"Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos", anuncia Pablo Neruda en uno de los 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada'. Como ocurre con los cerezos, las flores dejan espacio a los frutos y cuando estos caen a comienzos del invierno, queda el recuerdo de la belleza y la promesa de una nueva flor. Algo parecido ocurre con el amor. Es la fuente de todas las emociones y todos los impulsos creativos, buenos, malos, desgarradores, incluso destructivos.
Con este planteamiento, la periodista y escritora Marta Robles ha escrito su decimoséptimo libro: 'Lo que la primavera hace con los cerezos' (Espasa), un ensayo sobre el amor, el desamor, las pasiones y la sexualidad de creadores de distintas épocas y distintos perfiles. Novelistas, músicos, poetas, pintores, cineastas y fotógrafos dan cuenta a través del relato de Robles de sus pulsiones creativas y sus modos de amar.
Has titulado tu libro con verso de Pablo Neruda: ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’. ¿Qué es lo que la primavera hace con los cerezos?
La primavera hace florecer los cerezos. Saca su belleza. Lo mejor de ellos. Eso es lo que hace el buen amor con el ser amado: sacar lo mejor de él.
En el libro dices que el amor no es eterno, pero que el recuerdo del amor sí puede serlo. ¿Qué papel juegan los recuerdos en cualquier relación?
El recuerdo es la base de cualquier relación. A partir de los recuerdos (que reconstruimos e incluso inventamos) continuamos amando y dando pasos en las relaciones, que no se desarrollan siempre estando sus protagonistas juntos. Los recuerdos son tesoros que avivan el fuego de la pasión y del propio amor. Pueden destruirlo también, pero es curioso que tal vez para sobrevivir, intentamos apartar los malos recuerdos. Y no siempre deberíamos hacerlo para no volver a tropezar…
¿El amor cambia con la edad? ¿Qué es lo mejor y lo peor de amar a partir de los 50?
Yo creo que el amor cambia con el paso del tiempo de la relación. No tienen nada que ver los años. Creo que puede haber amores de fuego a partir de los 50 y amores de hielo a los 20 si han empezado a los 14. El amor se va trasformando. Al principio solo es enamoramiento y suele ser una cosa mucho más física. Luego, los más afortunados conservan también la pasión, pero en una relación que se va serenando y deja lugar para otros asuntos. No sé quién decía que cuando te metes en la cama al principio con el ser amado solo el roce de su pierna te estremece y que cuando pasan los años no sabes cuál es su pierna y cuál la tuya… Pero que es en ese momento cuando si le cortan la pierna al otro, te duele como si te la cortaran a ti. Pero hay tantos amores como miradas. Lo cuento en mi libro: miradas de cualquier edad y condición.
En el libro abordas distintos tipos de amor, casi todos en el ámbito de lo pasional. ¿La pasión es el motor más potente para la creación?
Pues siento contradecirte, pero no abordo los distintos amores de los artistas desde el ámbito de la pasión, lo que hago es relacionar el amor de esos creadores de todas las disciplinas con sus obras, porque este es un ensayo donde trato de demostrar que el amor, el desamor y la pérdida influyen de manera definitiva en la creación. Es más, en el prefacio ya cuento que le llevo la contraria a Freud que dice que la creación nace de un impulso sexual y que considero que el amor, que, como dice Voltaire, “ataca de una vez a la cabeza, al corazón y al cuerpo” es mucho más determinante. En este libro hay amores que duran toda la vida y otros no. Pero eso no quiere decir que sean solo pasión; lo que sucede es que la diferencia entre una obra de arte y un buen trabajo es que provoque emoción; y como los artistas saben que ellos mismos necesitan sentir emoción para poder inoculársela a sus creaciones y que estas se conviertan en obras de arte, intensifican sus formas de amar y desamar.
¿El amor puede funcionar, entonces, como resorte creativo?
