"No abracen secuoyas": el llamamiento de un pueblo cántabro para proteger su bosque

  • Los árboles del Monumento Natural de Secuoyas del Monte Cabezón corren peligro y por eso piden no abrazarlos

  • Entre los visitantes es típico abrazar las secuoyas del bosque, pero esta práctica está afectando a su corteza y a sus raíces

  • Las autoridades ya se plantean algunas medidas a la vez que recomiendan no abrazar a las secuoyas

Mejora la concentración, ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad, y logra generar en nosotros calma y relajación. Estos son algunos de los beneficios que la ciencia ha conseguido demostrar a lo largo de los años cuando abrazamos a un árbol y estamos en contacto con él. Sin embargo, puede que se nos haya ido la cabeza con esos beneficios, tanto que un pueblo de Cantabria, Cabezón de la Sal, ha hecho un llamamiento para prohibir abrazar las secuoyas que forman el Monumento Natural de Secuoyas del Monte Cabezón y así evitar que continue su deterioro.

El deterioro de las secuoyas

Esta propuesta del ayuntamiento de la localidad se debe al deterioro visible en el tronco de los árboles del bosque que cada año recibe la visita de unas 200.000 personas que se hacen la famosa foto abrazando una secuoya como recuerdo.

Este gesto que parece totalmente inocente y que no hace daño a la vegetación, está perjudicando a los árboles que pertenecen a un espacio natural protegido y su corteza se está debilitando, incluso la erosión de los paseos de los visitantes está haciendo que muchas raíces de los árboles queden a la vista sobre la superficie.

¿Cómo evitarlo?

En declaraciones a EFE el alcalde de la localidad, Óscar López ha advertido que no solo se degrada la corteza, sino que “incluso alguno se lleva trozos de corteza de recuerdo”, por lo que ven esencial salvar a las más de 800 secuoyas del bosque del mal comportamiento de los visitantes. Entre las medidas que se barajan está hacer visitas controladas y reducidas, imponer un precio de entrada al parque, o acotar los accesos a muchos de los árboles, como colocando pasarelas que eviten que se pasee por el terreno.

Por el momento no existe una normativa como tal que prohíba tocar los árboles, pero sí que han recomendado no hacerlo. No obstante, se plantean establecer vigilancia en el parque tanto durante el día como por las noches.

Las secuoyas que encontramos en este pueblo no son cántabras, sino que se plantaron en 1940 con el objetivo de obtener madera, pero poco a poco se han ido convirtiendo en un atractivo turístico más de la zona por su belleza y la impresionante altura de los árboles, que pueden alcanzar los 50 metros.