Las estafas online cada vez son más frecuentes en todo el mundo y nuestro país tampoco escapa a esta realidad. En España hay un 'boom' de la ciberdelincuencia y no tiene visos de frenarse. Uno de cada dos españoles ha sufrido algún intento de estafa o algún tipo de fraude digital a lo largo de su vida. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz desgrana los ciberdelitos más habituales a los que estamos expuestos y nos ofrece algunos consejos básicos para permanecer a salvo de ellos.
Las estafas en Internet se han multiplicado por seis en apenas cinco años. Hemos pasado de unas 21.000 al año en 2011 a alcanzar las 427.000 anuales en la actualidad. De enero a marzo de 2024 los delitos informáticos ya ha subido un 13,5% más con respecto al mismo periodo del año pasado.
Esta explosión de delitos está siendo una verdadera plaga para la policía que no deja de extenderse, especialmente en los lugares donde hay más población extranjera. En Baleares, por ejemplo, los delitos han subido un inaudito 36%. La regla de oro para mantenernos a salvo de este tipo de delitos es "si parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo es. Sospecha". Hay tres categorías en las que hay que estar más en guardia.
Este tipo de delito intenta engañarnos para que compartamos información confidencial como contraseñas, pins o números de tarjetas de crédito. Normalmente envían un mensaje de texto o correo electrónico en el que instan a actuar con urgencia o si no tendremos que afrontar algún tipo de consecuencia. El objetivo es infundirnos miedo para debilitar nuestro buen juicio.
Este ataque se refiere a suplantaciones de la identidad. Los delincuentes se hacen pasar por una página web o un número de teléfono para intentar robarnos datos personales. Hay que asegurarse de que la web tiene https, que aparecen los datos fiscales y tener en cuenta que nuestro banco jamás va a pedirnos las claves personales, ni nuestro pin. Por muy legítima que parezca la web o la llamada, ese es el momento en el que deben saltarnos las alarmas. De nuevo, conviene aplicar el sentido común: si le das a alguien las llaves de tu casa, no te extrañe que te roben.
Este tipo de delitos afecta sobre todo a trabajadores de oficina y su objetivo, más que robar a un particular, es robar a la empresa. Hay que tener mucho cuidado con lo que abrimos en el correo electrónico, no vayan a introducirnos un virus o malware que nos impida acceder a nuestros archivos y nos pidan un rescate para poder acceder de nuevo a ellos.
Hay que reconocer que la banca está haciendo un extraordinario trabajo en los mecanismos de prevención de estos ataques. Existen muchas herramientas a nuestra disposición que podemos utilizar para minimizar los riesgos. Por ejemplo, el mecanismo de doble verificación a la hora de realizar una operación, o limitar el volumen máximo de nuestra tarjeta de crédito. Si hay un gasto fraudulento no es lo mismo que nos roben 600 a que sean 6.000. También existen las tarjetas de crédito temporales, que se habilitan para hacer un pago concreto y después desaparecen.
Si pese a todas nuestras precauciones terminamos siendo víctimas de una estafa online, lo normal es que el banco nos devuelva el dinero, debido a que existe la diligencia de vida. Esto significa que que hemos sido todo lo diligentes que nuestra educación financiera nos permite pare detectar el fraude -y podemos acreditarlo-, pero aún así nos han engañado. Es verdad que es un concepto difícil de definir y los tribunales fallan en función de cada caso, pero por lo general se termina recuperando el dinero. Para saber más sobre ciberdelincuencia y ciberterrorismo, puedes ver la charla completa con Javier Ruiz en el vídeo.