Quentin Tarantino siempre ha hecho lo que le ha dado la gana. Dejó el colegio a los 15 años, se negó a cambiar ni una sola coma de sus guiones cuando buscaba financiación para sus primeras películas y reaccionó a las críticas por la violencia de su cine incluyendo aún más violencia. Más lúdica. Más sangrienta. Más divertida. Tarantino solía presumir de que jamás sentaría la cabeza porque el cine era su única obsesión pero a los 57 años se ha casado con una modelo israelí de 36, ha tenido un hijo con ella y se ha mudado a Tel Aviv. Hoy pasea en bici todas las mañanas por la ciudad mientras los lugareños lo saludan por la calle. Quizá sea una crisis de los 50 o quizá es que Tarantino, una vez más, ha hecho lo que ha querido. Desde luego no se le puede acusar de predecible.
Su madre lo bautizó para que tuviera "un nombre rutilante, que llenase la pantalla". Quentin era el nombre del personaje de Burt Reynolds en la serie de los 50 'Gunsmoke. La ley del revólver' y, aunque él podía haber adoptado el trepidante apellido de su padrastro (Zastoupil) se decantó por el de su padre biológico porque sonaba a estrella del rock. Tony Tarantino abandonó a la madre de Quentin antes de que este naciera para perseguir sus sueños como actor y, en 2010, el director aseguró que nunca lo ha conocido en persona. De hecho fue Curtis Zastoupil, su padre a todos los efectos, quien inculcó a Quentin la pasión por el cine llevándoselo a ver todo tipo de películas cada lunes.
Una de ellas, 'Abbott y Costello contra los fantasmas', definió su visión como cineasta. La pareja cómica favorita de América en la posguerra, Abbott y Costello, se enfrentaba a monstruos clásicos de Universal como Frankenstein, La momia o El hombre invisible y, aunque se trataba de comedias para toda la familia, incluían escenas como el monstruo de Frankenstein arrojando una enfermera por la ventana y matándola. Viendo aquella película Tarantino comprendió lo que eran los géneros cinematográficos y, lo más importante, que yuxtaponerlos podía resultar enormemente excitante.
"Odiaba el colegio. Me aburría. No me gustan las cosas que no se me dan bien. No aprendí matemáticas ni ortografía. Se me daba bien la historia porque era como una gran película, pero aprendía todo más tarde que los demás: a montar en bici a los once años, a nadar cuando ya estaban en el instituto. Ni siquiera aprendí a leer la hora del reloj hasta sexto curso" explica. Lo que le gustaba era escribir y solía regalarle a su madre, cada Día de la madre, historias escritas por él en las que ella moría. A los 15 años le confesó que llevaba meses sin ir al instituto y ella le permitió dejarlo bajo la condición de que buscase un trabajo. Su coeficiente de 160 estaba destinado para otra misión.
La historia de orígenes de Tarantino forma ya parte del folclore de Hollywood: se pasó toda la década de los 80 trabajando en un videoclub, hablando sobre cine con los clientes y viendo películas sin parar en los monitores. Todo tipo de películas. Y aquel videoclub fue su escuela de cine, lo cual marcó una brecha entre la generación de cineastas que lideró Tarantino y las anteriores: su formación no era académica sino en VHS.
Entre sus influencias están las comedias screwball de los años 30 como 'La fiera de mi niña', los westerns como 'Río bravo' ("Cuando empiezo a salir con una chica se la pongo para ver si la cosa va en serio", explicaba), la violencia de 'Grupo salvaje' o 'Defensa', los thrillers de Alfred, las obras maestras de Scorsese, la serie B de Corman, los tiroteos de 'El bueno, el feo y el malo', la reivindicación de la cultura negra de la blaxploitation, el sentido de la maravilla del arranque de 'Indiana Jones y el templo maldito', la persecución de camiones de 'Mad Max 2. El guerrero de la carretera', cualquier cosa que hiciera Bruce Lee, cualquier escena de 'La matanza de Texas', Al Pacino en 'Scarface'.
No había género que no le interesase, hasta el punto de inventarse subcategorías para clasificar las películas: cine de dos tíos y una chica, cine de gente que escribe un libro de mayor, cine de profesores inolvidables, cine de tíos que se casan con una zorra pero luego no soportan verla trabajar. Tarantino comprendía la realidad y experimentaba la vida a través de las películas. "Lo que determina que un actor sea guay es que tras verlo en una pantalla quieras ser él. Yo me vestía como Kevin Costner en 'Fandango', hablaba como él" recuerda el director. A lo más que llegó en los 80 fue a interpretar a un doble de Elvis Presley en 'Las chicas de oro'.
El título de 'Reservoir Dogs' se le ocurrió antes de empezar a escribir el guión. Su novia le dijo que quería ir a ver 'Au Revoir Les Enfants' de Louis Malle y él respondió "no me interesa ver una peli sobre 'reservoir dogs' (perros de reserva)". Aquel debut fue un fenómeno indie y sentó las bases de la filmografía de Tarantino: personajes que mantienen conversaciones eléctricas sobre asuntos de la vida cotidiana o de la cultura popular, mil referencias cinematográficas por minuto, planos eróticos de pies femeninos (su mayor morbo sexual) y una violencia que conseguía resultar a la vez hiperrealista e hiperestilizada.
