Para Manuel Morato, coronel retirado del Ejército de Tierra (Artillería) y presidente de IDAPS (Instituto de Debate y Análisis de Políticas de Seguridad) el 23 de febrero de 1981 siempre será su cumpleaños más extraño. No porque estuviera a punto de tener su primera hija o porque planeara una fiesta que no tuvo lugar. Aquella noche la joven democracia española pendía de un hilo movido por las fuerzas involucionistas del ejército. El entonces capitán Morato pospuso los planes familiares y volvió al cuartel sin saber muy bien qué depararían las horas. En esa madrugada de silencio y transistores, las fuerzas armadas volvieron a los cauces democráticos de los que nunca se han vuelto a apartar. Así recuerda este militar retirado, experto en Relaciones Internacionales, aquellas largas horas en que pudo cambiar todo.
"Ese 23 de febrero lo recuerdo muy bien y no solo por el golpe de estado. Ese día celebraba mi 28 cumpleaños y mi mujer estaba a punto de dar a luz a nuestra primera hija, que nació tres días más tarde. Yo estaba destinado en el Regimiento de Artillería Antiaérea Nº 71, en Madrid, donde también lo estaba el Capitán García Márquez, uno de los dos oficiales condenados por pertenecer a la Unión Militar Democrática (UMD) que no fueron expulsados de las Fuerzas Armadas. Salí del cuartel a las cinco de la tarde, compré una tarta y al llegar a casa, me encontré con un vecino, suboficial norteamericano destinado en Torrejón, que me preguntó si no sabía lo que estaba sucediendo en el Congreso con unos guardias civiles. No hubo celebración de cumpleaños y, a los pocos minutos, regresé al acuartelamiento de Campamento".
"A las ocho de la tarde ya estábamos reunidos todos los mandos y esperando a recibir órdenes, pendientes de las noticias ante el televisor del bar de oficiales. Había establecido una buena relación personal con el Capitán García Márquez por haberle relevado en el puesto de cajero de la unidad. Recuerdo perfectamente lo nervioso que se encontraba; me confesó que temía por su vida. Allí estaban destinados algunos mandos y compañeros de ideología ultraconservadora que estuvieron implicados un año más tarde en otro intento de golpe de estado, creo que en octubre del 82. Uno de ellos el Coronel Crespo Cuspinera fue detenido por esta causa. Recuerdo que el ambiente era muy tenso y los comentarios de algunos capitanes eran claramente favorables a una participación activa mientras otros permanecíamos en silencio.
En un momento determinado, creo que antes del discurso del Rey, entré en el despacho del Coronel y me llamó la atención que se había sustituido el cuadro del Rey por el del General Alfonso Armada. El General Armada había mandado ese regimiento y era una persona querida y respetada entre los más antiguos; era normal que existiera un cuadro suyo, entre los de los anteriores jefes del regimiento. Al día siguiente, el cuadro del Rey había vuelto a su lugar. La noche fue larga. Algunos esperaban que el Rey diese la orden de poner en marcha la Operación Diana [prevista para casos de emergencia nacional] y su aparición en televisión les descolocó. Fueron unas horas muy largas en las que cualquier cosa podía haber sucedido".
"El 23F supuso un gran cambio en nuestra sociedad. A nivel interno, en las Fuerzas Armadas, la figura del Rey cobró un gran valor. Para los más apegados al pasado y a Franco, el Rey Juan Carlos era una persona con poco carácter, pusilánime, y tras el 23F ya era más difícil trasladar esa imagen y considerarle así. Naturalmente, hubo otros intentos de golpe y 'ruidos de sables' pero el 23F sirvió de vacuna contra ellos. La influencia en los años posteriores ha sido enorme. Sin el triunfo de la joven democracia española sobre el golpe del 23 F es difícil imaginar la entrada en la OTAN y en la UE y, con ella, el gran desarrollo económico de España alcanzado durante los siguientes años.
Para mí tampoco es fácil imaginar que el golpe pudiera triunfar sin derramamiento de sangre o sin una guerra civil a corto plazo".
"Hace poco vimos otro hecho sin precedentes: el asalto al Congreso de Estados Unidos como un intento de impedir la llegada a la presidencia de Joe Biden. Este tipo de actos no son fruto de la casualidad y obedecen a planes perfectamente organizados, lo que no quiere decir que el resultado sea exactamente como lo planean. La utilización de las redes sociales y los medios de comunicación como herramienta para alimentar un determinado clima social, amparándose en bulos, noticias falsas y en medias verdades, permite manipular a un gran número de personas. Esto es algo clásico utilizado por los estados y por los grandes poderes, pero las actuales tecnologías facilitan enormemente la manipulación y la rapidez en su propagación logrando efectos similares a los de armas de destrucción masiva, aunque no produzcan daños materiales, que también pueden causar.
En ningún caso, debemos minusvalorar los efectos que pueden producir. La entrada por la fuerza en el Capitolio ha sido una acción que debe ser analizada y estudiada con mucha atención por todas las democracias occidentales. Y no sólo por los errores relacionados con la seguridad del edificio y de sus alrededores. Si se ha podido organizar o producir algo así en Estados Unidos podemos pensar que cualquiera de nuestras democracias europeas puede encontrarse en una situación similar".
"Algunos consideran que el 23 F logró algunos de sus objetivos, incluso fracasando. Sin entrar en un análisis profundo, para mí el 23 F supuso la consolidación del cambio iniciado con la Constitución del 78, con todo lo que ello significa, incluida la estabilidad económica, social y política de todos estos años. Uno de los mayores problemas que tenía España y que "justificaban" las acciones de los golpistas era el terrorismo de ETA y fue resuelto durante este largo período, entre otras cosas, porque el pueblo vasco se convenció de que la lucha que protagonizaba ETA ya no tenía sentido en una democracia".