir de esa dinámica, pueden darse terapias tan eficaces como el EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), una manera de superar traumas a través de los movimientos oculares avalada por la OMS.
La psicóloga Cristina Cortés es una de las especialistas de EMDR en España. Es entrenadora acreditada de esta terapia en niños y adolescentes y dirige el Centro de psicología de la Salud Vitaliza de Pamplona. La experta es también autora de varios libros. El último es 'Esculpiendo palabras en la arena' (Desclée De Brouwer, 2024). Escrito por Cristina Cortés e ilustrado por Zuzene Seminario, la obra combina textos e ilustraciones para, de nuevo, ayudar a poner palabras y reescribor las historias del trauma emocional.
¿Qué has querido compartir en tu libro?
Mi objetivo es ayudar a comprender lo difícil que puede resultar, según cómo haya sido nuestra historia en la infancia y según cómo nos hayan acompañado nuestros padres, conectar con las emociones y nombrarlas.
Y este es el inicio de todo proceso terapéutico, propone un viaje a través del desarrollo y de los diferentes patrones de apego para entender cómo se produce la conexión emocional y que se requiere para poder identificar y nombrar las emociones. Básicamente es haber contado con unos padres sensibles con capacidad de reconocer y atender las necesidades no solo físicas sino también emocionales del bebé y del niño.
En el libro hablas de la importancia de ‘esculpir’ las palabras, de buscar la palabra que identifique nuestro conflicto. ¿Por qué es bueno hacer eso?
El hablar de nuestros conflictos emocionales supone un nivel de conocimiento de lo que nos sucede a nivel emocional, implica que le estamos prestando atención, lo cual nos ayuda a darnos cuenta y el llegar a expresar ese contenido emocional nos ayuda a organizarlo y nos genera una sensación de control.
Cunado ese conflicto o malestar tiene su origen en memorias muy tempranas infantiles que contienen experiencias de inatención o tratos inadecuados lo más probable es que no hubiera ningún adulto que viera nuestro dolor. Ese dolor no fue reconocido por nadie, no llegó a ser nombrado y ese niño o niña pequeña no pudo ni organizar ni reconocer lo que vivía. Nadie le puso nombre ni mucho menos calmó ese dolor.
Si posteriormente queremos conectar con esas emociones y reconocerlas va a resultar muy difícil y antes de alcanzar las palabras para expresarlo habrá que construir puentes entre las emociones y las sensaciones del hemisferio derecho con las palabras del hemisferio izquierdo, el arte, el juego, en la arena en el caso del libro, facilitan esas conexiones intermedias para que las emociones puedan ser identificadas y posteriormente nombradas.
¿Es necesario observarnos desde fuera para saber qué nos ocurre? ¿Cómo podemos lograrlo?
Cuando las emociones asociadas a un suceso o recuerdo son muy dolorosas necesitamos un distanciamiento emocional, alcanzar una nueva perspectiva, generar conexiones con otras experiencias que también forman parte de nuestras vivencias nos permite tener una mirada más amplia y global de nosotros mismos que nos permite reorientarnos al presente fuera del bucle emocional del pasado adverso. En ocasiones vamos a requerir ayuda terapéutica para poder alcanzar ese distanciamiento y esas nuevas conexiones, EMDR es una terapia que propicia esto.
Vivimos en una sociedad donde, especialmente entre los jóvenes, se habla de ‘ansiedad’ o ‘depresión’ con facilidad. ¿No lo estamos patologizando todo? ¿Qué consecuencias tiene?
Lo cierto es que entre los jóvenes hay un alto nivel de malestar. En general, en toda la población, pero los jóvenes, por la etapa madurativa en la que se encuentran, son más vulnerables, viven más fluctuaciones emocionales y les cuesta mucho más sosegar las emociones. Las viven con más intensidad e intentan adormecerlas, las pantallas ayudan en esto y el abuso de pantallas conlleva un estado de mente divagante que las investigaciones están correlacionando con niveles altos de tristeza crónica.
Y por otro lado, se busca un diagnóstico que cuadre con nuestros miedos, dificultades, inseguridades, que nos defina y a partir de ahí nos aporten una solución mágica, que nos suprima la angustia, el dolor. Cualquier vídeo de YouTube nos puede dar pistas para alcanzar un autodiagnóstico, encontrar el término que nos define nos ayuda a entender nuestras dificultades, el problema es que nos colgamos una etiqueta permanente y luego funcionamos desde ahí.
Las emociones y los estados cambian, no son permanentes y lo que necesitamos es aprender a manejarlas a regularlas adecuadamente, para ello la presencia, el acompañamiento que se ha tenido durante la infancia por parte de las figuras de apego, los padres, es fundamental.