Durante los 90 se escribió hasta la saciedad sobre el gusto por la violencia de Tarantino. Su cine representaba a una generación que había crecido con imágenes brutales (en el cine, los videojuegos, los telediarios) hasta insensibilizarse ante ellas. Tarantino las convirtió en un fetiche para la alta cultura. Desde Aristóteles, en su análisis de las tragedias griegas, hasta Freud estudiaron la necesidad que tiene el ser humano de consumir violencia para satisfacer sus propios impulsos agresivos y mantener ese tabú, de algún modo, controlado.
Cuando el público pagó la entrada de 'Pulp Fiction' no había visto jamás a unos personajes hablando así, en un tono a la vez muy callejero y muy artificial. 'Pulp Fiction' era una antología sobre tipos duros que habían visto muchas películas. Tarantino se convirtió en un icono de la rebeldía de la Generación X, obsesionada con encontrar la autenticidad pero filtrada a través de lo único que le importaba: la cultura pop. Kurt Cobain incluyó a Tarantino entre los agradecimientos del disco de Nirvana 'In Utero'.
Durante sus primeros años de triunfo Tarantino mantuvo relaciones con la actriz Mira Sorvino y con la directora Sofia Coppola, pero su dedicación obsesiva a su arte le hacía incapaz de involucrarse sentimentalmente. Su imagen pública lo colocó por encima del bien y del mal y él ha alimentado ese estatus: no hay polémica que perjudique su legado porque, sea cual sea, siempre encaja en su rol de disidente antisistema. Por otra parte, le honra su honestidad a la hora de disculparse. Lo hizo cuando dijo que la chica de 13 años a la que Roman Polanski violó en los 70 lo estaba buscando, cuando fue una de las poquísimas personas en Hollywood que reconoció estar al corriente de los abusos de Harvey Weinstein ("sabía lo suficiente como para haber hecho algo y no lo hice" explicó) o cuando se publicó un vídeo en el que Uma Thurman sufría un aparatoso accidente de coche durante el rodaje de 'Kill Bill' que le dejó secuelas de por vida (en una escena que debería haber sido rodada por una especialista, lo cual el director describió como "el mayor arrepentimiento de mi vida").
El sadismo de Tarantino hacia sus personajes femeninos fue condenado por varias voces en las réplicas periodísticas del Me Too: son sus manos las que ahogaron con una cadena a Uma Thurman en 'Kill Bill' y su saliva la que impactaba la cara de la actriz en primer plano donde Bill la escupía. Por otro lado, varias personas contrarrestaron estas críticas aduciendo que en el cine de Tarantino existe una violencia contra las mujeres del mismo modo que en el mundo (y en el cine que él homenajea) esa violencia campa a sus anchas, pero que además el director propone fantasías de venganza donde ellas acaban liberándose: 'Kill Bill', 'Death Proof', 'Érase una vez en Hollywood'. No es un debate sencillo, pero con Quentin Tarantino nunca lo es.
Lo que sí que parece bastante simple es su vida como hombre casado y padre de familia. En 2018 el diccionario de Oxford incluyó el término "Tarantiniano", confirmando la plena integración de la obra de Quentin Tarantino en el imaginario colectivo. Aquel mismo año se casó con la modelo y cantante israelí Daniella Pick. Ponía así fin a toda una vida en la que solía asegurar que la única compañía que le hacía feliz era la del cine. "No quiero que nada se interponga entre mis películas y yo", argumentaba. Siempre ha prometido que su plan era retirarse de la dirección tras hacer diez películas y dedicarse solo a escribir guiones y novelas. Desde su boda, Tarantino ha caído en todo tipo de clichés ("Estaba esperando a la chica perfecta"), ha expresado sus deseos de ser padre ("Todo el mundo me dice que se me daría muy bien") y se ha mudado a Tel Aviv con Daniella. Ella ha explicado que su vida no podría ser más apacible. "Pasamos mucho tiempo en casa, viendo películas o cocinando para nuestros amigos. A Quentin le encanta cómo cocino y a mí me encanta cocinar. Él es un caballero, romántico, divertido y sexy. Es un genio y un marido increíble", asegura.
Esta nueva etapa ha generado momentos tan curiosos como Tarantino explicando que apenas se inmuta ante los misiles que sobrevuelan la franja de Gaza y que está aprendiendo hebreo para que su hijo Leo (nacido en febrero de este año) vea que sus padres son bilingües. De hecho cuando ganó el Globo de Oro por el guión de 'Érase una vez en Hollywood' le dedicó unas palabras a su esposa en hebreo. El matrimonio celebró a la vez Hanukkah y la Navidad viendo 'Qué bello es vivir'.
A pesar de conocerse en 2009 durante la promoción de 'Malditos bastardos', la pareja no empezó a salir hasta 2017. Un año después Quentin le pidió en matrimonio con una fiesta a la que acudieron Bruce Willis, Samuel L. Jackson y Uma Thurman. También estaba por allí Harvey Weinstein, productor de casi todas las películas de Tarantino, semanas antes de que se destapase el escándalo de sus abusos sexuales sistemáticos desencadenando el movimiento Me Too. Weinstein incluso dio un discurso para brindar por el compromiso, celebrando que 'Malditos bastardos' hubiese hecho que Tarantino ganase "no solo un Oscar sino también a Daniella".
La boda se celebró en noviembre de 2018 ante solo 20 invitados. Porque esta estabilidad sentimental ha conseguido que Quentin Tarantino experimente algo por primera vez: la discreción. Apenas se sabe nada sobre su esposa aunque, eso sí, hay varias páginas en internet dedicadas a sus pies. Ahora Quentin ya sabe lo que se siente cuando un desconocido se obsesiona con los pies de tu pareja. Claro que, quién sabe, quizá eso fue lo que le enamoró de ella.