Casi todos conocemos a a alguien que hacia los 50 se divorció, cambió de aspecto o renovó todos sus hábitos. La persona que era se transformó en otra radicalmente distinta, incluso en un entorno distinto con una pareja distinta. Según datos del INE referidos a 2023, el mayor porcentaje de separaciones y divorcios se da entre los 46 y los 49 años, muy cerca de ese medio siglo de vida que nos sitúa en el 'segundo tiempo' en el partido de la vida.
La psicóloga Lara Ferreiro explica qué pasa a los 50 utilizando otra metáfora que nada tiene que ver con el fútbol: "Es el momento de darle la vuelta al jamón". Ese "jamón" es la vida que hemos llevado hasta ese momento, una experiencia en la que no siempre nos sentimos dueños de nuestro destino.
Si atendemos a la esperanza de vida, a los 50 hay, al menos, otros 30 años de vida por delante. ¿No es hora de empezar a vivir como se quiere? Ferreiro va más allá: "En breve podremos llegar fácilmente a los 100 años, a los 50 pensamos que estamos en la mitad de la vida. Es un momento natural para hacer recapitulación, para hacer balance y preguntarnos si estamos satisfechos con lo que hemos logrado. Suele coincidir con el momento del nido vacío, cuando los hijos se van de casa o son mucho más independientes. Y en esos momentos hay quien se pregunta si realmente quiere eso. La crisis de los 50 existe y si sabemos gestionarla puede ser un momento de transformación muy enriquecedor", asegura la autora del best seller 'Adicta a un gilipollas'.
A los 50 todo empuja al cambio, sobre todo en aspectos tan íntimos como la pareja y el sexo. "En el caso de la mujer, se da una auténtica revolución sexual. Hay un deseo de cumplir los deseos no realizados. El 60% de las mujeres finge el orgasmo con sus maridos. A los 50, deciden reinvidicar su placer. Al mismo tiempo, también hay preocupación por el futuro de los hijos y, a veces, por temas de salud. Todo eso, sabiendo que el tiempo es limitado, nos lleva a buscar cambios sobre todo cuando sientes que estás atrapado en tu vida y que no eres feliz. Empiezas a buscar gente con la que compartes valores, además de que la monotonía puede matar cualquier relación", señala Ferreiro.
En estas circunstancias, el deseo de romper con todo o hacer las cosas que siempre se han querido es muy fuerte. ¿Hay que ceder? "No hay que dejarse arrollar por el deseo de cambio, pero sí hay que aceptar las emociones pensando que es bueno y que hay que abrirse a nuevas posibilidades; por ejemplo, aprender algo nuevo. Hay personas que deciden ir más allá y rompen con la pareja o con las amistades de siempre. Lo importante es establecer objetivos alcanzables con propósito y, por supuesto, cuidar de uno mismo", aclara la experta.
Con todo, cumplir 50 no nos afecta a todos por igual. La experiencia de los años anteriores va a condicionar la llegada a este 'segundo tiempo'. "Si tienes una vida muy plena con tu pareja, tu trabajo y tu vida, no vas a sentir esa crisis. Si no es así, vas a creer que no has superado etapas, que no has vivido nada importante o sientes que te queda mucho por vivir. Es un fenómeno muy complejo, pero hay perfiles más propensos que otros a experimentar todo lo que no se ha vivido como son los más aventureros. También hay momentos más propicios; por ejemplo, los hombres después del divorcio se van con parejas mucho más jóvenes. Es una manera de recuperar la juventud. Pero, sobre todo, las personas más insatisfechas con su vida son las que van a querer más cambios", afirma Ferreiro.
Aunque evolucionar es algo normal en el desarrollo de cualquier persona, lanzarse a hacer a los 50 todo lo que no se hizo en la juventud puede significar algo más. "A veces, parece que se quiere experimentar, pero lo que puede haber detrás es una depresión encubierta o una crisis de pareja; puede ser, incluso, que a nivel sexual la pareja ya no llene nada. Puede, incluso, enmascarar el miedo a la muerte. Mucha gente siente que quiere vivir intensamente porque la vida se acaba, es finita", advierte la experta.
Algo también habitual es que queramos experimentar para recuperar una identidad perdida. Como explica Lara Ferreiro, "Ahí se dan muchas crisis de pareja y familiares. Muchas personas se plantean el sentido auténtico de su vida y en esa búsqueda hacen cosas que nunca se habían planteado y a cumplir sus fantasías".
Los sueños son como las deudas: las hay malas y buenas. Solo a través de una reflexión profunda y sincera con uno mismo, podemos saber de qué tipo de sueño hablamos. "En algunas ocasiones conviene acudir a terapia. Pero también es muy conveniente hablar de manera transparente, compartiendo nuestros sentimientos, con nuestra pareja o las personas que sean relevantes para nosotros de manera empática, escogiendo el momento. Al final, lo que nos pasa, independientemente de la edad, es que como personas tenemos que preguntarnos si estamos felices y satisfechos. Si la respuesta es sí, perfecto. Pero si es que no hay que pensar por qué", señala la psicóloga, para quien la infidelidad es una respuesta habitual a la crisis de los 50, aunque no la mejor. "Indiscutiblemente, ser infiel no es la respuesta. Vas a tener dos problemas: la crisis de pareja que ya tenías y la propia infidelidad", asegura. ¿Cómo salir de ese círculo ? "Antes de llegar a ser infieles, es mucho mejor tratar de resolver la crisis de manera sana, sin huidas hacia delante", afirma de manera rotunda.
Cuando el cambio de vida o de hábitos es ineludible el siguiente paso es establecer un plan de acción. La pareja tiene que acordar qué hace, cómo y cuándo. "Esto es lo que hacemos en terapia de pareja y el resultado es brutal. He visto cambios de dinámicas muy potentes", explica Ferreiro.
Sin embargo, no todo se resuelve felizmente. A veces, un miembro de la pareja no entiende que la otra parte necesite cambiar tanto. Puede ser otro momento crítico de la relación. "Si alguien no acepta tu nueva identidad, habrá que replantearse la relación, sabiendo que existen distintos tipos de crisis. Hay crisis de pareja porque cada uno de ellos está en un punto muy diferente; también hay crisis evolutivas, cada 5 o 10 años, y las estructurales (por ejemplo, yo quiero ser madre y mi pareja no quiere tener hijos). Si no hay negociación y una buena comunicación, se va a dar una crisis cuando alguien plantee cambios importantes. El objetivo es crecer juntos en la misma dirección, pero si no es posible, el éxito es un divorcio a tiempo", concluye esta psicóloga y terapeuta de pareja.