Manuel (55) se levanta cada 22 de febrero y lo primero que hace es felicitar a su madre en Facebook. Sin embargo, la homenajeada ya no está. Falleció hace un par de años, pero su cuenta en la red social aún permanece activada. Los algoritmos no entienden de duelos o ausencias. "Si el usuario permanece en la plataforma, hay que actuar como tal", deben pensar, y se afanan en mostrar sus recuerdos y destacar su aniversario para que la gente siga felicitando como si nada. Y ahí siguen Manuel y el resto de amigos y familiares dejando mensajes de cariño, año tras año, en un muro ya sin alma. En Uppers hemos consultado a una psicóloga sobre los motivos por los que estos familiares siguen felicitando a sus seres queridos en redes sociales aunque hayan fallecido hace tiempo.
"No sé muy bien por qué lo seguimos haciendo", nos comenta Manuel, "pero el caso es que te produce, en cierto modo, algo de alivio. Aunque evidentemente sé que no lo va a leer, pero en mi cabeza, por un momento, es como si siguiera con nosotros, aunque solo sea en un chispazo de tiempo", dice.
Su diagnóstico de la situación coincide con el apuntan desde el lado experto de la materia. Blanca Armijo Núñez, Psicóloga G.S., Psicoterapeuta y directora de CBP Psicólogos, nos lo corrobora. "Las redes sociales nos permiten fantasear con realidades que no existen. En ese sentido, cuando una persona está instalada en una fase de 'negación' de la pérdida, puede hacer uso de las redes para hacer 'como si' no hubiera ocurrido esa pérdida de la relación afectiva. Si este tiempo se alarga no ocurrirá la aceptación de la pérdida, bloqueando el proceso de duelo", nos cuenta. Primera conclusión: las redes sociales pueden alargar artificiosamente el proceso del duelo.
Este camino del duelo, además, es caprichoso y sin una pauta bien definida en el tiempo. "El duelo por la pérdida de un ser querido es absolutamente personal y evolutivo y la cada persona lo experimenta en un contexto familiar y social determinado. Requiere tiempo y se estructura en diferentes fases. Están habitualmente aceptadas cinco fases durante este proceso: negación, rabia, negociación, tristeza/dolor y finalmente aceptación de la pérdida, pero la duración de las mismas, el orden en el que se atraviesan y las vicisitudes de cada proceso son idiosincráticas para cada individuo", nos explica la especialista. Segunda conclusión: el duelo es largo y muy personal.
Para Manuel felicitar a su madre fallecida no es ningún problema. Es más, es una especie de liberación anual. Sin embargo, sí que es consciente de que a gente de su entorno le pueda llegar a no parecer bien. "Es normal que haya personas cercanas que no quieran eliminar de sus amigos a esta cuenta y, a la vez, tampoco quieran que se les felicite, pero qué le vamos a hacer", nos cuenta.
Nuestra especialista vuelve a coincidir en el diagnóstico. "El problema de las redes sociales es que puede haber personas del entorno que están en otra fase del duelo y que no sólo no necesitan ni comparten ese rito sino que además se pueden ver afectadas negativamente por ese ritual impuesto. Incluso la misma persona, en su propia evolución, puede necesitar ritualizar el recuerdo un año y no al siguiente (pero la red se lo va a recordar). La permanencia de estos mensajes en las redes puede perjudicar los cambios que se tienen que dar en todos los procesos de duelo, existiendo el riesgo de dejar anclado el duelo en una fase. En algunos casos, el anclaje de fases anteriores del duelo, puede generar culpa si encontramos imágenes o frases antiguas disonantes con nuestro sentir actual", dice.
En definitiva, no hay una solución homogénea para todo el mundo. Como decía Ortega, "yo soy yo y mis circunstancias", y, en este caso, ocurre lo mismo. "El duelo real y el duelo virtual pueden no coincidir, incluso llegar a ser dos narraciones muy diferentes y esto puede crear desconcierto a los familiares y amigos de la persona fallecida en sus respectivos, idiosincráticos y diferentes procesos de duelo", termina explicando Blanca Armijo.
Al final, solo queda o aceptarlo o utilizar algunas de las herramientas que dan las redes sociales para convertir las cuentas de las personas fallecidas en cuentas homenaje. Aunque sigan estando ahí, quedarán como una especie de recordatorio, más visual, más concreto, y no como si la persona continuara entre nosotros aunque hiciera mucho que ya no lo estuviera. Todo ello no quitará que Manuel siga felicitando a su madre cada 22 de febrero.