Descubrir altas capacidades en la edad adulta: "Crecí pensando que llevaba conmigo una especie de maldición"

  • Luz González descubrió que era una persona altamente capaz cuando se vio reflejada en su hijo, que también lo es. Hasta entonces trató como pudo de desarrollar sus extraordinarias habilidades

  • El 2% de la población nace con superdotación, pero la mayoría pasa desapercibida, a pesar de que ya existen medidores de calidad

  • Decenas de personas relatan en el libro 'Altamente capaces (y divergentes)' las dificultades que tuvieron para desplegar sus habilidades sin sentirse extraños. Su testimonio ayudará a mucha gente que aún no sabe que lo es

"Crecí siendo la típica niña tímida, asustadiza y cohibida que se escondía detrás de sus padres o agachaba la cabeza cuando los profesores lanzaban preguntas al aire. Pero la pequeña oruga sacudió finalmente sus alas, salió del capullo y echó a volar con una fuerza imparable y descontrolada, casi como si tuviera que recuperar el tiempo perdido". Es el testimonio de Luz González Rubin, técnico de Integración Social y persona con altas capacidades (y divergentes, como a ella le gusta matizar). Goza de un cociente intelectual superior a 130, un privilegio reservado al 2% de la población, según la Organización Mundial de la Salud, y pertenece también a ese grupo que nunca recibió tal diagnóstico.

Primera señal: una curiosidad insaciable

De aquella época Luz recuerda una curiosidad insaciable, un deseo infinito de saber sobre la existencia, la naturaleza o la muerte. Y no se conformaba con cualquier respuesta. Le gustaba escribir y tenía unas condiciones extraordinarias para el dibujo y la música. Eran los años ochenta y apenas existían test o estimadores de calidad. Le tocó convivir con sus cualidades como pudo, igual que a la gran mayoría de los niños, hoy adultos, que entonces nacían con ese coeficiente intelectual muy por encima del normal.

Un superdotado es una persona con cualidades, sobre todo intelectuales, que exceden de lo normal. Hoy se prefiere el término altas capacidades, que hace referencia a esas personas que, además de su extraordinario cociente intelectual, destacan por diferentes habilidades en el campo musical, intelectual, personal, lingüístico, lógico matemático, filosófico o corporal. "Muchos -añade Luz- pudieron haber creado o inventado cosas nuevas y maravillosas, pero nadie se interesó por sus capacidades".

Ahora mismo en España podría haber alrededor de un millón de personas altamente capaces. Si nos fijamos en las estadísticas actuales del Ministerio de Educación, solo hay identificados 27.133 alumnos. Esto significa que habría 135.584 alumnos superdotados escolarizados sin recibir una educación específica. Son estudiantes con una competencia de aprendizaje muy superior a la media y una forma de aprender radicalmente diferente.

Decenas de relatos en primera persona

Si esto es así hoy, es fácil imaginar cuántos adultos de altas capacidades se quedaron sin un tratamiento educativo diferenciado. ¿Cómo han desarrollado su vida? ¿Qué amistades eligieron? ¿De qué forma encauzan su creatividad? ¿Qué tipo de manías u obsesiones tienen? ¿Cómo son percibidos por sus parejas y cómo educan a sus hijos? ¿Desearían haber nacido con otras cualidades?

Son estas dudas las que motivaron tanto a Luz como al historiador y teólogo Rafael Pardo (también con altas capacidades) a plantearlas en forma de cuestionario a personas adultas entre 40 y 55 años. A sus respuestas añadieron su propio testimonio personal y también revelaciones de muchos escritores, artistas e intelectuales, y el resultado es un libro que lleva por título 'Altamente capaces (y divergentes)'. En él recogen momentos decisivos de sus vidas cotidianas con la idea de que otras personas puedan reconocerse, "porque décadas atrás nadie pudo entenderlas ni proponerles planes educativos especiales y tuvieron que sobrevivir a su modo".

Querer saberlo todo, sin programa ni guías

Los autores se identifican plenamente con pensamientos como el del escritor Giovanni Papini en 'Un hombre acabado': "¿Qué quería aprender? ¿Qué quería hacer? No lo sabía. Ni programas, ni guías. Ninguna idea precisa. De aquí o de allá, este u oeste, hacia arriba o hacia abajo. Solo saber, saber, saberlo todo. ¡He aquí la palabra de mi desastre: todo!"

¿Qué quería aprender? ¿Qué quería hacer? No lo sabía. Ni programas, ni guías. Ninguna idea precisa

En todas las épocas y lugares podríamos encontrar a personajes como Beth Harmon, la protagonista de 'Gambito de Dama'. Solo necesitó un tablero para descubrir que era un prodigio del ajedrez. En su caso, a medida que sumó éxitos, se volvió cada vez más dependiente de las drogas, hasta perder el control de su vida. Su biografía valida una frase de Truman Capote: "Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse". La frustración por no saber encarrilar esa excelencia aboca a veces al fracaso.

