Guía para escribir tu diario emocional: cómo empezar, qué anotar, con quién compartir y qué precauciones debes tomar

  • Hay pocas herramientas tan valiosas para dar sentido a la vida, ordenar el pensamiento y sanar

  • La terapeuta Beatriz García nos enseña el camino acertado para aprovechar sus beneficios

  • Con quince minutos diarios, podemos crear un hábito que resultará muy saludable

Desde el nacimiento de la escritura, el hombre ha encontrado en el papel el modo de perpetuar hechos, conocimientos y momentos y también de dar forma a su pensamiento y su sentir. Como método de expresión, nos permite ordenar las ideas, escucharnos y entendernos. Hay pocas herramientas tan valiosas como la escritura para dar sentido a la vida, deleitarnos con lo bueno y descargar todo lo malo. Ese tiempo que separa el cerebro del papel, aunque sea mínimo, sirve para tomar perspectiva de lo que deseamos plasmar.

Ese es el enfoque de la llamada terapia narrativa, una forma de gestionar las emociones de una forma respetuosa y sin culpabilizarse. Además, una persona que escribe mejora su capacidad de expresión y su habilidad para compartir lo que le ocurre. El paciente o cliente se convierte en autor de su propio diario emocional. Las palabras es lo más hermoso que tenemos, pero, como bien decía el popular autor británico William Somerset Maugham, escribir con sencillez puede ser tan difícil como escribir bien.

¿Por dónde empezar? ¿Cómo vencer el vértigo de esa hoja en blanco? ¿Qué emociones apuntamos? Le preguntamos a Beatriz García Ricondo, terapeuta, coach y directora de la Escuela Crearte Coaching con amplia experiencia en la orientación de personas en ese proceso creativo. 

¿A quién aconsejarías un diario emocional?

Todos experimentamos emociones continuamente. Algunas nos resultan agradables y otras desagradables, unas las experimentamos más intensamente y otras menos. La buena noticia es que mientras sientes es porque estás vivo. Hay clientes que me dicen que no quieren sentir tal o cual cosa, lo que no es posible. Las emociones tienen una función adaptativa y son, por tanto, parte de la vida. Lo que sí es posible, es aprender a autorregularnos de una forma más saludable. Y aquí entra la importancia de emprender la aventura de llevar un diario emocional, para lo que puedas aprovechar estas vacaciones.

Háblanos de los beneficios.

Llevar un diario de estas características te va a ayudar, entre otras cosas, a ser más consciente de tu mundo emocional. No ser consciente de lo que sientes te convierte en un esclavo de tus emociones. Reconocerás también qué situaciones o personas desencadenan lo que sientes en cada momento, de modo que puedas entenderlo y estar más preparado para gestionarlo de un nuevo modo.

¿Escribir te ayuda a identificar las sensaciones físicas asociadas a esas emociones?

El diario te hace poner atención en ello y empezar a transformarlo. Al fin y al cabo, tú no eres lo que sientes ni lo que piensas, sino quien observa y se da cuenta de todo ello. Y, al hacerlo, puedes cambiar la reacción automática por una respuesta menos condicionada y, por tanto, más libre. Mientras escribes, reflexionas sobre qué respuesta puede ser más saludable y útil en ese momento, tanto para ti como para tu entorno, dejando ir lo que no te ayude. En definitiva, vivir emociones no es lo mismo que saber identificarlas, escucharlas y regularlas. Y en el día a día nos suele ser complicado analizar lo que sentimos de manera objetiva y con perspectiva y más con el tipo de vida que llevamos.

¿Las vacaciones es buen momento para empezar?

Pueden ser un buen estímulo para incluir este hábito en nuestras vidas. En vacaciones normalmente tenemos más tiempo y más calma, y es más fácil dedicar un rato cada día a tomar distancia sobre esos sucesos que han desencadenado alguna emoción desagradable o difícil para, como un explorador, adentrarte en tu mundo interior y recoger lo que te surja sobre cómo te has sentido, qué ha desencadenado la emoción, cómo has reaccionado, qué necesidad hay detrás y qué puedes empezar a hacer para darte lo que necesitas y dejar ir lo que no te ayuda.

