Los datos del paro son esperanzadores, pero la ligera subida en el desempleo en julio y la incertidumbre de qué pasará en septiembre, si la subida del paro será la normal para las fechas o aumentará más de lo debido, abriendo la puerta a un otoño complicado laboralmente hablando. Más allá de esto, en el mercado laboral sigue resonando el modelo de semana de cuatro días, un planteamiento que ya está en marcha en países de nuestro entorno. ¿Cómo va en ellos? Javier Ruiz, en ‘Money Talks’, explica cómo funciona en Bélgica y los problemas que puede acarrear su implantación.
Para ponernos en situación, la semana de cuatro días puede ser la misma que ahora, pero en cuatro días, es decir, en vez de dividir las 40 horas semanales en cinco días, en cuatro; o en cambio ser de 32 horas semanales y seguir trabajando ocho horas diarias. El primero es el modelo que se sigue en bélgica, 40 horas semanales distribuidas en cuatro días, por lo que en cada jornada se trabajan más de ocho horas, un modelo basado en la flexibilidad laboral.
En este sentido, es un modelo que funciona en gran parte de las empresas actualmente, en las que se trabaja a objetivos, cumpliendo las metas marcadas, y no tanto por horas de trabajo continuo.
Sin embargo, la que no está tan clara es la implantación de 32 horas si los sueldos quedan tal y como están, trabajar menos cobrando lo mismo. Esto puede suponer un aumento de los costes salariales notable para todos los empresarios, con un incremento del 20% en el sueldo de los trabajadores, un problema que podría poner en peligro la economía.
Bélgica tiene implantado el modelo de cuatro días, pero no se trabajan ocho horas diarias, sino diez. El país incluso permite una mayor flexibilidad laboral en la que permite al trabajador trabajar menos una semana y compensarlo a la siguiente recuperando las horas.
Además, las empresas belgas tienen la obligación de respetar la desconexión digital de sus trabajadores, no pudiendo ni mandar un correo electrónico entre las once de la noche y las cinco de la madrugada.
No obstante, hay un riesgo en el sistema belga, que permite trabajar para otro empleador y tener dos trabajos, uno de lunes a jueves y otro de viernes a domingo. En este sentido, se puede acabar teniendo dos minisalarios en dos empleos porque con uno no se llega a fin de mes y se necesita un segundo trabajo, por lo que está fórmula podría acabar acentuando la precariedad laboral. Javier Ruiz explica en el vídeo la complejidad de este modelo y contesta a otra pregunta clave: ¿es la semana de cuatro días viable en todos los ámbitos laborales?