Has pasado años regañando a tus hijos para que dejaran el dichoso móvil y se pusieran a estudiar y ahora, sin embargo, eres tú quien no dejas de conectarte a Facebook para ver si alguien ha actualizado su perfil o a Instagram para ver la última foto de tus seguidos. ¿Te habrás generado una adicción al móvil y las redes sociales?
La adicción a las redes sociales y al uso indiscriminado del teléfono móvil es un hecho en nuestra sociedad que ya no afecta únicamente a los más jóvenes, sino, cada vez más, a los adultos. Hay padres preocupados por el uso que hacen sus hijos de las redes sociales, pero, a veces, son ellos los que se enganchan.
Según Javier Urra, Académico de Número de la Academia de Psicología de España, "el ser humano tiende a la adicción: si las personas tienen aspiraciones de ganar mucho dinero, se harán ludópatas; si quieren ponerse muy fuertes en poco tiempo, vigoréxicas; si se obsesionan con su trabajo, trabajólicos; por lo que, cuando hay algún estímulo que refuerza una tendencia, se puede convertir en una nueva adicción".
En el caso de la adicción al teléfono móvil influye un factor fundamental: el ser humano quiere estar comunicado y, a su vez, estar emitiendo información en todo momento. El miedo a quedarse fuera de ese círculo vicioso es lo que se ha venido a llamar FOMO (Fear Of Missing Out) o, en español, "miedo a perderse algo". Por eso, por ejemplo, los españoles miramos el móvil unas 150 veces al día, según el informe 'Estamos Hiperconectados' de finales de 2018.
"Es muy habitual que, cuando una persona sale de casa y se da cuenta de que no lleva el teléfono, se dé la vuelta y vaya a por él, ya esté a 10 metros o a 10 minutos, porque, por un lado, si te escriben y no contestas, el resto de la gente se preocupa; por el otro, esa persona cree que no puede estar el día 'desconectada' de la actualidad", explica Urra.
Los datos también lo confirman. El 'I Estudio sobre el impacto emocional y económico del uso del teléfono móvil' concluye que los españoles "pasamos entre 4 y 6 horas diarias enganchados al móvil", que un 65% de los encuestados "siente ansia si pierde el móvil" y un 72% afirma que viviría con bastante o mucha ansiedad un robo de su dispositivo móvil.
Todo este conglomerado de actitudes, sistemas de recompensas inmediatas, hiperconexión, etc., genera, a juicio del Académico, una dependencia grupal que va más allá del individuo y, si no se maneja bien, puede llevar a una adicción.
Del mismo modo que no todas las personas que beben alcohol se vuelven alcohólicas ni todos los que alguna vez se han fumado un porro se han convertido en drogadictos, no todos los usuarios de los teléfonos móviles se van a convertir en adictos por el mismo acto de usarlo.
"La clave, en este sentido, es que la persona sea proclive", explica Urra. "Si una persona tiene un determinado bagaje personal, un caldo de cultivo en el que pueda prosperar esa adicción, es más fácil que ocurra respecto a una que no sea proclive".
Además, también influye otro factor importante: la soledad. Para el psicólogo, "la soledad se maneja mal: cuando las personas están solas, por ejemplo, esperando la parada del autobús, prefieren estar escribiendo a todo el mundo por WhatsApp que pensando en sus propias cosas. Han de permanecer comunicándose siempre con el exterior, por una necesidad que se han autoimpuesto".
Una vez se ha caído en esta adicción, se tiene que tratar como cualquier otra; es decir, mediante especialistas formados en psicología. Los profesionales van a poder ayudar a estas personas a autocontrolarse y buscar refuerzos positivos en otros aspectos de la vida alejados del 'placer' que les produce el teléfono móvil y las redes sociales.
"La clave es que estas personas vean no solo lo que la pantalla les aporta sino, sobre todo, lo que cada uno se está perdiendo de su vida alrededor", comenta Javier Urra. En definitiva, se trata de hacer un buen uso de manera racional de los dispositivos que tenemos a nuestra disposición y ponerse unos determinados límites de sentido común para no abusar de las redes sociales y otras herramientas. Algunas de estas acciones que puedes llevar a cabo son:
1.- Ponte un límite de veces que miras el móvil: existen aplicaciones que te pueden ayudar en este objetivo. Una de ellas es 'Forest', cuyo funcionamiento es tan sencillo como que cada vez que mires tu teléfono móvil en un intervalo inferior a media hora se caerá una hoja de un árbol virtual que tienes que hacer que crezca hasta lo más grande.
2.- Pon normas con tus amigos: intenta convencerlos para no usar el teléfono móvil mientras estáis juntos. Así favoreceréis la conversación, os miraréis a los ojos y, a buen seguro, os lo pasáis mejor.
3.- Déjalo en casa: ponte a prueba dejando el teléfono en casa un día a la semana. Al principio puede generar estrés y ansiedad, pero cuando te acostumbres, y tu entorno también lo haga, lo vas a agradecer.
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