Sara Landesa lleva 15 años en China. Fue para unos meses con el objetivo de aprender el idioma y acabó montando una empresa de importación y exportación. Vive en Chengdu, hogar oficial del 80% de los pandas del país, situado a 1.150 km de Wuhan, más o menos la distancia que hay de su Galicia natal a Barcelona. O de Santander a Cádiz. Muy cerca del epicentro del coronavirus si lo contextualizamos en las proporciones del territorio que preside Xi Jinping. Por eso lleva de cuarentena en su piso, dentro una urbanización de 1000 vecinos, 'pequeña' para la zona, cerca de dos meses. A ella, que esta semana fue por primera vez de nuevo a un restaurante, le preguntamos qué es lo que nos espera.
¿Por qué fases vamos a pasar? ¿Cuánto nos queda? ¿Puede ser comparable la cuarentena china y la española? ¿Estará la vida ahí fuera esperándonos al acabar? "A todos nos preocupa mucho que los españoles no quieran seguir las normas, por experiencia aquí sabemos que es fundamental. Cuando surgió todo, vino la policía a casa para entregarme un documento en inglés explicando que la provincia de Sichuan había activado el nivel I de alerta sanitaria, todo lo que se sabía hasta el momento del virus, los números de teléfono a los que llamar en caso de cualquier incidencia y las normas básicas de protección. Me impresionó muchísimo el detalle”, explica por Skype.
Y pasa a contarnos una anécdota cultural no del todo optimista, pero que se comenta mucho en China. "Tengo 46 años, soy del año de la rata. Es el primer año del horóscopo chino, cada 12 años estamos en el año de la rata. El año 2008 fue de la rata y hubo el terremoto en Sichuan (murieron más de 90.000 personas) y empezó la crisis financiera mundial. Este año tenemos el coronavirus y de nuevo parece que vamos a empezar una crisis económica mundial".
La familia de Sara más cercana, sus padres, dos hermanas y un sobrino, están en Galicia. Su otra hermana, cuñado y sobrinos viven en Finlandia. Estos días ha estado hablando con ellos todos los días, porque le preocupaba mucho que no viesen la importancia de estar en casa y evitar los sitios cerrados con gente: "Veo que ahora ya sí, por fin están concienciados", dice. "Desde que sé que todo el mundo está en su salón estoy más tranquila. Cuando estás lejos te preocupa muchísimo, de hecho estoy más preocupada ahora que cuando tenía el virus a la vuelta de la esquina".
En realidad en España tenemos ahora más información de lo que tuvieron ellos en un principio. A Sara y al resto de la población china les fueron informando de los avances en investigación casi mientras sucedían. "Al principio fue todo muy confuso", dice, porque la alerta empezó con el fin de año chino y "prácticamente todas las familias cancelaron las cenas (es como cancelar la Nochebuena), todo iba a estar cerrado durante una semana por vacaciones, después ampliaron las vacaciones unos días, y luego dijeron que los comercios ya no podían abrir salvo alimentación y farmacia", explica.
Eso sí, enseguida vinieron las normas estrictas. Les informaron de que el virus se contagiaba por la boca, nariz y ojos y sobre las pautas a seguir para protegerse. Más tarde actualizaron la información para añadir que el virus podía vivir varias horas en diferentes superficies y las medidas aumentaron. "Lo peor es estar con gente en lugares cerrados: si son pequeños y sin ventilación el riesgo es mayor, por eso no se debe compartir el ascensor con los vecinos, es mejor dejarles subir y llamarlo después”, insiste.
Un amigo chino de la oficina de promoción de comercio exterior de Sichuan le pasó además una guía en español para la protección personal en cuarentena contra el coronavirus, hecha y traducido por médicos de Wuhan (aquí puedes descargártela en exclusiva). Los mismo médicos chinos voluntarios de Global View Wuhan, una plataforma médica con todo tipo de información sobre la pandemia (aquí se puede consultar en inglés): "Yo tengo la aplicación en el móvil, todas las mañanas lo primero que hacía al despertarme era consultar en ella los datos de contagios en China. Ahora cuando me despierto veo la información de España y de Italia. Esta aplicación de móvil en este preciso instante tiene 3.134.720.888 visitas", nos cuenta.
En cuanto a la actuación, organización y establecimiento de normas y medidas por parte de las autoridades, "las que se implantaron en Italia y España son prácticamente iguales a las que aquí se tomaron, porque el enemigo es común y se le vence de la misma forma”, explica.
"Algunas ciudades se pusieron en cuarentena, nadie podía salir ni entrar de ellas salvo con un permiso especial, y otras ciudades se cerraron, o sea que solo podían entrar los ciudadanos empadronados en las mismas. De la misma forma también se cerraron todas las comunidades de vecinos, nadie que no fuese vecino podía entrar y aquellas en la que había casos de contagios no dejaban salir. En España e Italia no podemos organizarnos de la misma forma porque no vivimos en comunidades de vecinos grandes (la mía es pequeña y somos unos mil) por eso es comprensible que no se pueda salir a pasear a la calle. Todo lo que hemos vivido aquí se está repitiendo ahí", añade.
Es la pregunta que todo el mundo se hace. Y la más difícil de resolver, ya que todo depende de si todos hacemos nuestra parte a tiempo. Para Sara, la próxima semana se cumplen dos meses desde que empezó la alerta sanitaria y en su provincia ya llevan 12 días sin contagios. "Hace tres días fui por primera vez a un restaurante, ya están empezando a abrir pero la gente aún no va, creo que pronto estaremos haciendo vida normal y entonces llevaremos las mascarillas puestas, pero por la polución", explica.
Le preguntamos también por las fases en las que un ser humano se habitúa a una nueva situación. Y sí, parece que ahí también coincidimos. "Primero compartes mucha información con la gente y estas pendiente de cada nueva norma, hay mucho de lo que hablar. Te impresiona lo que está ocurriendo, a los chinos que corten los transportes por carretera interprovinciales y a los extranjeros que se deje de volar a China… pero poco a poco vas asimilando”.
¿Y después? "Nosotros también pensábamos que iban a ser cosa de un par de semanas, quizás tres”, dice. Y aquí se nos encoge un poquito el estómago, aunque mejor saber poco a poco por lo que puede que vayamos pasando para hacernos a la idea, dosificar fuerzas y mantener el ánimo alto. "Al principio ocurren muchísimas cosas, hay mucha comunicación con los demás, la gente envía vídeos de las actividades que han ideado para hacer en casa y enseña cómo pasa el tiempo, y después esas comunicaciones disminuyen porque ya no hay tanto que compartir", comenta. "A partir de ahí, aguantar con calma las nuevas rutinas", dice.
Ver el lado menos malo de este virus también puede ayudar. Lo más difícil de estos casi dos meses, nos cuenta, ha sido la angustia de saber que no vas a tener ingresos en este tiempo y también tener que prescindir de la vida social, "no poder ver a nadie, no poder ir a tomar un café o una copa o cenar fuera”. Pero también hay algo menos malo: "lo bueno es que aprovechas para descansar, solo gastas en comida y tienes la casa más limpia que nunca". Pero ahora lo que más le preocupa es otra cosa, la siguiente fase: "Estoy un poco desesperada intentando mandar mascarillas a España".
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