"Es el momento más maravilloso del año", dice la letra de un conocido villancico. No todo el mundo opina así. Para algunas personas, la Navidad es un momento del año agobiante ante la presión social de vivir momentos ideales. Este trastorno conocido como el Síndrome de la Navidad Perfecta, tiene consecuencias importantes tanto para la persona afectada como para el entorno.
El Síndrome de la Navidad Perfecta puede estar vinculado a otros trastornos como el de la Silla Vacía. La diferencia entre las expectativas de una realidad feliz y la que realmente se vive, quizá marcada por alguna pérdida, nos puede sumir en la melancolía. "La Navidad es una época para festejar en familia, con amigos y con aquellas personas que son importantes en nuestras vidas, y cuando una de ellas falta, nuestro malestar se puede intensificar porque constatamos que no volveremos a compartir este espacio nunca más, a pesar de nuestro deseo o anhelos", explica la psicóloga Patricia Gutiérrez Albaladejo.
Para la experta, la clave está en saber 'etiquetar' eso que sentimos. "Lo primero que debemos hacer es identificar que estamos en un momento de complejidad emocional", asegura la psicóloga. Solo desde ese espacio, seremos capaces de abordar el trastorno.
Señales
Reconocer, por tanto, los signos de este síndrome es el primer paso para abordarlo. Las personas que lo experimentan se ponen en lo peor, tienden a anticipar todas las cosas negativas que pueden pasar en esos días. Al mismo tiempo, quieren controlar todos los detalles, por irrelevantes que sean, y son excesivamente complacientes con los demás.
Junto a este comportamiento, hay otros signos de que estas personas están sufriendo ante la llegada de la Navidad: .
Miedo al fracaso. Se nota en que están excesivamente preocupadas por la celebración de las fiestas.
Ansiedad y nerviosismo. El temor a que no salga todo como estaba pensado suele degenerar en un estado ansioso.
Tristeza. También, a veces, melancolía. Puede ser sentimientos exacerbados por algunos recuerdos dolorosos o el síndrome de la Silla vacía.
Irritabilidad, cambios de humor. La Navidad es una época de relaciones encontradas. Por eso, es habitual que estas personas experimenten cambios de humor.
Problemas de sueño y fatiga. Todos los comportamientos anteriores dan como resultado un descanso insuficiente, y, en consecuencia, sensación de fatiga-
Desmotivación. Las personas con el Síndrome de la Navidad perfecta anticipan tanto la situación, que se agotan y se desmotivan. Es frecuente que, paradójicamente, muestren cierta apatía o desgana. Situaciones que antes les gustaban, como adornar la casa o pensar el menú de las fiestas, ahora les agobian.
Estrategias para unas fiestas más relajadas y auténticas
Ser conscente de que el síndrome de la Navidad perfecta acecha es algo bueno porque nos permite ponerle coto y disfrutar de unas fiestas más relajadas. Algunas de las recomendaciones más habituales de los psicólogos:
Abrazar la imperfección. Nada más contrario a la propia vida que la perfección. Lo imperfecto forma parte de cualquier vida humana no solo es malo, sino que nos permite aceptar los fallos ante cualquier situación. Es tan normal que no podemos cargar con la responsabilidad de que todo sea de 10.
Dar espacio a lo que nos hace felices. A veces, estamos encorsetados en modelos de comportamiento o de estilo de vida que, supuestamente, dan la felicidad, pero nada más alejado de la realidad. Cada persona es única y la manera de conseguir su felicidad también es única. Reconocer lo que nos hace felices y practicarlo es el auténtico éxito de la vida.
Aceptar que no puedes gustarle a todo el mundo. Precisamente por ser únicos, no siempre vamos a estar a la altura de las expectativas de los demás. El secreto es rodearte de la gente que te aprecia y acepta. A su vez, aceptar a los demás como son nos facilitará la tarea de saber quiénes y cómo somos. :
Dejar de tener referentes idealizados. Lo que sale en las redes o el relato de algunas personas no siempre es real, sino una interpretación idealizada de su realidad. No es algo que esté mal, siempre y cuando no convirtamos esos relatos en referentes. La responsabilidad de cada uno, sin embargo, sí es crear momentos significativos, aunque no salgan publicados en redes sociales ni sean el ejemplo de nadie.