Sigo siendo un fan a los 50: "Me gustaría tener más tiempo para disfrutar de esta pasión"

  • Es en la adolescencia cuando más propensos somos a idolatrar cantantes, actores o futbolistas. ¿Qué lleva a personas sénior a mantener su afición?

  • Roberto (58), José (46) y José (52) cultivan la admiración con madurez pero con la misma ilusión que en su juventud.

  • "Si no interfiere en la vida familiar, social ni laboral, es positivo", asegura un psicólogo.

Se suele asociar el término "fan" a la adolescencia, etapa en la que tendemos a buscar modelos que nos ayuden a fijar nuestra personalidad. Es también cuando con más ardor expresamos nuestras pasiones. Por lo general, el paso de los años suaviza aquel encendido fervor de juventud, pero no siempre. Muchos adultos, incluso pasados los 45, mantienen viva la llama de su temprana afición, y con la templanza de la madurez, pero con idéntico gozo, siguen disfrutando de su admiración por un grupo musical, una saga cinematográfica o un equipo de fútbol.

"Todos de pequeños hemos idealizado a alguien, que nos ha servido de modelo para desarrollar nuestras capacidades", indica el psicólogo José Elías Fernández. "Pero a medida que llegamos a la edad adulta y hemos consolidado nuestro proceso de identidad, ya no tenemos necesidad de idealizaciones, y por lo tanto dejamos de ser fans de algún personaje público o grupo". El fanatismo evoluciona a medida que se cumplen años. "Los fans adultos, más que ser ídolos de personajes, son de sus canciones, obras, libros o forma de vida. No buscan emular al artista sino rendir culto a sus obras", añade este experto.

El psicólogo señala que en otros tiempos se pensaba que el adulto fan tenía algún problema de personalidad, que vivía "en una eterna adolescencia, como si no hubiera madurado". Esta percepción negativa ha cambiado: "Las industrias del cine, los libros, la música… han generado distintos tipos de fan, no solo adolescentes, sino también de adultos". La admiración a un ídolo es positiva cuando "se practica en momentos de ocio y no interfiere en la vida familiar, social y laboral de la persona: entonces genera bienestar". Ni siquiera tiene por qué afectar la relación de pareja: "Cuando se llega a un acuerdo es beneficioso para ambos —continúa José Elías Fernández—, ya que sirve de distanciamiento momentáneo para cargar las pilas y reconocer el amor a la pareja".

Roberto y los Rolling Stones: "Me aportan energía y libertad"

La devoción por los Rolling Stones de Roberto (57), abogado bilbaíno, nació en el verano de 1975, poco antes de cumplir 13 años. "Fui a un campamento del colegio", evoca. "Era terrible: con disciplina castrense y rigor religioso. Los mayores se reunían a la noche al lado del río a beber botellas de vino, fumar cigarrillos y hablar de música. Ponían siempre una casete de los Rolling Stones. Yo me sumaba, solo por escuchar la música y oírles charlar. Me resultaba muy atractivo. Cuando llegó mi cumpleaños, les pedí a mis padres que me regalasen ese disco en LP. Es un recopilatorio que se titula Milestones, cuya primera canción es Satisfaction. Y a partir de ahí me interesó todo lo relacionado con los Stones, el rock and roll y lo que hay a su alrededor".

En esos más de 40 años de militancia "stoniana", Roberto ha visto a su banda predilecta 15 veces, por toda España, y una de ellas en Londres, en el concierto por el 50 aniversario de su mítica actuación gratuita en Hyde Park. Atesora su discografía completa (y unos 2.000 vinilos de otros grupos de rock), muchos libros (tanto de fotografías como biográficos, DVDs, programas oficiales de cada gira, camisetas… "El bajista original, Bill Wyman, me firmó su libro sobre sus vivencias con el grupo", dice Roberto. "He invertido mucho en el rock and roll, pero ¿qué le vamos a hacer? Es mi gran pasión. Sarna con gusto… Y ahora que han vuelto los vinilos, vuelvo a comprarlos, y eso que son muy caros, así que estoy pendiente de las ofertas".

