La mayor sequía de las últimas décadas ha golpeado este año a España, especialmente a Andalucía, con cosechas perdidas y reservas al límite. De ahí que los llamamientos a la reducción del consumo y al ahorro sean continuos. La escasez de lluvias también implica un aumento de los costes de tratamiento del agua. Por todos estos motivos el remedio al que han recurrido en Málaga y Sevilla es subir el precio del líquido elemento. Pero, ¿es la solución para acabar con la sequía? ¿Y sería viable aplicarla al resto de España?
El ayuntamiento de Málaga fue el primero en anunciar un incremento de más de un 40% en el precio del agua, generando un intenso debate político y críticas al gobierno municipal. La medida comenzaría a aplicarse desde 2024 y los malagueños pasarán de abonar 14,59 euros a 20,80. El principal motivo que esgrimió el alcalde, Franciso de la Torre, son los años que llevaban sin actualizar las tarifas y la creación de un canon para inversiones. La subida será de seis euros al mes para una familia media -tres personas- que consuma unos diez metros cúbicos, lo que permitirá que el agua de Málaga siga siendo más barata que todas las tarifas de agua de las ciudades y capitales de provincia de Andalucía y una de las más baratas de España.
El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, anunció posteriormente que también subirá el precio del agua en la capital hispalense, aunque no tanto como el tarifazo de Málaga. "Evidentemente tienen que subir porque no se actualizan, si no me equivoco, desde el año 2013. La sequía tiene también el inconveniente y el agravante de que encarece toda la depuración de agua que llevan a cabo empresas como Emasesa, Aljarafesa o Aguas del Huesna. Por eso, se está estudiando una subida de precios", explicó.
Pero no en toda Andalucía se piensa igual. Incrementar el recibo del agua no está entre los planes del Ayuntamiento de Granada. Aunque se vigila la situación, la urgencia es menor por la reserva que supone Sierra Nevada y los acuíferos de la Vega. Emasagra, la empresa municipal de aguas de Granada, no sube la tarifa del agua desde 2014, año en el que se actualizaron los últimos precios. En 2021 anunciaron que tampoco se subirían tras la pandemia y siguen igual.
Lo cierto es que el caso andaluz no es equiparable al del resto del país. Se trata de una provincia con periodos de sequía recurrente y con dos grandes consumidores: los cultivos demandantes de grandes cantidades de agua y la industria turística. Y, como vemos, ni siquiera en toda Andalucía la situación es la misma. La subida del precio del agua sí puede ser una solución, pero los expertos coinciden en que no debería ser lineal, tal y como propugna Málaga.
José Damián Ruíz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, sostuvo en la SER que la subida del precio del agua debería atender al uso y rentabilidad que se le vaya a dar y a la renta de los usuarios. Y desde la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Andrés Alcántara pone sobre la mesa otra variable: premiar a quien está concienciado y ahorra agua frente a los grandes consumidores. Ese organismo ya indicaba en 2007 que un 25 por ciento del líquido elemento se pierde porque los ciudadanos dejan los grifos abiertos.
Un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre el coste de la factura del agua en 54 ciudades revela la disparidad de políticas tarifarias y las "enormes diferencias de precios para un mismo consumo". Así, para un consumo anual de 175 m3 de agua, que equivale al de un hogar medio de tres o cuatro personas, el importe oscila entre los 164 euros que pagan los vecinos de Guadalajara y los 520 euros que pagan los de Barcelona.
La OCU reconoce que las ciudades de la cuenca mediterránea afrontan dificultades de abastecimiento que justifican parte de los precios más altos, pero subraya que la elevada factura también se debe a un encarecimiento "injustificable" de los gastos de saneamiento y unos costes fijos "demasiado altos" en algunas ciudades, una práctica que, según denuncia, no incentiva el ahorro de agua y penaliza a las familias con bajos ingresos.
¿Subir el precio del agua ayudaría a estimular el ahorro y combatir la sequía? Fuentes del sector consideran que el precio tan reducido que tiene el líquido elemento no contribuye en absoluto a hacer un uso eficiente del mismo. "Por un céntimo, nos suministran cinco litros de agua al grifo y lo podemos desaguar por el inodoro. Todo incluido", indicaba Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), en 'La Razón'. "Cuando una cosa sube, todos tendemos a vigilar más el consumo. Pero si tenemos precios que no son disuasorios, no se ayuda a ser más cuidadosos", añadía.
Que el precio del agua sea tan reducido se explica en buena medida porque los servicios, por ahora, se prestan gracias a que lo que no se ingresa gracias a las tarifas se cubre con los impuestos y las transferencias, según Morcillo. El problema es que las competencias están muy fragmentadas. Las tarifas dependen de los ayuntamientos, y eso hace que haya 2.000 sistemas diferentes, cada uno con su propio precio.
Y otro problema de esta diversidad de sistemas es que también afecta al estado de conservación de la red. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) cifra en aproximadamente el 16% del consumo el agua que se pierde cada año debido a fugas, roturas y averías en la red de distribución y acometidas. Los expertos del Colegio de Ingenieros de Caminos estiman que si se subiera la tarifa media desde los algo más de 2 euros por metro cúbico en que está ahora hasta los 3,7, se conseguirían recursos para eliminar ese déficit en inversión. Por eso la OCU exige al Gobierno a y las comunidades autónomas que impulsen una armonización de las tarifas municipales del agua. Que sean transparentes, sencillas y que penalicen el consumo excesivo de agua.