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Cómo atravesar la melancolía de las Navidades sin entrar en la tristeza: "Normalicemos las emociones"

Las personas podrían dividirse entre quienes disfrutan la Navidad y quienes la detestan. Mientras los primeros se emocionan con el primer anuncio y las primeras luces (cada año, antes), los segundos viven las fiestas como una gymkana emocional. Los sentimientos más recurrentes entre estos últimos oscilan entre la melancolía y la tristeza, pero no son sinónimos y sus efectos no son los mismos.

¿Melancólico o triste?

Según la psicóloga Lara Ferreiro, siete de cada diez adultos sufren estrés en Navidad. También ansiedad y tristeza. "Es muy habitual sobre todo por el síndrome de la silla vacía, que se da cuando alguien está muy triste por la gente que no está. Eso puede romper el corazón. La Navidad es muy bonita cuando tienes hijos y cuando los tuyos están vivos. Luego, puede convertirse en una época en la que, sobre todo, se recuerda a la gente que uno ama y ya no está", asegura la experta.

Las diferencias entre ambas emociones son sutiles: "La melancolía está vinculada al pasado. Parte de eso de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'. Acudimos al pasado porque resulta mucho más bonito que el día de hoy. Implica una reflexión más profunda de la vida actual. En ese punto, recordar el pasado hace daño porque se era mucho más feliz", afirma Ferreiro

La tristeza, sin embargo, es una emoción del presente y puede tener carácter exógeno. "Uno está triste por alguna razón: nos ha dejado nuestra pareja, nos han despedido o hemos perdido a un ser querido... La intensidad también las diferencia: la tristeza puede ser más intensa que la melancolía, pero depende de qué motive ese recuerdo", explica.

Para Ferreiro, el tiempo es una variable significativa en la gestión de ambas emociones. "Tanto la melacolía como la tristeza prolongadas, durante más de seis meses, pueden dar lugar a un estado depresivo, aunque es más habitual que sea la tristeza la que acabe en depresión. Hay que normalizar la tristeza, pero hay que saber que si se prolonga en el tiempo, podemos estar hablando de un trastorno depresivo".

¿Por qué más en Navidad?

Sobre si la Navidad es propicia a los trastornos emocionales, la psicóloga no tiene ninguna duda: "Por supuesto, los meses en los que realizo más terapias son enero y septiembre. En enero hay más divorcios que nunca. En algunos casos, el divorcio es el propósito de Año Nuevo, se ve como una manera de empezar una nueva vida y de resolver los traumas familiares", asegura.

Las fiestas son un momento de hacer balance y de recuperar recuerdas, algo que puede ser doloroso. "Algunos pacientes, por ejemplo, se dan cuenta de que no han superado la muerte de su padre o de su madre. O que les odian porque se han dado cuenta del trauma por el que han pasado... La Navidad puede tremenda. Todo eso coincide con que son los meses con menos luz del año, con mucho frío y tiempo adverso. Hay personas que incluso desarrollan el síndrome de la cabaña, un trastorno que se da cuando no se quiere salir de casa, con la excusa del mal tiempo, y nos mostramos muy melancólicos. También hay un trastorno estacional motivado por el frío y la falta de luz", señala Ferreiro

La experta afirma que la Navidad viene cargada, no solo de regalos, sino de trastornos emocionales: "Además del síndrome de la silla vacía, existe el síndrome de la Navidad o de la Depresión Blanca. Aparecen en Navidad porque o bien a uno le gusta o echa de menos a algunas personas o se siente abrumado... Todo el mundo quiere estar feliz y, sin embargo, algunas personas en su fuero interno las odian por distintas razones. Al final, la presión social por ser feliz o tener unas Navidades perfectas puede ser muy difícil de gestionar. En consulta veo a pacientes que lo pasan muy mal porque no tienen con quién pasar estas fechas".

¿Podemos hacer algo?

