Quiere permanecer en el anonimato, pero entre sus compañeros es famoso por lo concienzudo de sus investigaciones. El agente de policía 12.529 se ha especializado en un campo bien concreto: la busca y captura de graffiteros. El graffiti puede bordear el arte o incluso entrar de lleno en él -pensemos en el enigmático Banksy-, pero es un acto vandálico que hay que contener. "Tengo que separar las opiniones personales del ilícito en sí. Es una infracción administrativa que fomenta el vandalismo y puede hacer un efecto llamada para otros", explica el policía en declaraciones a El País. Hasta la fecha, ha logrado identificar a 22 graffiteros gracias a sus pesquisas. La última, en el Puerto de Santa María (Cádiz).
El pasado mayo, hasta 17 calles de esta localidad gaditana aparecieron pintadas. ¿El tema? El amor, expresado a la andaluza. Las frases "Te quiero a jierro"; "te echo de menos, te pienso de más"; "me flipan tus ojos marrones"; "te como to lo negro (y lo que no es negro)" podían leerse en letras negras pintadas con calcos y spray firmadas por Ke paza killa. Ese mismo día de mayo comenzaron las investigaciones. 60 días más tarde, las pesquisas han concluido con la autora identificada y arrepentida: ha devuelto a su estado original lo que ella consideraba una muestra de arte urbano.
Los dibujos de esta mujer, de 36 años, residente en Madrid pero con segunda residencia en Sevilla, pueden gustarnos más o menos, pero lo que es indudable es que no eran improvisados. Formaban parte de una estrategia para recuperar a un antiguo amor. La propia localidad, el Puerto de Santa María, era parte esencial de su objetivo. Las frases estaban distribuidas por paredes de calles significativas para la pareja y sobre edificios que, aunque eran propiedades privadas, no estaban catalogados como monumentos.
El tipo de letra tampoco se había dejado a la improvisación. Realizadas con la técnica del estarcido, se trata de la misma tipografía empleada por la fábrica de cerámica Pickman en 1870 para realizar los rótulos de las calles de Sevilla y que ha sido estudiada por un grupo de diseñadores sevillanos bajo el proyecto de investigación Justa y Rvfina. La compañía Pickman, hoy desaparecida, fue muy importante en la producción de vajillas y menaje para toda Europa, y durante muchos años fue uno de los principales centro de empleo de la zona, con una imponente fábrica en la isla de la Cartuja, en Sevilla.
La grafitera citaba a las redes sociales de esta investigación en su perfil de Instagram kepazakilla_ofizia. Poco a poco,el 'cazador de graffiteros', acostumbrado a dar con estos infractores a través de sus redes sociales, fue comprobando pacientemente las interacciones que se daban entre distintos perfiles hasta dar con la identidad de esta mujer que, aún hoy, en sus redes, se define como "artistilla de medio pelo".
El carácter de las pintadas, la manera en la que la autora explica cada intervención en sus redes sociales, y los textos de cada pared, una especie de 'haiku' (poema breve japonés) escritos en la ortografía no oficial basada en la fonética andaluza, muestra que este caso no es una muestra más de vandalismo. ¿Dónde está el límite del arte? Volvemos al debate de qué es algo vandálico y qué es algo artístico. Mientras tanto, los que piensen en trasladar sus ideas a alguna pared española, que se acuerden de un agente de policía al que le será muy fácil encontrarlos.