Recientemente, la cantante Alana Sinkey, vocalista de Cosmosoul, una de las bandas referentes de la música negra actual en España, se lamentaba de lo poco explotada que está la riqueza de artistas de jazz que hay en nuestro país. ¿Cómo puede ser si tenemos varias salas que están reconocidas por la revista norteamericana Down Beat entre los mejores clubs del mundo? Bogui y Café Central, en Madrid; Harlem Jazz Club y Jamboree, en Barcelona; y Jimmy Glass, en Valencia.
A pesar de las palabras de Sinkey, el público internacional escucha jazz español y lo confirman desde la Plataforma Jazz España, que agrupa a profesionales del género y representa festivales y ferias. "El jazz español está en el mapa europeo", dicen. Quien mejor puede hablarnos de ello es Francisco Blanco, más conocido por su nombre artístico, Latino Blanco, uno de sus asociados. Es saxofonista, flautista, compositor, arreglista y productor. Tiene 55 años y, aunque es cordobés de nacimiento, vive en Valencia.
Con poco más de 20, creó un taller de jazz modesto que maduró hasta convertirse en Sedajazz, una de las entidades que más músicos forma y mejor divulga el jazz español. Tomó el nombre de la localidad valenciana que vio lo vio nacer, Sedaví, y la ha convertido en cantera de la que han salido artistas de primera, como Perico Sambeat y Jesús Santandreu. Su palmarés acumula premios, giras, conciertos, reconocimientos y trabajos que muestran su proyección púbica internacional.
Latino Blanco es uno de los mayores entusiastas del jazz. Ha participado en los festivales más prestigiosos del mundo y con Sedajazz ha grabado junto a Pat Metheny, Mike P. Mossman, Kurt Rosenwinkel o Chris Check. Su nombre figura en más de 30 discos de jazz y 45 de otros estilos. Admira a Mark Turner, Duke Ellington, Sidney Becket y Louis Amstrong, entre otros muchos.
Una vez hechas las presentaciones, nos habla de ese alcance cosmopolita del jazz español, empezando por Sedajazz, como punto de formación, encuentro e impulso. "Tenemos una escuela con 350 alumnos entre 3 y 75 años e impartimos seminarios internacionales con músicos que vienen de cualquier parte del mundo para que compartan su sabiduría", explica. Uno de sus alumnos se encuentra ahora mismo en Boston con una de las becas más significativas. Es verdad que el jazz no tuvo en España el mismo predicamento que en otros países, pero, además de sobrevivir, consiguió madurar y consolidarse en diferentes espacios, medios y plataformas.
Está convencido de que hay talento suficiente para que nuestro jazz ocupe un lugar de referencia ahora y en las próximas generaciones: "Es fascinante la naturalidad con la que aprenden. Les gusta porque componen en el momento a partir de unas reglas, unos acordes y unas escalas. El jazz es creatividad, improvisación. No sigue una partitura, sino que el músico interpreta con libertad y modifica según el momento. Jóvenes músicos que dominan la trompeta, la batería, el bajo o el contrabajo o un instrumento armónico, como la guitarra o el piano. Inventan nuevas formas de expresión e incluyen en el jazz otros géneros musicales, como folk, música brasileña, flamenco y blues".
La primera lección que imparte a estas jóvenes promesas responde a la definición que nos dejó el filósofo Jean Paul Sartre: "No hay melodía, solo notas, una miríada de breves sacudidas. No conocen reposo; un orden inflexible las genera y destruye; sin dejarles nunca tiempo para recobrarse, para existir por sí. Corren, se apiñan, me dan al pasar un golpe seco y se aniquilan. Me gustaría retenerlas, pero sé que, si llegara a detener una, sólo quedaría entre mis dedos un sonido canallesco y languideciente".
Latino Blanco destaca que ciudades como Valencia, Barcelona o Madrid son la cuna de músicos que exportan al resto del mundo con este género musical al que la Unesco da la consideración de "herramienta de construcción de sociedades inclusivas". El jazz crea conciencia a nivel internacional, es educativo y tiene una fuerza inigualable para conseguir la paz, la unidad y el diálogo. "Nuestra presencia en algunos eventos corrobora que nuestra música está tomando fuerza", insiste Latino. El año pasado estuvo por primera vez representada en Jazzahead Bremen Digital, la feria internacional más importante de Europa dedicada al mundo y a la cultura del jazz y con más de mil profesionales registrados. La Plataforma Jazz España presentó un documental con un recorrido por los ferias y festivales de jazz del país y este año contará con un stand propio.
Hoy hay muchísimos nombres de pianistas, saxofonistas, contrabajistas, trompetistas, bateristas, trombonistas, flautistas y guitarristas que marcan el jazz español dentro y fuera de nuestro país. Merece la pena destacar el éxito del flamenco jazz, un género autóctono y único en el mundo al que ponen voz artistas como la sevillana Mar Salá. Vive en Nueva York desde 1987 y es reconocida en cualquiera de los clubs neoyorquinos por sus mezclas del jazz con la rumba flamenca, ritmos brasileños, rock o pop español.
En Nueva York suena también el acordeón del veterano jazzista gallego Víctor Prieto, de 47 años. Allí ha revolucionado el jazz por su manera de tocar y de crear nuevos sonidos y técnicas con este instrumento. The New York Times le definió "un acordeonista y compositor diabólicamente hábil" y la plataforma The All About Jazz como "uno de los mejores músicos y acordeonistas del mundo". En sus composiciones fusiona el jazz con sus raíces gallegas y celtas, con música clásica y con sonidos brasileños.
Otro de nuestros mejores embajadores es el pianista de Granollers Albert Marqués, de 33 años, que actualmente reside en Nueva York. Con su último disco, 'Freedom first', intenta evitar la ejecución de Keith LaMar, un preso afroamericano que lleva 28 años en una celda de aislamiento en Ohio. Durante este tiempo ha escuchado jazz y desde la cárcel colabora en el disco recitando por teléfono poemas propios. Marqués, que ya logró numerosos éxitos en París, toca ahora en los clubes más prestigiosos de la ciudad, como el Birdland, The Jazz Gallery, Shape Shifter Lab. Su nuevo proyecto está acaparando la atención de varios medios, como The New York Times.
Entre los grandes embajadores están algunos ya fallecidos. A principios de año murió el pianista catalán Jordi Sabatés, nombre clave del jazz a nivel internacional. Además de colaborar con los grandes, puso música en directo a figuras como Buster Keaton, Méliès, Murnau y Segundo de Chomón. En la memoria está el pianista catalán Tete Montoliú, uno de los grandes prodigios mundiales del jazz, fallecido en 1997. Ciego de nacimiento, a los cuatro años ya ejecutaba con insólita precisión los primeros compases de algunas piezas clásica. Tocó con figuras como el saxofonista Dexter Gordon, el trompetista Chet Baer o el baterista Elvin Jones, y abrió las puertas a nuevas ideas.