La mayoría de los ascensores cuentan con grandes espejos a los que, como en un acto mecánico, nos miramos al entrar, nos peinamos, nos subimos las gafas y nos colocamos el cuello de la camisa. También sucede lo contrario, cuando se vuelve de correr, estamos de mudanza o pintando el salón, preferimos consultar el móvil a buscar nuestra imagen en el espejo. En Uppers nos preguntamos por qué los ascensores de los hospitales no tienen espejos, como tampoco se instalan en los elevadores de muchos otros centros dedicados a la salud.
Cuando se pusieron en funcionamiento los primeros ascensores para salvar las escaleras muchas personas no querían subirse a ellos por miedo. Era lógico. A nadie le gusta meterse en una caja de tamaño pequeño y permanecer en ese espacio tan hermético un rato. Es comprensible que subir en un ascensor solo o acompañado genere incomodidad, agobio, ansiedad e incluso estrés. Implica compartir un área ínfima con personas desconocidas sabiendo que se depende de un sistema de poleas y de un cable que cuelga a muchos metros del suelo. También influye que son numerosas las escenas de cine donde un ascensor se descuelga con consecuencias nefastas.
Con todo ello, los fabricantes de ascensores tienen que resolver toda la tecnología que los acompaña y además solventar el problema psicológico al que se tienen que enfrentar los usuarios. En realidad, todo está medido y estudiado para que la experiencia de subir o bajar sea agradable y hacer que el estrés, la ansiedad y el agobio desaparezcan. La iluminación, los colores, la música, la voz que adelanta la planta en muchos de ellos y hasta los espejos son muchas de las soluciones que se aplican en un ascensor.
De este modo, la instalación de espejos en los ascensores cumple varios objetivos:
La psicóloga Tara Well, que además imparte clases en el Barnard College de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, está especializada en motivación, percepción y cognición. Ha publicado el libro Meditación en el espejo que explica los beneficios de mirarse y corroboran las razones por las que se instalan en los ascensores. En el texto detalla cómo se puede utilizar la imagen reflejada para controlar la ansiedad, aumentar la autoaceptación, ganar confianza o disfrutar mirando en vez de criticar la imagen de uno mismo.
Ahora bien, en un hospital o en un edificio relacionado con el sector sanitario se evita la instalación de espejos en sus ascensores. El motivo principal es que los usuarios en su mayoría son personas que están enfermas o familiares y amigos de ellos. Lo habitual es que su estado físico se haya visto desmejorado por una enfermedad o un estado de salud delicado o que incluso se encuentren muy afectados debido a ciertos hechos.
Tal como aseguran los psicólogos contemplarse en un espejo y percatarse de un aspecto poco agraciado y desmejorado puede afectar de forma negativa en el estado de ánimo. Precisamente, la actitud positiva y un buen estado de ánimo con el que enfrentarse a una enfermedad son puntos que ayudan en la mejora de la situación.
Otra circunstancia que nada tiene que ver con la psicología del usuario es la relacionada con el material. En los hospitales los ascensores se emplean para trasladar pacientes en camas, camillas, cunas o en sillas de ruedas que al golpear los espejos hay muchas posibilidades de que se rompan.