Mucho más que virilidad y sexo: los mitos alrededor de tu testosterona
Pensar en testosterona es hacerlo en hombres, virilidad y potencia sexual, pero esa hormona es mucho más
Algunos de los mitos más asentados sí son ciertos, como que disminuye con la edad, pero hay otros que no lo son
Otros aún son muy comunes en las creencias populares, así que desmontamos algunos de los mitos alrededor de la testosterona
Sexualidad masculina y virilidad, dos aspectos que inmediatamente nos llevan, o relacionamos, con la testosterona, la hormona sexual masculina por excelencia. Sí, siempre se asocia principalmente con el sexo, pero tiene mucho que ver con el crecimiento del vello corporal, púbico y facial, el desarrollo de los testículos o el incremento de la masa muscular de nuestro cuerpo. Pero quizá todo lo que nos han contado o hemos leído por ahí no sea cierto sobre esta hormona, por eso el equipo médico de Melio ha señalado los mitos principales que corren alrededor de la hormona. ¿Cuáles son ciertos y cuáles no?
Esos mitos que sí, son verdaderos
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No todos los mitos tienen que ser falsos. Por ejemplo, está más que demostrado que los niveles de testosterona disminuyen significativamente con el paso de los años. Hasta los 40 años los valores de la hormona se mantienen, pero sobre esa edad comienzan a bajar entre un 1 y 2% anual. Aunque hay casos en los que puede generar problemas, lo cierto es que esta bajada, siempre que se desarrolle en los niveles normales, forma parte del envejecimiento natural.
Pero como decíamos, esa disminución puede ser patológica, ¿por qué? ¿No es un proceso natural? Sí, aunque puede afectar principalmente cuando también desciende el nivel de otras hormonas y afloran algunos síntomas provocando hipogonadismo de inicio tardío. Esto, eso sí, se ha detectado que tiene una mayor prevalencia en aquellos varones que padecen otras patologías ,como la diabetes, la obesidad, la hipertensión o incluso la disfunción eréctil.
Si su reducción puede traer problemas, también, como probablemente hayas escuchado por ahí, el exceso de testosterona por tratamiento médico o sin supervisión de un especialista puede acelerar el desarrollo de un cáncer de próstata preexistente, pero también tiene efectos sobre la infertilidad. Además, mucho ojo, porque puede llegar a provocar atrofia testicular, empeorar la sintomatología de la apnea del sueño o una mayor prevalencia de tumores hepáticos.
Hablábamos de tratamiento médico para aumentar sus niveles, pero esta hormona también puede elevar sus valores de forma natural en personas sanas. Mientras que cuando existe un déficit agudo es necesario un tratamiento sustitutivo, algunas investigaciones apuntan a que el ejercicio físico de fuerza, siempre adaptado a las circunstancias de cada uno, puede ayudar a elevar los niveles. Sin embargo, el sobrepeso o el estrés pueden ser un riesgo para disminuir la testosterona.
No es cómo pensábamos
Bien, estos han sido algunos de los mitos que sí son ciertos, pero hay otros que nos hemos cansado de escuchar y que resulta que no son tan verdaderos como creíamos. Entre ellos, que el crecimiento de la testosterona potencia la virilidad Es cierto que la testosterona tiene un papel esencial en el desarrollo de la virilidad y la masa muscular, pero si no tenemos un déficit, aumentar esta hormona no va a tener los efectos deseados, más bien, como hemos visto, lo contrario, puede ser perjudicial.
Aunque ya no es tanto un mito, hay quien todavía piensa que la testosterona solo influye en los hombres por eso de asociarla siempre con la virilidad. Pero claro, es una hormona que también está presente en el organismo de las mujeres, aunque su producción es menor. La testosterona tiene una gran importancia en la salud ósea y cerebral, e incluso también interfiere en el deseo sexual femenino, por eso se emplea en algunas terapias para mujeres menopáusicas.
Como ya te habrás percatado, unos niveles bajos de testosterona no solo afectan al ámbito sexual, la fertilidad, la libido o la capacidad para tener un orgasmo. También es una hormona que está directamente relacionada con la masa muscular, a lo que se le suma la memoria, la tolerancia a la glucosa e incluso con alteraciones del estado de ánimo o la ansiedad y la depresión.
Al igual que con la edad se pierde testosterona, también puede recuperarse de forma natural o con una terapia de reemplazo siempre por prescripción médica cuando exista un déficit diagnosticado. Este tratamiento permite no solo mejorar el rendimiento sexual, también la salud ósea, la masa muscular o reforzar la función cognitiva. Eso sí, apuntan que hay que ser precavido, pues la suplementación no sirve como método antienvejecimiento como se vende en algunas campañas de publicidad que califican de engañosas.
Y por último, muchas veces se ha hablado de diferentes alimentos que nos podrían ayudar a aumentar los niveles de testosterona, otro falso mito más porque no se sustentas en investigaciones. Lo que sí es cierto es que la vitamina D y el zinc permiten la síntesis de la testosterona, por lo que su ausencia puede reducir los niveles.