En ocasiones en nuestra día a día nos toca lidiar con personalidades distantes y poco dadas a compartir sus pensamientos y sentimientos, lo cual en sí mismo no es negativo. El problema puede surgir cuando es nuestro jefe el que tiende a la introspección y a la parquedad en palabras. Si nos cuesta interpretar sus silencios tendremos problemas para saber si realmente nos está escuchando. ¿Cómo podemos saber en esos casos si le interesa lo que le estamos proponiendo?
Esa es la pregunta que trata de responder a experta en Sinergología y especialista en comunicación no verbal Eva García Ruiz en una nueva entrega de 'Todo lo que dices(sin darte cuenta)', el formato de vídeo de Uppers en el que analiza nuestra comunicación corporal.
A veces tener un jefe que habla poco es mucho más interesante que tener uno que habla por los codos. Esa tipología de personalidad encaja con un estilo de comunicación vigilante. Hablamos de una personalidad reflexiva, analítica, alguien que escucha y procesa la información, y para quien los aspectos emocionales no pesan tanto a la hora de buscar la solución para un problema.
Lo primero que tenemos que saber a la hora de interpretar a este perfil es saber si nos está escuchando o no. Para eso debemos fijarnos en la zona de los ojos. Si parpadea es que está escuchando. Si el parpadeo se dispara, aunque no diga nada, es que está experimentando una emoción fuerte. Hay algo en lo que decimos que le resulta interesante.
Habitualmente este tipo de personas suelen poner una distancia física, debido a su personalidad analítica. Es normal que lo encontremos mucho más alejado en la silla, escuchando, recibiendo la información y analizando si le cuadra. Si su postura se sincroniza con la mía de manera no consciente, es señal de que se están activando sus neuronas espejo. Cuando esto ocurre tendemos a imitar los movimientos de la persona que tenemos en frente. Son momentos de conexión.
A veces nos vemos involucrados en encuentros, conversaciones o interrogatorios en los que no nos encontramos nada cómodos, pero tampoco queremos que nuestro interlocutor se aperciba de ello. En esas circunstancias podemos intentar limitar o controlar los movimientos que hacemos deliberadamente, pero no podemos evitar que sigan apareciendo los no conscientes. Una dilatación, un movimiento muscular fugaz o una contracción. Son estos los que revelan nuestros verdaderos sentimientos. Si tratamos de forzar mucho nuestra gestualidad, nuestro interlocutor va a percibir falta de autenticidad, aun sin ser un experto en lenguaje no verbal.