¿Distraídos? No, su cerebro obvia lo que es poco relevante

Los autores de 'Altamente capaces (y divergentes)' reconocen que se ha escrito una ingente cantidad de literatura científica en torno a la cuestión de las altas capacidades en niños y en cómo detectarlas. Sin embargo, en adultos es casi inexistente. Tampoco en las aulas se presta demasiada atención a la detección temprana, con evaluaciones psicopedagógicas y formación adecuada del profesorado, a pesar de que el término ya se encuentra en la legislación española y se utiliza para definir a los niños que, por su alto nivel intelectual, necesitan una educación especial. "Sin esta formación específica, los niños tienden a distraerse. Su cerebro prefiere obviar lo que considera poco relevante", advierte Luz.

Durante mucho tiempo, dice que creyó que llevaba consigo una especie de maldición. "Nadie se entusiasmaba tanto como yo ante los acontecimientos felices y, al mismo tiempo, ninguna persona explotaba como yo ante los atropellos inconscientes e injusticias evidentes", explica. Como la gran mayoría de las personas con altas capacidades, Luz era muy crítica consigo misma, tenía una actitud perfeccionista y destacaba por su gran sensibilidad emocional. Pero tuvo que ser madre para poder ponerle nombre y reconocer en su hijo, también con altas capacidades, el reflejo de todas aquellas inquietudes infantiles: "Enseguida me sorprendió con sus preguntas existenciales precoces sobre nuestro origen o la existencia de Dios, sus razonamientos y su gran sensibilidad".

Además de madre, es esposa e hija de personas altamente capaces y multipotenciales. Y no son los únicos. "La mayoría de los adultos de mi familia que tienen altas capacidades no han sido tenidos en cuenta como tales, ni en sus potencialidades ni en sus necesidades educativas", lamenta. Incluso confiesa que ha habido casos en los que la humillación, el abuso psicológico, la falta de recursos, las carencias afectivas o la enfermedad física y mental han marcado sus vidas. "Pero no solo han salido adelante, sino que han conseguido grandes logros".

"Los profesores me obligaron a rebajar mi nivel de conocimiento"

Cualquiera de los testimonios recogidos en su trabajo sirve para manifestar ese vacío en el que creció este grupo de aventajados. Un virtuoso de la música recuerda con horror las clases extraescolares de flauta y el cuadernillo pautado de partitura: "Para mí, suponían reglas ejercicios militares para domar el instrumento, vencerlo o venerarlo. Mi encuentro con los instrumentos fue anárquico y primario, curioso y libre. Solo pretendo hacerles hablar, escuchar y comprenderles".

Otro de ellos cuenta que fue sospechoso de copiar: "Con quince años hice un trabajo sobre Bécquer y sus poemas, tratando de reconstruir la relación con su amada, sonsacando entre líneas, plasmando los matices de una relación llena de altibajos. El resultado fue brillante, por lo visto, ya que el profesor se limitó a preguntarme de dónde lo había sacado, a quién le había copiado o si lo había hecho algún familiar. También recuerdo las ocasiones en las que los profesores me obligaron a rebajar mi nivel de conocimientos". Y dice que podría continuar poniendo ejemplos hasta el infinito, pero no quiere ser cenizo. Al menos, el aburrimiento en clase le llevó a desarrollar su habilidad para el dibujo y es algo que agradece con ironía a sus "venerados profesores".

En el relato de las personas que han respondido a estos cuestionarios aparece continuamente el aburrimiento profundo en la escuela o la universidad. "No encontraban ningún sentido a lo que aprendían", insiste Luz. En unos casos, el profesor se sintió molesto por el mero hecho de ser preguntado. En otros, el alumno pasó sin llamar la atención, por miedo, vergüenza o timidez, tratando de adaptarse a lo que se esperaba de ellos. Numerosos estudios a nivel mundial corroboran la existencia de niños altamente capacitados con bajo rendimiento escolar debido a que las tareas se vuelven poco estimulantes y tediosas.

Tampoco el profesorado estaba capacitado -ni siquiera lo está actualmente- para comprender, detectar o asumir planes educativos para este colectivo. "La enseñanza regular está dirigida al alumnado medio y por debajo de la media". Los altamente capacitados además son percibidos con desconfianza por el profesorado. Este se siente amenazado, cuestionado o presionado con sus preguntas y comentarios.

Es posible que tú también seas una persona con altas capacidades

En el libro, Luz y Rafael lo resumen en tres dimensiones importantes: una capacidad intelectual superior a la media, un alto grado de dedicación a las tareas y un alto nivel de creatividad. Enumeran, además, algunas señales muy específicas en la infancia que te pueden ayudar:

1. Formulabas muchas preguntas e imprevisibles

2. Terminabas las tareas antes y con aplicación completa y dedicabas el tiempo libre a investigar

3. Te mostrabas independiente con respecto a tus compañeros

4. Eras observador, agudo y despierto

5. Te gustaba poner en evidencia los fallos del profesor

6. Elaborabas estrategias para resolver las tareas y mostrabas una perseverancia vehemente

7. Eras competitivo

8. Captabas el sentido del texto con facilidad y tu velocidad lectora era superior

9. Originalidad en tus composiciones, juegos o imaginación

10. Indiferencia ante motivaciones extrínsecas (premios, calificaciones, remuneración…)

11. Lenguaje rico en expresiones, elaboración y fluidez

12. Rapidez en cálculos y razonamientos

13. Gran independencia en el trabajo. No necesitabas supervisión

14. Gran curiosidad