Los creadores viven en permanente estado de zozobra porque saben que sus carreras no son lineales y cada creación es un reto. Es más, creo que ese primer momento del amor, absolutamente pasional y muy feliz es ese “estado de estupidez transitoria” del que hablaba Ortega y Gasset, que y desde él es más difícil crear. Lo que se desprende de mi libro, donde hay muchos creadores atormentados y con vidas complicadas es que el desamor, la pérdida y el sufrimiento pueden ser un motor más potente para la creación que el propio amor. Que puede ser más inspirador el dolor que la felicidad.
De todas las historias que cuentas, ¿cuál o cuáles te emocionan más y por qué?
Es muy difícil elegir, porque todas son verdaderamente emocionantes. Me gusta especialmente la de James Joyce y Nora Barnacle porque destila pasión desde el principio hasta el final (incluso en su correspondencia pornográfica) y porque son dos personas intelectualmente muy distintas pero que se necesitan hasta cuando pasan por los peores momentos de su vida, con una hija en un hospital psiquiátrico. Ella, “mi Irlanda portátil”, como la llamaba Joyce es la protagonista de toda su obra. También la Molly Bloom del 'Ulises'. Es una historia llena de inspiración. Me gusta mucho también la de Allen Ginsberg (uno de los padres de la generación Beat) y Peter Orlovsky, el primero homosexual y el segundo heterosexual, con una relación abierta desde que se enamoraron, casi al segundo de conocerse. Uno tiene otras relaciones con hombres y otro con mujeres, además de de la suya…, pero se aman durante toda la vida y sacan lo mejor el uno del otro. Eso me hace creer que se ama a las personas, no a los sexos.
¿Cuál te parece más terrible y por qué?
Me parece terrible la historia de Salgari, no por sus mentiras respecto a ser el capitán que no era o no haber recorrido el mundo y prácticamente no haberse movido más que unos pocos kilómetros del lugar en el que nació, sino porque después de habernos infinidad de historias exóticas y de tener incontables de lectores murió en la pobreza por lo mal que se portaron con él sus editores. Se quitó la vida con una navaja de afeitar cuando ingresaron a su mujer (el amor de su vida, en una relación de excesos) en un psiquiátrico del estado y él no pudo ni pagarle un centro mejor. Es una historia sobrecogedora. También lo es la de Artemisia Gentileschi que no es exactamente de amor. Es la historia de una violación, de la primera que se denuncia y se condena porque ella se empeñó, aun cuando para que dieran verosimilitud a su testimonio durante el juicio hubo de soportar que la torturaran. A partir de eso, su pintura, extraordinaria, fue mucho más reivindicativa; pese a todo, su figura extraordinaria cayó en el olvido hasta los años 70 cuando las feministas la recuperaron como la de una mujer feminista, antes de que existiera el feminismo y se volvió a resaltar también la genialidad de su obra.
El libro pone de manifiesto el rol ‘paciente’ de las mujeres en las historias amorosas de siglos anteriores. ¿Cuánto ha cambiado ese rol? ¿Qué queda por hacer?
La historia de la humanidad está escrita sobre la desigualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos, incluido el amoroso; pero también ha habido mujeres que se han saltado las normas impuestas por los hombres y han amado, cuándo, dónde y a quién les ha dado la gana. A muchas de ellas, por eso, las han considerado 'mujeres fatales', cuando no eran más que mujeres libres. En este libro no todas las mujeres tienen un rol paciente; pero es evidente, como digo, que la historia no nos lo ha puesto fácil. En la actualidad, depende al lugar del mundo al que miremos, nos encontramos con una mejor o peor situación para las mujeres. Solemos hablar desde nuestros zapatos, pero en medio mundo las mujeres viven una terrible situación de sometimiento que les impide no solo crear, sino casi vivir. En nuestra entorno también quedan cosas por hacer respecto por ejemplo a la consideración literaria. Hay muchos hombres a los que les cuesta leer a las mujeres… Es todo un asunto cultural, con su lacra correspondiente.
Cuando la primavera ya he hecho su labor con los cerezos, ¿qué nos aguarda?
Muchas veces las flores desaparecen… A veces, solo queda el recuerdo y la esperanza de una nueva primavera. Otras, hay que aguantar el frío invierno y confiar en que la primavera regresará.