Cuando nuestros objetivos de futuro se truncan porque nos enfrentamos a una enfermedad, a la pérdida del trabajo, a problemas económicos… a veces no está en nuestra mano la solución, pero sí la actitud frente a la adversidad. La pregunta es cómo mantener una posición positiva con todo lo que me está pasando y, más difícil aún, cómo ser feliz con lo que me rodea.
La respuesta podría estar en el Ikigai, un término procedente de la región de Okinawa en Japón. Exactamente, ¿qué es Ikigai en la cultura japonesa? En español este vocablo se traduciría como “la razón de ser” o el “porqué levantarse cada mañana” y se refiere a los méritos que cada uno es capaz de lograr.
Okinawa fue una de las zonas más castigadas en la Segunda Guerra Mundial y, sin embargo, es una de las más longevas del mundo, con el mayor número de personas mayores de 100 años por cada 10.000 habitantes. Los últimos estudios llevados a cabo en Okinawa en busca de una explicación apuntan a que la causa sea el estilo de vida y en cómo se caracteriza la filosofía japonesa.
Para los nipones ‘iki’ significa vida o vivir y ‘Kai’ hace referencia a los méritos propios, a la realización de lo que uno espera. Así, Ikigai se convierte en la receta de la felicidad de estas generaciones más longevas, que han decidido tomar las riendas de su vida para lograr la plenitud, se sienten jóvenes y llenos de energía, en lugar de ver pasar los días sin apenas motivaciones.
El Ikigai persigue que nos propongamos pequeños objetivos en nuestra vida cotidiana, pero que dependan de nosotros mismos y que sean posibles. De este modo, cuando se cumple ese objetivo propuesto nos genera satisfacción y nos hace sentir completos. La clave está en el equilibrio entre la facilidad para alcanzarlo y que sea un desafío: cuidar una planta y mantenerla preciosa, salir a pasear a diario, reservar unos minutos al día para encontrar la paz mental con descanso o con meditación... Cada persona debe buscar sus propios objetivos y alegrarse cuando los cumpla. Otro aspecto importante es cuidar el cuerpo.
El Ikigai va acompañado de una alimentación y unos hábitos saludables que son cruciales; busca la sintonía entre una mente sana y un cuerpo sano. De la misma forma se apoya en la comunidad, que los habitantes de Okinawa denominan Moai, con la que compartir intereses y favorecer la motivación. El grupo sirve como apoyo en los momentos de frustración o desánimo de sus integrantes.
El libro Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz, de los psicólogos Héctor García y Francesc Miralles, explica esta filosofía de vida. Ambos hicieron un viaje a Okinawa con la finalidad de investigar y entender los principios del Ikigai. En su texto la desgranan.
Estas son las preguntas que según García y Miralles debemos hacernos:
Una vez encontremos las respuestas a estas preguntas se pueden convertir en nuestros retos, pero tienen que ser alcanzables. Esta motivación saludable nos va a motivar y a empujar a ser mejores, por sencilla que parezca. El reto también es que cuando estemos llevando a cabo esa actividad Ikigai diaria que nos llena nos focalicemos realmente en ella, con todos los sentidos, olvidándonos del resto del mundo. Sobre todo, dejar a un lado las tecnologías como el móvil o el ordenador que son las que nos descentran.
La siguiente premisa es lograr un buen descanso, una alimentación saludable y el mantenimiento de una vida activa para cultivar el cuerpo. Además, el deporte ayuda a que nos sintamos mejor, porque se segregan endorfinas, la hormona de la felicidad.
Otro mantra es desterrar las prisas porque lo único que consiguen es generar nervios y el enfado. Lo que busca el Ikigai es todo lo contrario, ser felices.
También se convierte en imprescindible ser agradecido y dedicar unos minutos al día para agradecer lo que se tiene, ya que se incrementan las razones por las que ser felices. Por supuesto, sonreír porque relaja y satisface. Todo está unido.
Por último, lo que se persigue es centrarse en el presente, no hay que arrepentirse o agobiarse, sino continuar hacia delante poco a poco, sin prisa, pero sin pausa y además disfrutar del momento.
Tal vez los japoneses que cumplen con la filosofía Ikigai tengan razón y debamos seguir sus pasos. El caso es que llevan una vida larga y placentera con propósitos muy beneficiosos que les motivan a seguir adelante. Muchos de ellos incluso no llegan a jubilarse nunca porque continúan trabajando en aquello que les gusta y que además sirve de apoyo a su comunidad. El Ikigai influye en todo lo que hacen y es su razón de ser.