'Moneytalks' es el espacio en el que cada semana, en directo en nuestro Instagram, el experto en economía Javier Ruiz nos ayuda a entender todas las novedades de aquello que afecta a nuestro bolsillo. Hoy desgrana, con sus pros y contras, la jornada laboral de cuatro días. Y cómo afecta a trabajadores, empresas y empresarios. Lo hace a partir de conocerse que Telefónica la pondrá en marcha a modo de proyecto piloto y de manera voluntaria para sus empleados a partir de octubre de este año. Aquí puedes verlo en vídeo.
Es la primera gran empresa Española que lo pone en marcha. Lo hará a partir del 1 de octubre. Trabajas cuatro días, el quinto lo libras y pierdes parte de ese salario. Una de esas cinco jornadas no la vas a cobrar. Lo van a poner en prueba durante tres meses. Reducción de jornada y sueldo proporcional. Y a cambio, para que los trabajadores no pierdan todo el día, Telefónica les va a bonificar el 20% de esa jornada que no trabajan. La medida es voluntaria y se puede acoger a ella quien quiera.
Esto implicaría una semana laboral de cuatro días, de 32 horas semanales, en la que se va a medir la productividad. Lo que dice Telefónica y la mayoría de empresas modernas es: usted no trabaja por horas, trabaja por objetivos. Si cumple los objetivos, me da igual que lo haga en una hora o en 40. Así que Telefónica va a medir los objetivos y si aumenta así la productividad -si cumples los objetivos en menos tiempo estás aumentando productividad-. Si, literalmente, con menos horas de trabajo, se trabaja más.
En el caso de Telefónica, ¿puede haber alguna intención en adoptar esta medida más allá del aumento de la productividad o de atraer talento? Sí, sobre todo lo hace para reducir costes. Con ello va a dejar de pagar mucho dinero a sus plantillas. Si te reducimos un 10, 15 o 20% tu paga; ahorras costes laborales. Todos los recortes de plantilla que ha hecho la empresa anteriormente han sido, literalmente, para ahorrar. En este caso, con la jornada laboral de cuatro días, hacen de la necesidad virtud: presumen de esto, que es algo que sí les puede aumentar la productividad pero que sobre todo le ahorra muchísimos costes.
El debate aquí es el siguiente: si yo cumplo mi jornada laboral igual que el resto de días, ¿por qué me paga usted menos? Estos cuatro días son a costa del trabajador. Esta es la gran cuestión ahora: ¿es algo que debe pagar el trabajador o de la que debe hacerse cargo la empresa? En el caso de Telefónica, la paga el trabajador.
Hay empresas que lo han hecho y en las que está funcionando y en las que la productividad ha aumentado en un 20%. Esta medida que, cuando la presentó Errejón, algunos dijeron que era 'bolivariana', da la sensación de que empieza a estar aquí para quedarse. Hay compañías que van a apostar por esto.
¿Es posible que solo estemos conociendo casos de éxito? Hemos conocido casos de éxito porque, efectivamente, el que lo saca adelante presume de ello. Pero esto no es válido para todos los casos ni todos los trabajos. Los restaurantes, por ejemplo, no querrán dar un viernes libre a un trabajador si durante el fin de semana es cuando más facturan. Con toda la razón. Esto de la jornada laboral de cuatro días no es para todos. Y no es para todas las industrias. Pero es verdad que hay un sector laboral en el que la presencialidad no tenía ningún sentido antes del covid ni sigue teniendo ningún sentido poscovid.
El caso de Francia ha sido de ida y vuelta. Implantaron una jornada semanal 35 horas y fue un tremendo fracaso porque se hizo esto en todos los sectores productivos, y tuvo problemas en algunos, especialmente en el sector industrial. Caía la productividad. Si tienes a la gente trabajando menos horas en las fábricas, lógicamente cae la productividad. Dio marcha atrás a esta propuesta y ahora ha vuelto a las 40 horas. Esto evidencia que esta no es una solución para todos, sino para algunos; quienes tengan cierto nivel tecnológico y cierto trabajo tecnológico.
Nuestro problema en todo esto es que la tecnología y el nuevo modelo de trabajo tiene grandes ventajas pero tiene también grandes riesgos. Y es que se nos empieza a romper en dos la economía: por un lado los que pueden disfrutar de ciertas ventajas, como esta, y los que no. Tiendas, restaurantes, sector agrario, trabajadores del campo y la construcción... No todos los empresarios ni todos los sectores pueden poner en marcha la jornada de cuatro días. Esto no es prêt-à-porter, esto es sastrería a medida; hay que ir sector a sector y nombre a nombre.
Esta ruptura del modelo productivo en dos puede acentuar las diferencias entre quienes tiene un trabajo 'de primera' y 'de segunda'. Esta es mi gran preocupación. Nuestra recuperación económica está siendo en forma de k actualmente. Hay un sector que se está recuperando extraordinariamente bien, que es ese que puede teletrabajar, que puede probar con estos modelos productivos. Y hay otro que no se está recuperando, que está representado por el palo de la k que va hacia abajo.
Se nos está dividiendo la sociedad entre quien puede beneficiarse de ese modelo y quien se nos está quedando atrás. Ojo con esto, hay que proteger a esta gente que, en algunos casos, ya era gente que estaba atrás, que estaba peor (jóvenes, mujeres, hostelería, restauración, sectores agrícolas, empleo precario en definitiva). Yo, que soy muy partidario de este tipo de innovaciones, diría que hay que ser muy cauteloso con este tipo de medidas.
La ventaja a corto plazo es que trabajas cuatro días, esto da más flexibilidad y tiempo libre a los trabajadores. A largo plazo hay un problema: si tenemos menos sueldo, si cotizamos menos, la empresa me está dando una ventaja hoy que me va a fastidiar mi pensión mañana. Esto es lo que va a pasar. Si me baja el sueldo un 20% cotizo menos, trabajo menos y cobraré menos el día de mañana. Un gran regalo hoy y una mala jugada mañana. Este es el gran riesgo de la jornada de cuatro días. Esta es una cuestión que hay que cuadrar y negociar con las empresas. No puede ser que, trabajando lo mismo y cumpliendo los mismos objetivos, uno reciba un 20% menos de pensión.
Partiendo la premisa de que las mismas personas trabajamos menos, esto generaría nuevos puestos y oportunidades de trabajo. El problema aquí es que en realidad lo que trabajas es menos días, pero sigues cumpliendo los mismos objetivos que tenías. Si a mí me piden hacer cinco informes y en vez de hacerlos en cinco días, los hago en cuatro, no estoy seguro de que merezca un 20% menos de pensión. Este es el gran problema.