¿Recuerdas cuando durante lo más duro de la pandemia del Covid-19 leías sin parar durante horas noticias sobre el coronavirus, a cada cual más frustrante y descorazonadora? Probablemente fuiste adicto al 'doomscrolling' o 'doomsurfing', un fenómeno que ha vuelto a reavivarse con el estallido de la guerra en Ucrania y que se refiere al hecho de dedicar mucho tiempo de forma obsesiva a navegar en la red, sobre todo en las redes sociales, en busca de información negativa.
Doom en inglés significa 'muerte' o 'fatalidad' y scrolling es la acción de desplazarnos hacia abajo en las pantallas de nuestros dispositivos. Se cree que el término se originó en 2018 en Twitter y ganó popularidad en 2020 con la pandemia para describir un comportamiento nuevo y único que se daba en personas de todo el espectro ideológico.
En tiempos de crisis tenemos la necesidad urgente de estar informados para adquirir seguridad. Tememos perdernos algo, cualquier cosa, y necesitamos estar constantemente conectados a nuestros teléfonos. El 'doomscrolling' responde a algo más que la necesidad de mantenerse informado, es el producto de combinar una crisis y un smartphone con un suministro de noticias inagotable, inmediato y sin filtro.
Sin embargo, en la era de la desinformación y las 'fake news' hay que tener mucho cuidado con lo que se consume o de lo contrario nos podremos dejar arrastrar por la conspiranoia y la negatividad. El filósofo británico Walter Benjamin decía que "el ser humano es el único animal que encuentra placer al ser espectador de su propia destrucción", y esa sería otra de las causas que explican este comportamiento compulsivo. Según la periodista de la BBC Jessica Klein, sentimos una especie de "placer" o "comodidad" en ser testigos de todo el mal que pasa en el mundo.
Lo que sí parece claro es que el 'doomscrolling' tiene consecuencias a nivel psicológico. Puede llegar a afectar la rutina de sueño y acrecentar la angustia y el estrés. No está claro si esta práctica causa ansiedad o si es la ansiedad lo que conduce a ella, aunque los expertos tienden a creer que ambas se retroalimentan. Sí se sabe que es un fenómeno específico de estos tiempos y que entre los 'doomscrollers' no hay diferencias ideológicas, según un estudio de la Universidad de Florida. Es decir, los hay tanto en la izquierda como en la derecha, aunque los hombres y los jóvenes tienen más probabilidades de desarrollar este comportamiento que las mujeres y los adultos mayores.
Una vez que uno es consciente de que tiene un problema de 'doomscrolling', lo primero que hay que hacer es admitirlo. Si se presiente que se tiene una adicción a consumir noticias negativas es esencial en primer lugar identificar esa tendencia y después tomar medidas para modificarla. Atajar esta práctica pasa por establecer una rutina de uso de nuestras redes sociales.
En ese sentido, hay trucos que pueden ayudar a desconectar, como fijar una hora por la noche en la que ya no miraremos más el móvil. De hecho, el 'doomscrolling' nocturno es todavía más dañino que el diurno, pues la luz del teléfono inhibe la secreción de melatonina. Es recomendable no ver la misma noticia en distintos medios, con una vez debería ser suficiente. Intenta no revisar el móvil de manera compulsiva y automática. También ayudaría establecer ciertos momentos para usar el móvil para algo positivo, como conectar con personas de nuestro entorno.
Hay que procurar rellenar nuestro tiempo con actividades que no impliquen echar mano del smartphone, como dar paseos, tanto en soledad como en compañía. El ejercicio físico y las respiraciones profundas le dan a tu mente un descanso y aumentan el nivel de serotonina, un neurotransmisor esencial para sentirse bien. Es importante fomentar la vida exterior para tomar conciencia de que el mundo no es tan terrible como parece en las noticias.