La edad no ha mitigado su entusiasmo. Asegura que, además de los grandes clásicos, con los Stones a la cabeza, le interesan grupos nuevos. Comparece regularmente en garitos pequeños de su ciudad y festivales de rock de todo el país. También le brinda la oportunidad de socializar, pues a sus amigos de toda la vida ha sumado otros con quienes comparte gustos rockeros. "Tengo una serie de gente con la que me relaciono mucho y que también están alrededor de la música. Nos juntamos para ir de potes y de lo único que hablamos es de rock. Es un poco obsesivo, pero nos gusta tanto…".

Afirma que lo vive "con la misma ilusión que cuando tenía 13 años. Con más fuerza, casi. Me aporta mucha energía, libertad… Me da muy buen rollo. Me hace sentirme bien. No tengo monotonía en mi vida". Si algo lamenta, es que sus obligaciones le impidan dedicar más tiempo a su pasatiempo. "Por mi profesión tengo muy poco tiempo libre. Y tengo que ocuparme de mi hija, de mis padres, que son ya mayores… Pero el poco tiempo que tengo lo dedico por entero a la música. De repente me ha dado por tocar la batería. Muy raro es el día que no pongo un LP en casa. A diario subo a mis estados de WhatsApp una canción con su vídeo. Sigue siendo una cosa muy atractiva para mí. Me enriquece muchísimo. Me gustaría tener más tiempo para disfrutar de esta gran pasión".

José y la saga 'Star wars': "Es empezar la película y me emociono"

Según una encuesta de Spotright, el fan medio de Star wars es varón y tiene 46 años. José, profesor alicantino que da clases de Historia en un instituto, responde exactamente a ese perfil. Como muchos otros niños en los años setenta y ochenta, quedó completamente extasiado cuando contempló por primera vez a Darth Vader, Luke Skywalker, Leia, Han Solo, Yoda y el resto de fantásticos personajes de Star wars. "Recuerdo haber visto en el cine El imperio contraataca y me impactó mucho. Jamás olvidaré la primera vez que sale Darth Vader. Y cuando te enteras de que es el padre de Luke…, te impacta un montón. Cuando se estrenó la tercera película (yo tendría 9 o 10 años), obligué a mi padre a verla tres veces seguidas".

Star wars es más que un producto cinematográfico: algo tiene que ha calado en millones de adeptos en todo el mundo. "Es un mundo aparte, con sus malos, sus buenos…", explica José. "Van saliendo personajes secundarios con los que te encariñas. La relación entre los androides y los humanos es muy atractiva. Es un universo muy fácilmente trasladable a la realidad".

Como él dice, "las cosas que te gustan de pequeño te acompañan toda la vida". Y José es un buen ejemplo. Su fascinación por aquella galaxia muy, muy lejana ha superado la prueba del tiempo. Posee —por supuesto— todas las películas en DVD, la serie de libros Universo expandido, sigue varios grupos de Facebook dedicados a la franquicia… "De pequeño me compraba muñequitos; como mi familia no era especialmente pudiente, tenía pocos, pero los guardo como oro en paño", nos cuenta. Nunca le ha dado por disfrazarse: "Me habría gustado hacerlo de Darth Vader. Para mí es el personaje fetiche de la saga. Aglutina todo: ha sido muy bueno, luego muy malo, y por último se redime. Si quieres disfrazarte bien, sale muy caro… Pero no lo descarto".

Fan también del pop-rock español de los ochenta (Los Secretos, Antonio Vega, Hombres G), José tiene su propio grupo, Amiga Mala Suerte. La habitación donde ensaya luce empapelada de pósters de Star wars. En en una de sus canciones, "En el Delorean", menciona al temible villano de traje negro. "En la letra nombro a todos mis ídolos de la infancia, y digo que añoro el miedo que Darth Vader nos daba a los niños", explica. La famosa respiración de Vader se cuela entre los acordes de su guitarra.

