En una ocasión, el pintor noruego Edvard Munch, adalid del expresionismo y el simbolismo del siglo XX, dijo que el arte "nace de la alegría y el dolor", y especialmente, del dolor. Durante su vida, plasmó su sufrimiento en muchas de sus obras, como 'El Grito', 'Ansiedad' o 'Amor y Dolor'. Un siglo más tarde, las palabras de Munch retumban en la obra de la artista performativa Rocío Boliver (65), que desde hace años ha dedicado su obra a cuestionar los cánones impuestos a la mujer a través del sufrimiento. Su historia va más allá de su propia obra, que genera polémica allá donde se presenta.
Nacida en México en 1956, desde muy joven se convirtió en una devoradora de libros debido a una enfermedad de riñón que le impidió hacer vida normal durante la adolescencia. "Crecí en un ambiente donde lo cotidiano era la cultura", confesó hace años en una entrevista para El Universal mexicano. Desde entonces leyó clásicos, clásicos y más clásicos. Tras aquellos años de reclusión literaria, saltó al mundo de la moda y conoció a un millonario, con el que inició una vida lujosa durante unos pocos años.
Tras aquel tiempo, se separó y comenzó a trabajar en el mundo de los medios de comunicación de su país natal, donde fue conductora de televisión y participó en programas de radio. Aquella experiencia mediática le valió para convertirse en la directora de prensa de la Secretaría de Gobernación del país, donde comenzó a escribir algunos textos de corte erótico (ajenos a su actividad profesional).
Es significativo que, en contra del curso natural, entrase a la universidad en 1994 después de haber conocido el mundo laboral. Pero lo hizo: estudió Filosofía en la Universidad Autónoma del Estado de México. Durante los años en el gabinete de prensa de la Secretaría de Gobernación explotó, paralelamente, su interés artístico sobre la literatura y la sexualidad, y ello fue determinante para que una vez finalizada su carrera, se lanzase al mundo del arte performativo.
Y desde entonces, de polémica en polémica, ha ido llenando teatros hasta convertirse en una de las artistas más llamativas de México. Su obra versa, principalmente, sobre la opresión a las mujeres, la libertad sexual y el derribo de los cánones impuestos a las mujeres, y lo hace a través de espectáculos rocambolescos y tenebrosos. Una de sus obras más sonadas fue también la que le otorgó su apodo, La Congelada de Uva: una obra en la que, frente al público, se masturbaba con una uva congelada.
Echando un vistazo por su perfil de Instagram, puede observarse que el sufrimiento forma parte de su obra, al menos tanto como la desnudez. Desde candados que cuelgan de sus carnes hasta un sinfín de pinzas clavadas en su rostro, que le provocan sangre y desgarros en la cara, su obra se caracteriza por la crudeza y el dolor, aunque también se atisba (según quien mire) un culto a la resiliencia.
Para Boliver, "no hay una edad para desnudarse", según destacó en la citada entrevista a El Universal. Muestras sus arrugas en su cuenta oficial de Instagram, desde donde anima a darles color. Sus obras han sido estrenadas en países como Estados Unidos, Madrid, México, Reino Unido, Brasil, Eslovenia o India y, por el momento, parece que su actividad continuará algunos años más.