Un abrazo puede ser todo lo contrario a la soledad. Y aunque hay muchos momentos del día en los que queremos estar solos, lo cierto es que hay otros tantos en que necesitamos la cercanía del otro. Esa certeza que refuerza una arcana sensación de pertenencia tribal, familiar, social. La vida que hemos construido nos empuja, sin embargo, al solipsismo. ¿Podemos luchar contra ello? Podemos. Y no cuesta nada.
Un abrazo deseado hace que nuestro cuerpo se libere del estrés. Por el contrario, una de las muchas lecciones que nos dejó la Pandemia del 2020 fue que el aislamiento social y la falta de contacto físico, podían afectarnos de una manera sumamente negativa. Robin Dunbar, catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y uno de los principales investigadores en neurobiología del distanciamiento social nos decía entonces que "la falta de estimulación social afecta al razonamiento, a la memoria o al equilibrio hormonal".
Gestos como el abrazo, en cambio, hacen que liberemos oxitocina, una hormona que, como sabemos, fomenta sentimientos de alegría y reduce el estrés y la ansiedad.
Más y mejor
La neurocientífica Ana Asensio, recomienda por ejemplo "14 abrazos al día de al menos ocho segundos cada uno para no caer en depresión". Según comenta la especialista, solo oler a alguien cercano a ti durante ocho segundos baja el cuerpo a la calma. "Los ocho segundos serían ansiolíticos. Ahora, los abrazos de 20 segundos son equivalentes a antidepresivos en tu cerebro".
"Juntando pecho con pecho", asegura Asensio. Aunque hay estudios que aseguran que todos los abrazos son buenos -de hecho, un estudios de la Universidad de Londres determinó que la posición de los brazos no afectaba la reacción de la persona abrazada- este es el tipo de abrazo más 'efectivo'. Eso sí, hay que tener en cuenta la duración del abrazo. Según el mismo estudio londinense, por ejemplo, un abrazo de un segundo no suele tener ningún efecto más allá del protocolar, mientras que un abrazo de más de diez segundos ya produce reacciones en nuestro cuerpo.
Los seres humanos estamos 'diseñados', por decirlo de una manera -otra manera de decirlo es que hemos evolucionado hacia eso-, para la vida en comunidad y los gestos de confianza y cercanía son esenciales para reafirmar ese compromiso social y evolutivo. Por eso nos hacen sentir bien, seguros y menos tensos.