Pocos cineastas como el alemán Wim Wenders (Düsseldorf, 1945) han logrado retratar de manera tan personal la esencia de una ciudad, da igual si se trata de Berlín, la Habana o Texas. Maestro a la hora de captar esos detalles que parecen crear una foto fija del espacio y el tiempo, Wender ha vuelto ahora a Tokio - ciudad que ya había retratado en 'Tokyo-Ga' (1985)- para firmar 'Perfect days', una de sus películas más entrañables y optimistas de los últimos tiempos. Un verdadero bálsamo contra el pesimismo reinante.
"Creo que 'Perfect days' es un acto puro de optimismo, que contrasta con la imagen del mundo actual, porque solo las imágenes contrarias son productivas", decía este martes a la Cadena Ser. La cinta es, en efecto, un ejercicio de minimalismo con el que el alemán parece intentar recuperar el pulso de sus producciones más personales. Y un retrato de personajes que le ha servido a él mismo para aliviar, un poco, las señales del mundo. Es decir la sensación de que la cosa se va al garete, sí o sí, a menos que encontremos de manera express algo parecido a la armonía interior.
Así lo expresa a través de las sencillas -y profundas- costumbres de Hirayama, un limpiador de retretes de la ciudad de Tokio que pasa sus días trabajando, leyendo y escuchando música en un viejo walkman. Y hace todas esas cosas son similar devoción.
"Tal y como están las cosas ahora, si no eres optimista, puedes pegarte un tiro - ha sostenido en la misma entrevista-. Tengo 78 años y nunca había visto las cosas tan mal como ahora. Cuando cayó el Muro de Berlín, todos pensamos que el mundo iría en una dirección diferente. Lo que no sabíamos era que iba a empeorar" ha dicho.
"Estoy harto y cansado de esto, y estoy desesperado por el estado del mundo y que la gente tome decisiones equivocadas en todas partes - continuaba en la charla de este martes-. Eligen soluciones como el nacionalismo o la venganza. Soluciones que siempre han demostrado ser las peores". Por eso, para el cineasta no hay otro refugio que el optimismo. "Estaría totalmente devastado si no fuera optimista. Y no creo que las cosas todavía puedan cambiar y que la humanidad tenga en sí misma el potencial para el cambio. Solo nos va a salvar aprender de los errores del pasado".
Otro de los campos de interés del cineasta ha sido siempre la música. Es parte constitutiva de su filmografía. Una de las cimas de ese interés fue el documental 'Buena Vista Social Club', que redescubrió para el mundo a los extraordinarios músicos cubanos que como, Ibrahim Ferrer o Compay Segundo, pudieron gracias a él proyectar su increíble talento al mundo.
La música de Nick Cave, así mismo, es indisociable de 'El cielo sobre Berlín'. Y la de Patti Smith o Lou Reed lo es de 'Perfect days'. Es uno de los temas más populares de Reed el que, precisamente, da título a la cinta. Una canción sobre la belleza de lo cotidiano. Una oda nostálgica a la sencillez.
Wenders, con su homenaje al trabajo sencillo, manual, parece también hablarnos de la necesidad de detenernos y volver a las ocupaciones esenciales. "Hacer cine es en gran medida un oficio -ha dicho en ese sentido-, aunque no se haga con las manos, sí se hace con los ojos, y junto con personas que son artesanas, los cámaras, sonidistas, etc. Es más un oficio que cualquier otra cosa. Así que me gusta la idea de la artesanía en las películas, y me gustan todos los directores y cineastas que no se consideran artistas, sino que se consideran artesanos", sostuvo.