Si toda la vida los mayores han tenido problemas para comunicarse con los más jóvenes (y viceversa), esa incomprensión generacional es mayor ahora que los usos y costumbres tecnológicos aún separan más a los boomers y los genX de los millennials y los Z en la manera de relacionarse. ¿Qué podemos hacer desde nuestro lado del la trinchera para que ese intercambio de información sea más fluido?
Esa es la pregunta a la que va a tratar de responder la experta en Sinergología y especialista en comunicación no verbal Eva García Ruiz en una nueva entrega de 'Todo lo que dices(sin darte cuenta)', el formato de vídeo de Uppers en el que analiza nuestra comunicación corporal.
En primer lugar, hemos de tener en cuenta que el proceso de maduración cerebral lleva más tiempo del que pensamos. No se trata de ponernos condescendientes, sino de entender que existe un proceso biológico denominado mielinización por el cual con la edad va mejorando la velocidad de procesamiento del cerebro.
Básicamente consiste en recubrir los axones (partes de las neuronas que forman lo que podría llamarse cableado cerebral) con una sustancia llamada mielina. Empieza en la parte posterior del cerebro y termina llegando a zona prefrontal, que es donde reside la capacidad de juicio y discusión. Este desarrollo no concluye hasta más allá de los 20 años, con lo cual la persona con la que estamos interactuando puede no compartir las mismas claves de comunicación que nosotros. Por tanto, hay que poner en marcha unas claves que marquen un territorio compartido de comunicación.
Consiste en dejar claro de qué manera nos vamos a comunicar según el tipo de mensaje que haya que transmitir. Si solo necesitamos una información enunciativa, puede servir un mensaje de texto, pero si queremos que nos desarrolle cuáles son sus planes necesitamos mantener una conversación. En la adolescencia se suele informar más que consultar o preguntar. Y esto ya provoca una barrera generacional.
Hay que establecer qué tipo de comunicación nos puede servir para usar Whatsapp. Normalmente, la información pura puede funcionar muy bien por este canal. No tanto si necesitamos un desarrollo más profundo.
Este tipo de comunicación es el más completo porque nos permite controlar el lenguaje corporal, el paraverbal (tono de voz, pausas, énfasis) y el mensaje. Estos tres elementos conjuntos nos ofrecen más claves para entendernos mejor cuando hay una diferencia generacional que impide usar el mismo código.
Hoy la comunicación telefónica sin previo aviso o la directa cara a cara suele ser percibida por los más jóvenes como una invasión de la privacidad, una intromisión innecesaria en su vida cotidiana que además puede ser muy desagradable. Por tanto, nos toca poner un poco de nuestra parte para que el proceso funcione.
Por otra parte, cuando mantenemos una conversación telefónica con la otra persona, no dispondremos de la información que proporciona el lenguaje corporal, pero sí del paraverbal, que es el que nos ayudará a analizar cómo está marchando esa comunicación. Por ejemplo, las variaciones en el tono de voz van a darnos mucha información sobre el estado de ánimo de la otra persona. Cuando la emoción que experimenta no es positiva la voz se proyectará de forma más brusca y entrecortada. Y lo mismo ocurrirá con la respiración.