Si bien la personalidad de cada uno y las experiencias propias nos van a hacer más o menos partidarios de celebrar una Navidad cumpliendo todos los rituales o pasando de puntillas, al vivir en sociedad vamos a tener que convivir con las fiestas. Quien más y quien menos tiene alguna celebración profesional, social o familiar. Pasar por la Navidad sin ganas, pero sin amargarle a nadie el dulce es posible. ¿Qué recomienda Lara Ferreiro?

  • Dar nombre y espacio a lo que nos pasa (sin dramas): "Lo primero es no reprimir las emociones y saber identificarlas. También hay que darse cuenta de que las grandes celebraciones, como las que se dan en Navidad, no son el momento para hacer terapia grupal".
  • Ser amable con uno mismo: "Hablarse bien a una misma. Si no disfrutamos en Navidad o estamos tristes, no es que seamos disfuncionales, es que puede haber una situación traumática detrás".
  • Tener un plan de acción contra la tristeza: "Yo lo llamo las 'horas rosas': dedicar algunas horas al cuidado y a eso que nos hace bien; puede ser un masaje, ir a un spa o intentar hacer más deporte, ya que sabemos que la actividad física genera endorfinas, hormonas del bienestar.
  • Fomentar la red de apoyo: "Dejarse querer por nuestra redarquía también es fundamental. Siempre hay gente que nos quiere y con la que debemos seguir conectados".
  • Ser prudente y paciente: "Atención a las mega-reuniones familiares o de empresa: no hay que pasarse con el alcohol". Si bien el alcohol parece potenciar la interacción social, la realidad es que nos hace menos eficientes para la vida en sociedad y mucho más vulnerables.
  • Practicar técnicas de relajación: "Cuando el estrés aprieta, practicar una serie de respiraciones conscientes o visualizar algo que nos siente bien puede ser de gran ayuda"
  • Tener un plan de emergencia: "Si sabemos que determinada celebración nos va a sentar mal, es importante hacer algo luego que nos guste; puede ser, por ejemplo, quedar con un amigo o una amiga con los que podamos hablar".
  • Pedir ayuda profesional. "La Navidad es abrumadora", sostiene Ferreiro. Cuando no se puede más, hay que recurrir al profesional de la salud mental. Cuanto más tiempo convivamos con el malestar, peor pronóstico.

Saber acompañar

¿Y desde el otro lado? ¿Sabemos acompañar a esos seres queridos que lo pasan mal en Navidad? No es una tarea fácil dejar que expresen sus emociones sin que contaminen a quienes están disfrutando del momento. Sin embargo, como explica la psicóloga, podemos ayudar a transitar esos momentos marcados por la búsqueda obligada de la felicidad. La experta enumera seis estrategias:

  1. Entender sus sentimientos: "Hay que evitar frases del tipo 'la Navidad es maravillosa' o 'eres el Grinch de la Navidad'. No añadimos nada, pero insistimos en la idea de que esa persona es disfuncional".
  2. Reducir las presiones sociales: "No existe la Navidad perfecta. No podemos idealizarla. Es imperfecta, como todo en la vida, y hay que normalizar las emociones. No pasa nada si no quieres ir a Cortylandia"
  3. Actualizar las tradiciones: "Además de lo conocido, podemos intentar crear nuestras propias tradiciones con aquello que nos guste más. Puede ser cocinar algo especial o dar un paseo en algún sitio que nos inspire o ver una película que nos apetezca. Es bueno crear otras opciones de celebración"
  4. Ser un apoyo activo: "Saber escuchar al otro y agradecer lo que tenemos, viendo cómo ha ido el año y creando objetivos para el próximo puede ser de gran ayuda y nos evita ir en piloto automático, mientras nos permite comprobar si vamos por un camino positivo y bueno, que saque lo mejor de cada uno.
  5. Animar al autocuidado. "Cuidarse a uno mismo en todos los planos es clave". Por tanto, hay que ser un vector de cambio para la persona triste o melancólica, animándola a practicar algunas rutinas de bienestar.
  6. Ser consciente de los tiempos. "Hay que practicar la amabilidad con uno mismo y con los demás. Se puede tener un 'bajoncillo' unos días, pero si dura más de tres semanas, hay que ir al psicólogo y hacérselo saber a nuestro ser querido".
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