Se siente especialmente orgulloso de haber contagiado su apego a su sobrino mayor: "Le puse las películas desde muy pequeño, y es también muy fan; últimamente, a los estrenos voy con mi familia y él se disfraza de Jedi, nos hacemos fotos… Hay un poco de ritual. Me veo reflejado en cómo lo vive él. Aunque las últimas películas no me parecen tan buenas como las primeras, él sale diciendo: '¡Es la mejor!'. Y así lo vivía yo de niño".

Hoy, José lo vive de otro modo. Con los años, ha sabido apreciar la filosofía que encierra la serie. "En un documental George Lucas contaba que una de sus inspiraciones había sido La odisea de Homero: un aprendiz muy inseguro, un maestro que le somete a un viaje iniciático; y cuando desaparece el maestro, el aprendiz asume su papel de héroe y a partir de ahí forja una leyenda. Eso de niño no lo ves. Me he leído La odisea, y sobre todo la primera película, La guerra de la galaxias, es exactamente el mismo argumento con otro escenario". Cada vez que se lanza una nueva película, renueva su ilusión. "El momento en que empieza y sale el cartelito de 'Lucas Films', se queda en silencio la sala y empieza la sintonía, a mí me emociona. Solo por eso merece la pena".

José y el Atlético de Madrid: "Tengo un santuario en casa"

"Si alguien ve mi casa y me pregunta de qué equipo soy, es para matarlo", bromea José (52), repartidor madrileño que bebe los vientos por el Atlético de Madrid. "Un santuario tenemos. La habitación de mi hijo está forrada de pósters, cuadros, entradas, balones firmados, camisetas firmadas… Todo del Atleti. El objeto mío al que más cariño le tengo es un sello de oro que me regaló mi mujer, con el escudo. No me lo quito para nada. También guardo con cariño una placa que me hicieron mis padres, 'Al mejor colchonero'. Tengo un encendedor Zippo con el escudo, vajillas del Atleti…"

José se hizo atlético siendo niño, a través de su padre, que era socio y le llevaba siempre al estadio. Ser forofo de un equipo de fútbol difiere de cualquier otra afición, pues a veces puede encontrar el rechazo de otros con preferencias opuestas. "Como el Atleti entonces no ganaba nada, eras el blanco de las burlas del barrio", se lamenta. Eso no impidió que la vehemencia con la que sigue a su equipo creciera con el paso de los años.

Cuando se mudó con su esposa al barrio madrileño de la Ciudad de los Ángeles, descubrió que justo debajo de su domicilio tenía su sede una peña colchonera; no dudó en inscribirse. Hoy ejerce en ella de tesorero: se encarga de recaudar las cuotas y de animar a la gente a que vaya a ver los partidos. "Hay muy buen ambiente", dice. "Me recibieron muy bien y enseguida me integré. Actualmente tenemos la sede social en un bar. Acudo todos los días. No soy de los que suben a casa nada más terminar de trabajar; me gusta tomarme una cervecita antes. Mi mujer, encantada de la vida. No le importa porque sabe que estoy debajo de casa y conoce a todo el grupo. Ella era seguidora del Deportivo de La Coruña, y ahora cuando le preguntan de qué equipo es, responde: 'Me gusta el Deportivo, pero soy del Atleti'. Con los miembros de la peña nos vamos de excursión por ahí, hacemos barbacoas… Lo pasamos fenomenal".

Excepto uno de sus nietos, toda su familia profesa adoración por el club rojiblanco. En comparación con su parentela más joven, José encaja penas y alegrías con sosiego y mesura, como corresponde a su edad. "Mis sobrinos y mis hijos son de los que no cenan cuando pierde el Atleti. Se ponen a llorar, así de claro. Antes a mí me pasaba lo mismo; ahora ya me lo tomo con filosofía: la edad te va dando un poco más de tranquilidad y de cabeza. Los chavales son más eufóricos; nosotros lo llevamos con un poco más de calma. Hay cosas que me afectan mucho: las dos finales de Champions que perdimos me dejaron muy marcado. Eso de llegar muy lejos y caer en el último momento… Te llevas decepciones. A ver si me entiendes: no dejo de cenar. Los futbolistas ganan mucho dinero y yo tengo que trabajar todos los días para ganarme el sueldo. El disgusto va por dentro. Pero es una afición que se lleva en la sangre".