Antes hablabas de la terapia EMDR. ¿En qué consiste y en qué casos se aplica?
EMDR responde a las siglas de Eye Movement Desensitization and Reprocessing. Es un enfoque terapéutico centrado en las experiencias traumáticas o adversas. Considera que los síntomas, las dificultades del presente están relacionados con las experiencias vividas anteriormente con el impacto que tuvieron y la forma que tuvimos de afrontarlas. Puede ser que ese afrontamiento, aunque fuera efectivo en el pasado si se ha mantenido forme parte del problema actual, porque no se adapta al presente.
Entre las experiencias más decisivas y los aprendizajes más importantes respecto al mundo, los demás y nosotros mismos son los que se desarrollan en la primera infancia en el entorno familiar, dentro de las relaciones de apego. EMDR ha sido reconocida como una terapia efectiva para el estrés post traumático en 2012 por la OMS, la evidencia en la investigación y la experiencia clínica muestran mejorías y resultados positivos en otros cuadros como depresión, ansiedad, fobias, bipolares y un largo etc que ha sido recogido en varias guías clínicas de salud.
¿Por qué es tan importante en la salud mental el movimiento de los ojos?
La intervención con EMDR se realiza a través de un protocolo de ocho fases bien estructurado que lo primero que busca es entender la sintomatología y las dificultades del paciente, comprender cómo ha llegado a donde está y por qué de esa forma concreta, entendiendo su historia tanto las circunstancias adversas como la historia relacional, sobre todo en la primera infancia.
En función de la historia de cada uno y de las capacidades para manejar el dolor de esas experiencias se dedica un tiempo a preparar, a dotar de recursos para que se puedan mirar esas experiencias y puedan ser desensibilizadas y reprocesadas, como indican las siglas en inglés de EMDR, mediante los movimientos oculares.
Cuando se está preparado para poder reprocesar esas experiencias, se le pide al paciente que se centre en el recuerdo y que observe las emociones, sensaciones y creencias que genera ese recuerdo en el presente y a partir de ahí se van realizando tandas de estimulación bilateral, es decir se le pide que siga el movimiento de los dedos del terapeuta con los ojos sin mover la cabeza. Esto genera unos movimientos oculares rápidos similares a los del sueño REN, esta fase del sueño se asocia a la capacidad de integración de las vivencias. La estimulación bilateral también puede ser realizada mediante tapping, golpecitos alternos sobre las manos.
¿Solo se utiliza la estimulación bilateral?
La estimulación bilateral es un elemento crucial pero no el único. En las investigaciones realizadas por el equipo de Pagani se observa mediante pruebas de neuroimagen una huella en la red asociativa de conexiones neuronales que favorece la conexión entre memorias. Durante la sesión se produce un descenso del malestar y se favorece el acceso a redes de memorias positivas, lo cual permite que el recuerdo se reprocese, se consolide de una forma más adaptativa, facilitando la conexión con la seguridad del presente. Se facilita que el pasado quede atrás y se pueda continuar con el presente. Las investigaciones llevadas a cabo evidencian que los resultados se mantienen a lo largo del tiempo.
Aún no se sabe bien cómo funciona la estimulación bilateral que propicia que se den los movimientos oculares. Podemos observar las mejorías que genera la terapia, y la investigación ha evidenciado que la la estimulación bilateral es determinante, hay varias teorías que intentan explicar su acción.
A veces, los traumas parecen estar ‘dormidos’. ¿Podemos dejarlos latentes? ¿Pueden despertar en cualquier momento?
Las experiencias traumáticas nos hacen más vulnerables al estrés, en la medida que vamos estando más expuestos a sucesos estresantes el efecto acumulativo puede empezar a desencadenar sintomatología y malestar y comienza a despertar memorias que parecían dormidas, a las cuales no teníamos acceso anteriormente, una reminiscencia se despierta ante un estímulo similar al que vivimos en esa experiencia traumática y viene acompañada del malestar y el dolor emocional que vivenciamos entonces. Nos sentimos sorprendidos porque la intensidad emocional de la respuesta que estamos dando no tiene que ver directamente con lo que acaba de suceder.
Todas las experiencias quedan grabadas en el cuerpo, en la memoria sensomotora del cuerpo, algunos recuerdos pueden ser solamente implícitos si se produjeron antes del desarrollo del lenguaje, el acceso a esas memorias nos deja totalmente perplejos y no logramos entender lo que nos sucede. Por eso, una parte esencial del proceso terapéutico es poder asociar los síntomas con los recuerdos origen que los generaron.