En 2023 hubo en España 76.685 divorcios, un 5,7% menos que en el año anterior, según datos del INE. Lo curioso es que de ellos, solo el 14,9% lo fueron ante notario; es decir, el matrimonio que quiso disolver su unión o bien no tenía hijos menores de edad o bien fue de mutuo acuerdo, sin ningún contencioso. Las cifras, por tanto, indican que el divorcio, en su gran mayoría, es un hecho traumático que va a sacudir tanto a las personas implicadas como a su entorno. En el caso de las mujeres, por el estrecho vínculo que les une a sus amigas, estas van a desempeñar un papel importante en el duelo de la persona divorciada, al punto de poder ser una pieza fundamental en una circunstancia muy compleja.
"El duelo de una amiga se puede vivir como propio. Si la persona que acompaña se ha divorciado, va a entender a la otra persona mucho mejor. En un proceso de divorcio son muy importantes los amigos, lo que se llama la redarquía", asegura la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro.
Basta pensar en la situación más habitual al llegar a los 50: matrimonios que han logrado ensamblar a los amigos de toda una vida en una agenda común. ¿Qué pasa cuando esa pareja se rompe? ¿Podemos compartir lo mejor y lo peor de esos años, las pequeñas infamias? La terapeuta se muestra contundente: "No hay que mostrar ninguna reacción. Estamos para ayudar a los amigos. La amiga que se divorcia no puede hacer de psicóloga del resto del grupo ni de la gente más cercana".
Para Ferreiro, es fundamental darse cuenta de que se está viviendo un momento excepcional surgido tras unas circunstancias negativas. Ni todo lo que se cuenta en esos momentos de rabia o frustración es completamente real ni puede marcar la tónica de la relación del futuro. Esa nueva relación tiene que ser reescrita. ¿De qué manera? "Hay varios pasos que debemos dar: el primero es escuchar, hay que dejar que nuestra amiga hable sin emitir ningún juicio de valor. El segundo es no juzgar. Es importante no sacar a colación los malos momentos o los traumas de los años pasados. El tercer paso es hacer planes de ocio con ella. Hay que intentar ser el 'ángel de la ruptura'. Eso significa que estás disponible para esa persona, que hablas con ella y te puede llamar siempre que lo necesita", explica la psicóloga.
Pero si hay algo que debe evitarse es decir la supuesta verdad, necesariamente subjetiva, sobre la situación que ha provocado el divorcio. "Las amigas que acompañan no deben mostrar las opiniones que les suscitan el divorcio o la ruptura, mucho menos cometer 'sincericidio' ni ser cruel. La persona que se divorcia va a pasar por distintas fases, de la ira a la culpa, y necesita que la acompañemos. La actitud ideal es neutra para evitar proyecciones. Es fácil juzgar, pero hay que saber respetar las decisiones, mostrando la empatía necesaria".
La autora del best-seller 'Adicta a un gilipollas' apuesta por la confianza, la misma que les ha permitido ser amigas durante años. "Lo importante es preguntarle a ella qué quiere que hagamos. ¿Quiere que compartamos información de su expareja? ¿Quiere conocer realmente nuestra opinión? También es importante que se establezcan lo que llamo las 'horas rosas': salir a divertirse, a ir a un spa, a cenar... También es bueno ser la amiga racional, no perder la calma ni la serenidad. La persona que se divorcia va a tener altibajos y va a haber que apoyarle en este proceso de duelo en el que un día estará en calma, otro nerviosa o enfadada... Si la amiga es obsesiva, hay que prestarle mayor atención y ver si necesita ayuda profesional porque hay duelos muy traumáticos", matiza la experta.
Además de ayudarle a superar la ruptura, las amigas representan el kilómetro cero desde el que la nueva divorciada va a construir su nueva vida. "La persona que se divorcia tiene que conectar de nuevo con la individualidad. Hay que ayudarla a que retome o inicie nuevas rutinas, con cuidado de que no se estanque en la situación. Es muy normal que aparezcan miedos: a no obtener la custodia de los niños o a tener problemas en el trabajo. Las amigas están ahí para dar esperanza porque, si no, no le ayudamos. También es frecuente que pregunte si está haciendo lo correcto o qué harían otras personas en su situación. Hay que ver cada caso, pero, en general, hay que hacerle ver que ella ya ha tomado una decisión por algo. Basta con escuchar al corazón", señala Ferreiro.
Es complicado compartir pautas en un escenario donde las emociones están a flor de piel. Sin embargo, Lara Ferreiro sí logra establecer algunas recomendaciones fruto de largos años de experiencia en consulta. Estos son sus principales consejos:
Cuando se ha sido pareja muchos años, es frecuente que las personas que eran amigas de un miembro de la pareja terminen siéndolo de los dos. Es, incluso, deseable. ¿Pero qué ocurre cuando se da la ruptura? "A veces hay bandos, pero normalmente depende del grado de amistad; normalmente, las que eran muy amigas de las mujeres siguen siéndolo más de las mujeres", asegura la psicóloga.
En un mundo civilizado, las redes de amistad no tendrían por qué romperse. Pero los divorcios pueden ser el escenario de algunos comportamientos tóxicos. en ese caso, mejor poner un punto y seguido. "A veces hay que deshacer los grupos, reordenar y, lamentable, entrar en un bando o en otro. Lo ideal es no compartir información de ningún miembro de la pareja y mantenerse al margen, aunque a veces no hay más remedio que posicionarse. Es importante mantener la confidencialidad y evitar ser el 'teléfono escacharrado' de unos y otros", sostiene Ferreiro antes de alertar de otro fenómeno habitual: que la fiel escudera de la persona divorciada acabe dañada. "Puede ocurrir que surja el síndrome del trauma vicario o, lo que es lo mismo, revivir el propio divorcio. Nuestras neuronas espejo son las responsables de que acabemos identificándonos con nuestra amiga volviendo a nuestro pasado", afirma Ferreiro. El síndrome del cuidador agotado o el de la salvadora, en el que se fomenta la dependencia emocional de la persona que se está separando, son otros efectos negativos de un acompañamiento mal entendido.