El conflicto bélico entre Israel y Hamás es un drama humanitario tremendo, pero va más allá de eso. Tiene unas consecuencias económicas que ya estamos empezando a notar. Y, como sucede en todas las guerras, hay ganadores y perdedores. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz les pone nombres a unos y a otros y nos explica los distintos escenarios que afrontaremos dependiendo de lo que se extienda la crisis.
Se plantean tres escenarios bélicos muy distintos, y en función de hacia qué nivel escale esta guerra podremos tener una factura económica mayor o menor. El primero es en el que ya estamos: un conflicto regional entre Israel y Hamás. Si se limita a eso, esta es una guerra en la que ya habríamos pagado todo, porque el precio del combustible está subiendo pero no se ha disparado (en torno al 4-5%). El problema es que el precio de los portes sí, así que es posible que sigamos pagando más en el surtidor.
El escenario 2 ya es más complicado: Líbano entra en el conflicto a través de Hezbolá. Y esto ha empezado a pasar ya. Si entraran también Jordania y, sobre todo, Irán, tendríamos un problema serio. El precio del petróleo iría a mucho más. Hablamos de alzas del 10 o el 20%. El escenario 3 es el que se plantearía si entraran en juego Qatar y, sobre todo, Arabia Saudí, el gran productor de petróleo. Si la guerra se extendiese a todo Oriente Próximo afrontaríamos una crisis energética muy importante. Ahora mismo tenemos una cerilla sobre el bidón de gasolina del planeta.
¿Podríamos volver a un escenario tan apocalíptico como el que dejó la guerra del Yom Kipur en 1973? Ahora mismo el escenario es muy distinto. No vamos en esa dirección. Tenemos energías renovables, tenemos nucleares, hidráulicas... pero estamos jugando sobre un terreno muy delicado y el precio puede ser disparatado en vidas y en dinero. Nos tiene que quedar claro que lo que ocurre en Gaza se termina pagando en un surtidor de Huesca.
Y si el precio del petróleo se dispara más allá de lo razonable, la siguiente pieza de este dominó endiablado es el transporte. El 95% de lo que llega a los supermercados lo hace por carretera, es decir, gasolina y diésel. Lo siguiente es una subida en el precio de los alimentos. Y a eso le sigue una inflación disparada y, consecuentemente, un problema en las hipotecas.
Los vendedores de petróleo vuelven a estar de enhorabuena. Es obsceno lo que están ganando las petroleras en estas dos semanas de conflicto. Chevron ha aumentado un 10% su capitalización bursátil, y BP ha subido su cotización en el mercado americano más de un 12%. La española Repsol, que es la que menos subidas está registrando, ha ganado un 6% más.
Pero la auténtica ganadora de esta guerra es la industria armamentística. Desde la llegada al poder en Israel de Benjamin Netanyahu el presupuesto de Defensa se ha disparado un 54%. Hoy ese país gasta 23.000 millones al año en armas. Un gasto que beneficia principalmente a Estados Unidos, porque el 80% de lo que compran es a este país. El 20% va mayoritariamente para Alemania.
En este contexto, las compañías armamentísticas se están haciendo de oro. Lockheed Martin se ha disparado en dos semanas y ha ganado 10.300 millones de dólares, un aumento del 9%. General Dynamics, ha gana doun 11,5% más, y Northrop Grumman se ha anotado 11.840 millones de dólares, un 16% más de beneficios.
¿Y los perdedores? El turismo ya ha empezado a pagar la factura. La industria que más petróleo y combustible consume es la de los aviones. Y las aerolíneas lo están notando. El valor que más ha perdido en bolsa estos días ha sido Ryanair (2.100 millones). Iberia ha perdido casi 800 millones. Esto afecta no solo al turismo que va allí, sino también al que viene aquí. Para saber más sobre las consecuencias económicas del conflicto en Gaza, puedes ver la charla completa con Javier Ruiz.