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Cómo decirle a un ser querido que bebe demasiado: seis claves para evitar la adicción

No desvelamos ningún secreto al afirmar que las Navidades son época de excesos. Mucha comida y mucha bebida durante varios días. Nos reencontramos con los seres queridos en torno a la mesa y a toda la alegría que surge alrededor de ella, una alegría que pueden enmascarar problemas con el alcohol.

La adicción más extendida

El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por la población en España según la Encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES 2022) realizada a población de 15 a 64 años por el ministerio de Sanidad.

Beber está socialmente admitido y hay momentos en los que es prácticamente obligado tomar una copa o hacer un brindis. Mientras no sea un consumo abusivo no hay problema. La cuestión es cuándo el consumo escapa a cualquier control, sin que el afectado apenas se dé cuenta y son los familiares o amigos quienes ven que 'algo' está pasando. Es una cuestión delicada porque es posible que la persona reaccione de manera defensiva. Sin embargo, según los expertos, hay formas de hablar con alguien sobre su consumo de alcohol sin arruinar las fiestas: todo depende del momento, el lugar y el tono de la conversación.

1. Evitar el problema

Hablar con alguien sobre su consumo de alcohol puede ser útil, pero no cuando la persona está bajo los efectos de la bebida. Por tanto, la primera medida sería evitar el alcohol en la mesa o, al menos, poner las versiones sin alcohol o menos alcohólicas de lo que se vaya a beber.

También es importante que haya un consenso de los anfitriones para controlar el consumo de alcohol. Más que limitar, el objetivo es que se practique un consumo razonable, no más allá de dos o tres copas, sin que se beba más a lo largo del día. Más alcohol en una jornada se considera una ingesta excesiva.

2. No culpar de manera pública

Los expertos también desaconsejan poner el foco sobre alguien que parece tener un problema de manera pública: ni en el grupo de whatsapp ni en la propia celebración. La persona puede sentirse acosada o humillada y terminaría encerrándose más. Lo normal es que se sienta mal y cuanto peor nos sentimos, más difícil resulta cambiar.

3. Buscar el lugar y la pregunta adecuada

Lo ideal es tener esa conversación de manera serena en un lugar seguro y privado. El objetivo no es culpar o agraviar, sino sacar la bandera roja para buscar ayuda. Y no hay que lamentarse si no resulta una conversación perfecta. Estamos hablando de un problema incómodo que puede llegar a ser grave; lo habitual, por tanto, es que no resulte una charla agradable. Aún así, es importante tratar de no pasar ciertos límites que puedan dañar la relación o la posibilidad de recuperación.

Según los expertos, una buena manera de empezar la conversación es compartir cómo nos sentimos y preguntar si estamos en lo cierto. "Ayer vi que bebiste de más. ¿Te pasa a menudo?" puede ser una buena forma de comenzar.

4. Mostrar empatía

El éxito de la conversación, en realidad, está en escuchar a la persona que tiene el problema. Cuando sea el momento de responder, mejor ser breve y directo, expresando lo que queremos y por qué. La persona afectada debe entender que la apoyamos, aunque tenga que superar ese problema, que quizá todavía no es adicción, pero puede serlo.

5. Prepararse para el fracaso

Muchos bebedores niegan tener un problema y reaccionarán de manera defensiva. En ese caso, los expertos señalan que puede ser útil hacerle ver cómo el alcohol ha interferido en su proyecto de vida.

Puede que la intervención no funcione aparentemente, aunque lo más probable es que haya plantado una semilla que le hará cuestionarse varias cosas. En cualquier caso, no somos responsables de la enfermedad de otra persona ni de su recuperación, aunque nuestro objetivo sea ayudarla.

6. Ser compasivo con uno mismo

Hablar con un ser querido sobre su consumo de alcohol puede animarlo a reducirlo o a buscar ayuda. Pero incluso si no conduce a un cambio inmediato, el hecho de nombrar el problema y requerir ayuda ya es terapéutico. Por tanto, no hay que culparse si las cosas no se desarrollan como esperábamos.

Como decimos, estas conversaciones tienen una parte incómoda y otra productiva, aunque no lo parezcan de inmediato. Como primer beneficio, pueden desmontar la idea de que beber 'un poco' -todos creemos que bebemos menos de lo que lo hacemos- no hace daño a nadie. El alcohol, aún sin llegar a consumos tóxicos, es un anti-nutriente que aporta calorías vacías, sin valor nutricional. Cuando llega a la adicción, los efectos sobre el cerebro son devastadores.

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