Hubo un tiempo en que un veinteañero Sean Penn iba a recoger a un veinteañero Tom Cruise al aeropuerto, cada vez que venía a California. Conducían de regreso y se ponían a dar vueltas por las casas de las grandes estrellas -Jack Nicholson, Dustin Hoffman-, aparcaban frente a una de ellas y se quedaban allí, preguntándose "¿qué estarán haciendo?". Hoy, es posible que pocos chicos se atrevan a acampar frente a la casa de Sean Penn, en Malibú. Tal es la fama de tipo duro que tiene el ex de Madonna y Robin Wright, ganador de dos Oscar y consumado defensor de las 'causas justas' del mundo.
"Rebelde con varias causas", así, no sin cierta condescendencia, lo describe la columnista Maureen Dowd del New York Times, en una entrevista esta misma semana. Normal. Nio es que el actor se haya ganado, precisamente, el corazón de las feministas a lo largo de las décadas. De hecho, uno de los temas de la conversación es la acusación que le hiciera Madonna de haberla agredido con un bate de béisbol, algo que Penn ha negado siempre y vuelve a negar en esta charla. "Madonna es alguien a quien quiero" dice, recordando, además, que ahora son muy buenos amigos, algo que le costó más lograr con su otra ex celebrity, Robin Wright. "La diferencia está en los hijos, es mucho más sencillo construir una amistad con tu ex si no los tienes".
'El árbol de la vida' (2011), 'La vida secreta de Walter Mitty' (2013) 'Licorice Pizza' (2021)... todas esa son películas que, si atendemos a sus propias declaraciones, Penn hizo con desgano. "Pasé 15 años miserables en los sets -dice- 'Milk' (2008) fue la última vez que la pasé bien". A parecer la cinta sobre el asesinato de Harvey Milk, el primer funcionario público electo abiertamente gay en California, misma que le valió a Penn su segundo Oscar, marcó un punto de hartazgo para él. Fue esa misma sensación la que lo llevó a convertirse en un abanderados de esas 'causas' como ayudar a las víctimas de los desastres naturales en Haití o Nueva Orleans, organizar las administración de vacunas durante la pandemia o incluso entrevistarse con dictadores (Chavez, Castro), narcos (el Chapo) y hasta motivar la liberación de unos excursionistas americanos en Irán. Una suerte de 'Batman' no solicitado de la vida real que tampoco le ha hecho muy simpático ante los propios activistas. A él, por supuesto, todo eso le ha dado siempre igual.
Siempre polémico, incluso conflictivo para algunos, su relación con las mujeres parece, en cambio, haber llegado a un punto de tranquilidad. Penn asegura que aunque alguna vez amó el drama en el romance, hoy mismo le costaría vivir 'dramas innecesarios' y 'visitar a los dioses del trauma'. Prefiere, dice, llegar a casa, mirar a sus perros y decir: 'Hey, somos nosotros otra vez'”. Curiosa analogía.
Penn dice que durante mucho tiempo “lo primero que veía por la mañana eran unos ojos que se preguntaban qué iba a hacer para hacerlos felices ese día". Algo que, aseguro, era rara vez es correspondido. La solución para escapar de semejantes compromisos está, para el actor, en sus amigas, a quienes describe como "personas hermosas y maravillosas, maravillosas con sus parejas o maravillosas solas” que le han enseñado que las relaciones no tienen por qué ser dramáticas o agotadoras. Di qué sí, Sean.
Por eso dice que ahora disfruta de su soltería. “Simplemente soy libre -dice- Si voy a tener una relación, seguiré siendo libre, o no estaré en ella y no estaré sufriendo. No siento que el romance vaya a volver a romperme el corazón”