Basta con entrar a Twitter y buscar "coronavirus" para reconocer la alerta. Un primer mensaje que publica la plataforma dice así: "Asegúrese de tener la mejor información sobre el coronavirus", y enlaza al perfil verificado del Ministerio de Sanidad.
La pandemia y la crisis que esta ha desatado a todos los niveles ha sido el caldo de cultivo definitivo para potenciar la proliferación de fake news. Ya lo advertían en febrero el director general de la OMS, Tedros Adhanom, y Alex Ng, del grupo de salud digital. Un peligro de "infodemia" (desinformación vs medicina), con un papel clave en el control del brote, con el que los datos les han dado la razón. En España, durante el confinamiento, el número de noticias falsas diarias ascendió de 170 a 253 por día, apuntan desde Deusto Formación. El 58,6% de estas noticias eran en torno al virus.
Una amenaza directa y tangible contra la salud que nos ha puesto en alerta: ¿Qué efectos causan en nosotros? ¿Por qué nos las creemos? ¿Cómo aprendemos a identificarlas? Recopilamos las lecciones aprendidas.
Ni las falsas curas del virus bebiendo alcohol. Ni los escáneres de temperatura que detectarían los contagios. Ni, en los últimos días en medio del ambiente de crispación política y protestas antirracistas, los audios de Pablo Iglesias sobre la Guardia Civil o la supuesta foto de los padres de Trump ataviados con las túnicas del Ku Kux Klan son ciertos.
"Las fake news, los bulos y la información falsa siempre han existido como mecanismo para influir en otros y desestabilizar", explica Inmaculada López, coordinadora del seminario Psicología, desinformación y fake news. Vulnerabilidades, Seguridad y Defensa en la era digital, de la UCM. "El auge se debe a un medio para generarlas y difundirlas de forma muy rápida y barata: las redes sociales".
Si a esto se le suma un momento de mayor incertidumbre y ansiedad entre la población, con temas que ya de por sí tienen una alta carga dramática, los efectos se multiplican. Como contaba Ramón Salaverría, autor de Cibermedios. El impacto de internet en los medios de comunicación en España, a CNN, se está dando una "creciente polarizacion de la información, particularmente ideológica. Para poder compartir información y que esta genere un tráfico importante, esta tiene que ser intensa y exagerada y generar polarización". Y así lo aprovechan sus creadores.
Como explica Salaverría, estas noticias ofrecen a menudo información muy polarizada. Estas nos llegan ahora tras tres meses de ansiedad colectiva sostenida en altas dosis. Y esto, previsiblemente, y como apunta Inmaculada López, "nos sienta mal. Claro, que es precisamente lo que este tipo de noticias y campañas pretenden. Generar confusión, pérdida de confianza, polarización…".
En un artículo de la publicación argentina El Tiempo, Aranxta Duque Moreno, directora del grado de psicología y profesora del máster universitario en neuropsicología clínica de la Universidad Internacional de Valencia, contaba que este tipo de noticias facilita la activación de la respuesta de alarma, aumenta la ansiedad, la preocupación y el miedo y repercuten en los patrones de comportamiento de la población".
Y esto sin importar si el contenido en verídico o no. Como subrayaba Duque, "la rápida y masiva llegada de información sobre el coronavirus puede ser suficiente para iniciar respuestas defensivas (y otras respuestas emocionales) organizadas a través de las conexiones eferentes de la amígdala, e impedir afrontar cualquier crisis con eficacia".
La primera lección aprendida sería entonces evitar la exposición a tal cantidad de información. "La información, como el conocimiento, es positiva. Pero no por poseer mucha información tenemos un conocimiento fiable. Como vemos, la información también puede ser manipulada con el fin de confundirnos, es importante saber y aprender a distinguir información de calidad de aquella que no lo es, pero además ser críticos", explica Inmaculada López.
Para conseguirlo sin dejar de estar informado, una de las recomendaciones que han destacado los expertos a lo largo de estas semanas ha sido la de dedicar un momento concreto del día a esta tarea. Y hacerlo recurriendo a fuentes fiables, que hayamos elegido premeditamente y preferiblemente oficiales.
Un estudio de la UCM revelaba que el 86% de las personas en España tiene problemas para identificar si está ante una noticia falsa o bulo. El proceso de alfabetización digital y mediática, explica López, tiene que ver con "identificar fuentes y medios fiables, leer en profundidad una noticia antes de compartirla, analizarla...".
Además de recurrir a plataformas de fact-checking como Newtral Fact-check, Maldita.es, EFE Verifica o FactCheck.org, existen algunos consejos que proporciona esta última para detectarlas cuando nos las topamos.
Esto no es suficiente. Como explica Inmaculada López, siempre existe el peligro de tender exclusivamente a interesarnos e informarnos por aquello a lo que somos afines. "El deseo, e incluso podríamos decir que el placer, de que una información confirme mis creencias y me reafirme es muy poderoso. Está relacionado con el sentimiento de identidad y de pertenencia al grupo. Por eso los mecanismos de fact checking son necesarios pero no suficientes, el impacto que estos tienen siempre es menor que la difusión del bulo", explica la doctora en psicología.
Una información que coincide con la de otro estudio reciente publicado por Misinformation Review, realizado sobre 7.000 estadounidenses, que apuntaba el hecho de que enfatizar en la fuente o medio que difunde la información no tenía una repercusión significativa a la hora de frenar la difusión de la información ni de cambiar la creencia del lector.
"Hay un problema de polarización social, es el estás conmigo o estás contra mí", reflexiona Inmaculada López. "No se permite el encuentro con el otro, lo que tenemos en común, la posibilidad del acuerdo, de valorar las ideas del otro y su consideración. Lo vemos todos los días en noticias de todo tipo. Es un problema de convivencia democrática, de amenaza a la democracia liberal, de sentimentalización de la política".
Esa división que invade desde el Parlamento, a las calles, a los grupos de WhatsApp, nos cuesta en muchas ocasiones un disgusto personal. ¿Qué hacer cuando esas noticias falsas, bulos o incluso mensajes de odio nos llegan a través de un ser querido? "Si queremos combatir la desinformación en nuestro entorno, deberíamos hablar con nuestros seres queridos directamente. Tener empatía y tratar de entender por qué puede que se haya creído esa información errónea", recogía The New York Times en su newsletter sobre tecnología. "A todos nos ha colado en algún momento una noticia falsa", recuerda Inmaculada. "Si eso ocurre creo que lo correcto es analizar la información y comentarlo con esa persona de una manera asertiva".
Antes conviene poner en valor de qué persona estamos hablando y cuáles pueden ser sus intenciones al eviárnoslo. "Puede que en algunas ocasiones nos la envíe alguien que quiera fastidiarnos. Creo que hay que evitar confrontar y buscar una manera inteligente de mostrar el error. Valorar también el contexto y el momento. Por ejemplo, si me llega una noticia de una persona cercana sobre un remedio para el Covid-19 basado en plantas medicinales, puedo entender que responde a un momento de ansiedad, preocupación importante. La incertidumbre es un caldo de cultivo para las fake news. Hablemos con esa persona y contrastemos con información de fuentes oficiales y fiables para evitar consecuencias desagradables".