La galardonada actriz Meryl Streep recibía ayer de manos de la propia Princesa de Asturias el pergamino que la distingue con el premio homónimo. Y Streep, en un discurso que viene siendo muy comentado por su emotividad y su elocuencia, no ha dudado en destacar algunas referencias de la cultura española que la han marcado a lo largo de su vida.
"Estoy muy feliz de estar aquí esta tarde, de figurar entre tan destacados homenajeados, en esta hermosa sala cuyas paredes han escuchado el eco de las voces de muchos de mis héroes del siglo XX y de este joven siglo nuestro" ha empezado para continuar con una reflexión sobre la propia naturaleza de su profesión y lo que significa para ella dedicarse a la actuación.
"Estoy realmente agradecida por este reconocimiento al arte de actuar –el trabajo de mi vida– cuya esencia sigue siendo un misterio incluso para mí. ¿Qué es lo que hacen realmente los actores? El intangible don de metamorfosis del actor es lo que hace que sea difícil cuantificarlo o medirlo. ¿Qué importancia tiene para nosotros? ¿Qué valor?"
Es así como ha llegado a lo que sería el corazón de su alocución, el tema de la empatía, esa capacidad de comprender las emociones y sentimientos de los otros, que tanta falta parece hacerle al mundo en estos momentos de guerra. "La empatía es el corazón palpitante del don del actor -ha dicho Streep-. Es la corriente que nos conecta, a mí y a mi propio pulso, con el de un personaje de ficción. Puedo hacer que su corazón se acelere, o calmarlo, según lo requiere una escena. Y mi sistema nervioso, conectado por simpatía al suyo, lleva esa corriente hacia usted que está sentado en su butaca, y hacia la mujer sentada a su lado, y hacia su amiga, también. Todos sentimos que nos está pasando al mismo tiempo. Por supuesto, es más fácil estar conectado emocionalmente con la vida de personas parecidas a nosotros. Pero siempre me he sentido impulsada también a comprender ese otro instinto, contra intuitivo, que nos lleva a interesarnos por los extraños; esa capacidad imaginativa que tenemos para seguir las historias de personas ajenas a nuestra tribu como si fueran nuestras".
Ha resultado particularmente significativo que la actriz citara en medio de esta reflexión la obra 'La casa de Bernarda Alba', el gran clásico lorquiano que explora las rencillas, rencores y desigualdades dentro de una casa habitada por mujeres. "En la universidad, diseñé el vestuario para una producción de la obra atemporal de Lorca, La casa de Bernarda Alba -ha contado Streep-. En ella, una de las hermanas, Martirio, grita: “Pero las cosas se repiten. Yo veo que todo es una terrible repetición. Lorca escribió el apasionado grito de Martirio dos meses antes de su propio asesinato, en vísperas de otro cataclismo. Que pudiera ver desde tan alto, que mirara con tanta distancia los acontecimientos que tanto amenazaban su vida, es extraordinario. Que pudiera expresar, a través de Martirio, una sabiduría que no lo salvaría, pero que sería una advertencia para el futuro, era un don. Actuar en una obra como esta es prestarles a los muertos una voz que los vivos pueden oír. Es el privilegio de un actor y es su deber" reflexionaba.
"Un gran artista español, Pablo Picasso, dijo: "Imitar a los demás es necesario. Imitarse a uno mismo es patético" -citaba en otro momento del discurso- Y otra gran artista española, Penélope Cruz, dijo: “¡No puedes vivir tu vida mirándote a ti mismo desde el punto de vista de otra persona!”, una doble referencia para continuar su argumentación sobre la empatía como parte esencial del trabajo actoral pero también como una forma de estar en el mundo.
"Cuando nacemos nos identificamos con los demás, sentimos empatía y una humanidad compartida. Los bebés lloran sólo con ver las lágrimas de otra persona. Pero a medida que crecemos, nos ponemos a reprimir esos sentimientos y a suprimirlos para el resto de nuestras vidas; a suplantarlos a favor del interés propio o de una ideología, y a sospechar y desconfiar de los motivos de los demás. Así llegamos a este triste momento de la historia. La empatía puede ser una forma radical de acercamiento y diplomacia, igualmente crucial en otros ámbitos de actividad. En este nuestro mundo cada vez más hostil y volátil, espero que podamos hacer nuestra otra regla que se enseña a todos los actores: lo importante es escuchar. Gracias por escucharme.", ha concluido.