"No hay ninguna forma buena y correcta". Son las primeras palabras de los psicólogos cuando les preguntamos sobre los pasos a seguir para contarles a tus familiares que tienes cáncer. Después de la fase de asimilación, de superar el shock inicial, informar a tu entorno antes de comenzar el tratamiento puede resultar clave para sobrellevar bien la enfermedad. Hace unos días salía a la luz la noticia de que la periodista Julia Otero padece algún tipo de tumor maligno y dejará el programa del que está al frente para centrarse en el tratamiento. Hablamos con Marta de la Fuente, responsable del servicio de Psicooncología del hospital MD Anderson Cancer Center Madrid, para que nos explique las claves de esta comunicación, tanto en el plano familiar como en el profesional.
¿Se lo digo? ¿no lo hago? ¿qué será lo mejor para él? Son algunas de las preguntas que se pasan por la mente del enfermo de cáncer al pensar en su familia. El miedo a preocupar o hacer daño al ser querido es un sentimiento que pesa demasiado. Cuándo. Cómo. Dónde. No hay una respuesta universal. "Depende del tipo de familia, de la relación, del vínculo y de los rasgos individuales de cada uno", explica de la Fuente. Sin embargo, sí que hay unas recomendaciones generales que los profesionales suelen hacer. "Es muy importante la naturalidad, la cercanía, la tranquilidad y el dar una información sincera, sin mentir ni ocultar, aunque nos cueste".
Esto no significa que haya que contar todo, tampoco no hacerlo, la libertad es plena. "Dar la información que se crea la justa y necesaria en cada una de las circunstancias y sobre todo la que nosotros queramos. El paciente tiene derecho a contar hasta un punto y no quiere comunicar al 100%. Todo vale", apunta la experta. Sea cual sea el punto que se decida, lo que sí que es fundamental es estar abierto a posibles cuestiones o preguntas y entablar una comunicación transparente en la que se reconozcan los sentimientos de miedo o angustia, que son los normales y no se deben reprimir.
La familia forma parte del proceso y por eso es tan importante que estén al tanto de la situación. "Son el gran apoyo del paciente, están ahí para ayudar y comprender, para acompañar en los momentos difíciles y también en los buenos. Tanto en el plano físico como en el emocional, su presencia beneficia mucho al enfermo", apunta la psicooncóloga, que recalca también la necesidad de llamar al cáncer por su nombre. "Aunque al principio sea duro, llamarlo por su nombre nos ayuda a entender lo que significa, pero es difícil y por ello no hay que forzarse, forma parte del proceso de adaptación a la nueva realidad. Es común que al principio ni la familia ni el paciente puedan utilizar el nombre propio".
Descubrir que tienes cáncer genera un shock, un impacto, una revolución emocional. Cada persona lo vive de forma diferente, pero la incertidumbre siempre está ahí por lo que es normal que te desestabilice y no sepas cómo gestionarlo. Para ayudarte con eso, el entorno es fundamental. "Normalmente ayuda mucho darle normalidad con los amigos, en el puesto de trabajo, con la familia… el proceso en sí ya es estresante como para estar ocultando. A veces la ocultación genera más angustia y el poder hablar sin tapujos es una liberación". Además, forma parte también de la concienciación a la población y a no estigmatizarla.
Cuando hay niños o adolescentes de por medio, la situación puede hacerse incluso más complicada. "Suponen un estrés añadido, conviven con el enfermo y dependen económicamente de él. Entra en juego el miedo a abandonarles, a perderse momentos importantes de su crecimiento. En estos casos es habitual un sufrimiento mucho mayor debido a los miedos asociados a que el cáncer tenga un mal final", apunta de la Fuente.
Al comunicar a los pequeños la noticia de la enfermedad, no debemos caer en el error de evitar la palabra cáncer, esto solo retrasará que el niño se entere y ganarse su confianza en las etapas iniciales y saber que pueden confiar en nosotros es fundamental. Eso no quiere decir que no tengamos que adaptar el lenguaje dependiendo de la edad, como también es importante saber el significado que les van a dar a las palabras que utilicemos.
"Cada uno elegirá la mejor forma de hacerlo y eso va a depender del tipo de persona que seamos: ansiosa, nerviosa, triste… y también de la facilidad que tengamos para externalizar los sentimientos. En esto las mujeres suelen ser mejores, pero el patrón, gracias a Dios está cambiando. Además, hay que tener en cuenta que no es lo mismo afrontar la enfermedad a los 20 que a los 50, estos últimos tienen menos vitalidad, el desgaste es diferente”, concluye la experta.
El periodista Melchor Miralles Para él, la familia fue clave sobre todo en los momentos más difíciles de lucha, cuando estaba ingresado en el hospital. Su hijo, el cantante Jacob Mey, le escribió una canción para normalizar la enfermedad y darle la fortaleza necesaria para superarla. Uppers los sentó juntos para hablar de la letra, la comunicación, el cáncer y los sentimientos. Aquí la entrevista entera, dale al play.