No todo el mundo tiene la habilidad de escribir. ¿Podrías ofrecer una breve guía?

Algunos consejos prácticos para empezar con tu diario son:

  • Usa un cuaderno de papel: te dará la posibilidad de llevarlo contigo en todo momento y de incluir dibujos, símbolos, o cualquier cosa que te ayude a plasmar lo que sientes.
  • Escribe a mano: está comprobado que ayuda a reforzar la unión cuerpo-mente, además de conectar ambos hemisferios cerebrales. 
  • Elige el momento: te ayudará a desarrollar el hábito de reflexionar sobre lo que sientes. Por ejemplo, a última hora del día. Solemos estar más tranquilos y ganamos perspectiva sobre cómo ha ido nuestro día.
  • Usa un guion prefijado con una serie de preguntas que te van a ayudar a llevar tu diario emocional. Guíate por ellas.

¿Cuáles son esas preguntas?

Aunque a medida que avances con tu diario puedes ir fluyendo más y haciéndolo de un modo más libre, recomiendo empezar por recoger tus reflexiones teniendo presentes las siguientes preguntas:

  • Qué hechos, circunstancias, etc. han producido la emoción o el estado de ánimo sobre el que quieres reflexionar.
  • Da nombre a esa emoción. Precisa todo lo que puedas. Tenemos muy poco vocabulario emocional. Cuando nos preguntan ¿cómo estás? A veces nos limitamos a decir cosas como bien, mal, tirando y poco más.
  • ¿Qué sensaciones corporales acompañan a la emoción? Escuchar al cuerpo es clave para una buena autorregulación emocional. El cuerpo nos habla antes de que la cabeza se haya enterado de lo que está pasando. Además, no nos engaña.
  • ¿Qué pensamientos vienen a tu mente?, ¿se refieren al pasado, al futuro o al presente? Escucha el diálogo mental asociado a eso que experimentas. Muchas veces nos hablamos desde la autoexigencia, el perfeccionismo, la necesidad de control, desde expectativas no realistas sobre nosotros o los demás, y todo esto nos aleja de la realidad y de la paz interior.
  • ¿Hiciste algo o sentías el deseo de hacer o de expresar algo? Observa si había algún impulso de acción que frenaste. A veces queremos hacer una petición que no hacemos, decir un no que nos callamos por miedo a lo que piensen los demás, etc.
  • ¿Qué información te está dando tu emoción acerca de ti mismo, de una relación, de tus expectativas, etc.? A la vista de las reflexiones anteriores probablemente empieces a darte cuenta de algo que, de no parar a observarte, no te darías cuenta.
  • Reflexiona acerca de cómo reaccionaste a la situación e intenta identificar lo que te está diciendo que hagas. ¿Deberías seguir tu emoción o tratar de ampliar tu visión para cambiarla?

¿Cuándo lo daremos por finalizado?

Llevar un diario emocional es un hábito que, como el de llevar un diario de gratitud, puedes instalar de por vida acudiendo a él cada vez que te descubras atascado en una emoción contractiva de la que te resulte difícil salir.

No obstante, con que lo vayas completado durante un periodo de una a tres semanas, dedicándole unos quince minutos cada día, estarás convirtiéndolo en un hábito y, aunque después no lo hagas de una forma tan metódica, podrás acudir a él cuando lo necesites, pues lo tendrás presente.

¿Es aconsejable compartirlo?

El diario es una herramienta de autoconocimiento, autocuidado y autorregulación que está pensada para ti, no para compartirla con los demás. No obstante, probablemente a medida que vayas avanzando en tu escritura, vayas haciéndote consciente de conversaciones que tienes pendientes, peticiones que no has hecho y quieres hacer, cosas que quieres soltar o dejar de hacer, acuerdos a alcanzar con otros y, de estas cosas, sí puedes y debes conversar con las personas interesadas a fin de resolver esas cuestiones que a veces nos pesan y seguimos cargando con ellas.

¿Qué precauciones deberíamos tomar?

Algo importante al prepararte para mantener cualquiera de esas conversaciones es que tu intención no sea que el otro cambie o haga lo que tú esperas, sino estar bien contigo mismo al darte permiso para expresar lo que sientes de una forma respetuosa con tus necesidades y con las necesidades del otro.