'Terenci: la fabulación infinita' deja al espectador con algo de mal cuerpo. El retrato del escritor catalán, cuyo éxito comercial no siempre estuvo en sintonía con el reconocimiento literario, más allá de los premios, es poliédrico e iconoclasta. Y no siempre sencillo de encajar, particularmente cuando toma la palabra quién fuera su ex pareja y el gran amor de su vida durante 14 años, Enric Majó, que lo retrata prácticamente como un maltratador. Una versión del escritor que seguramente hubiera contrastado con la de Maruja Torres, su gran amiga y una notable ausencia del docu, que de hecho, ha declarado en redes sociales que se niega a ver el film.
Una ausencia -Torres fue invitada participar pero declinó- que para muchos deja coja a la cinta ya que fue la periodista una de las personas más cercanas a Terenci: se conocieron a los 15 años y lo aprendieron todo juntos, el cine, la literatura. Un vacío, además, que resulta inexplicable más allá del desacuerdo en que pudiera estar Torres con algunas de las declaraciones vertidas. Más aún cuando desde la muerte de Moix, hace veinte años, la escritora no ha escatimado nunca loas a su amigo en entrevistas de todo tipo. Una ausencia, en fin, que deja un poco en fuera de juego el pretencioso slogan de 'el documental definitivo' sobre Terenci Moix.
Sí están, por otro lado, otras grandes amigas del escritor, como la actriz Nuria Espert o la fotógrafa Colita, que matizan impecablemente el retrato del autor de 'El sexe dels angels'. De hecho, en otro documental de Filmin sobre ella misma, 'Cola, Colita, Colassa', la fotógrafa de la 'gauche divine' ya había hablado extensamente de sus amistad con Moix. Y aparece también Torres.
La comparación es trillada pero efectiva: Terenci era el Truman Capote español. La misma mezcla de pericia narrativa y voracidad mediática. La fascinación por Marilyn. El catalán incluso adoptaba algunas de las actitudes de Capote para las fotos que siempre estaba dispuesto a conceder. Era y quería ser, como se dice también en el documental, el 'enfant terrible' de Catalunya. Fascinado por las celebridades -llegó a tener un programa de entrevistas en TVE titulado 'Más estrellas que en el cielo'- y por el antiguo Egipto, Moix ambiento muchas de sus novelas en ese espacio en el que se sentía libre y soñador. Tan es así que a su muerte sus cenizas fueron repartidas entre la calle Joaquim Costa (en su Raval de toda la vida) y Alejandría.
En el imaginario popular, Moix fue siempre un personaje (quizás más que un escritor, lo cual no deja de ser injusto) entrañablemente escandaloso, histriónico, divino.
En el documental, estrenado como película en cines y como serie de cuatro episodios en la plataforma, también se le ve como un hombre que presa del despecho y el dolor es capaz de mover cielo y tierra para que su expareja no consiga trabajo. Pero esa sombra tal vez no lo haga más polémico sino simplemente más humano.