Ocurrió en un canal de youtube, claro. No iba a ocurrir en un libro. Ni siquiera en un cruce epistolar en un periódico o en una web. El escritor, guionista y creador de contenidos argentino Hernán Casciari dijo que lo que en vida fue 'la literatura', ya fue. Caput. C'est fini. "Yo no creo en la literatura, ni mucho menos que se lea sostuvo-. La literatura era algo para un señor que venía a las siete de la tarde y tenía tiempo suficiente de sentarse en un sofá con un libro de 550 páginas cuyas primeras 25 eran la descripción del personaje. ¿Quién tiene tiempo? ¿Por qué, además? Era buenísimo... cuando no había otra cosa".
Y claro, ardió la ciudad letrada.
He ahí la cuestión. Porque pese a quien le pese, las palabras de Casciari tienen un fondo de razón. Una vez David Foster Wallace dijo, en los noventa, algo así como que su cerebro recibía cuatro o cinco golpes de información importante antes de tomarse el café por la mañana. Tres décadas después, los adolescentes reciben 500 golpes de información antes de tomarse el Colacao. Así que antes de rasgarnos las vestiduras tal vez cabría preguntarnos ¿habríamos leído 'En busca del tiempo perdido' (no lo hemos leído, pero hagamos que sí) si hubiéramos tenido Tik Tok a los 13 años?
"Hay mucha gente haciendo fuerza para que los chicos lean. Mi hija tiene seis años y obvio que no va a leer, ¿para qué? -dice Casciari- Decirle a un chico de siete, ocho años que tiene que estar tres, cuatro horas mirando para abajo con todos sus sentidos concentrados en una sola cosa, que es un papel con tinta en donde un tipo te quiere explicar cómo es la cara de ese personaje, pobrecito, ¿por qué le vas a hacer eso al chico?". Sí, suena a boutade. Tal vez lo sea. Pero ¿y si los niños y adolescentes encuentran en esas otras formas los estímulos emocionales, las preguntas y las estructuras narrativas que necesitan?
Mejor empecemos por saber quién era Hernán Casciari. Digamos que era un escritor y un periodista como pocos. Y como muchos. Afincado en Catalunya, había llegado a tener todo lo que un autor desearía: un medio, una columna, una editorial, un agente y sobre todo blogs, cuando eran tan novedosos como son hoy los podcast. Hizo un blog ficcional haciéndose pasar por una gorda. Un blog firmado por un enfermo mental. Otro blog haciéndose pasar por Letizia Ortiz. Lo contrataron en El País de España y en La Nación de Argentina. Hernán Casciari era el hombre de moda en el ámbito cultural a ambos lados del charco.
Pero un día renunció a toda la estructura que a muchos les toma años levantar: En 2010 se fue de los periódicos, de la editorial, de los blogs y fundó una revista, 'Orsai', junto a su mejor amigo del colegio; sin publicidad, solo confiando en la “fidelidad” de sus seguidores que desde entonces no han parado de apoyarlo en todas sus aventuras antisistema y autogestionadas: de la autoedición al podcast, del cuentacuentos al microteatro con su familia y a vueltas con el bar- pizzería; de la producción de películas y series a la escuela literaria.
Así fue que, solo con el apoyo de sus fans la comunidad Orsai y su universo siguen en expansión. La marca Orsai llegó tan lejos que ya ni siquiera necesita publicarse. Solo existe a través de sus múltiples proyectos. Su última hazaña es un buen ejemplo de ello: después de la final del último mundial de fútbol, Casciari se propuso publicar un perfil larguísimo de Leo Messi. Le llamó “Messi y su valija”, la vida del futbolista migrante en portada. Poco después de la final, Hernán se fue a una radio y leyó unos cuantos párrafos de lo que vendría y animó a la gente a suscribirse por un euro para leerlo entero. Messi lo escuchó y le mandó un audio contándole que había llorado al oírlo. El video viral se reprodujo infinitas veces. Al día siguiente Orsai tenía en la cuenta un millón de dólares en suscripciones.
"Gordo pelotudo se nota que no has leído un libro en tu vida", dice Casciari que le dicen. Muchos escritores han muerto como mueren los gatitos cada vez que alguien cierra (para siempre) un libro en la página 11. "¿Quién es este nabo que solo lee libros de maquillaje y tratamiento facial?" se preguntó en un tuit Martín Caparrós. Se entiende la indignación, también. La literatura no es sólo la lectura, para empezar. Ni solo la escritura. Es un intercambio de experiencias y conocimiento que no vamos a intentar definir en estas líneas (que leerán muy pocos ¿quién tiene tiempo de llegar hasta aquí?).
La respuesta de Casciari, en todo caso, ha sido igual de escandalosa y 'comercial': decidió poner todos sus libros a mitad de precio (www.hernancasciari.com) hasta que dejen de "putearlo". Mientras más lo 'putean', más vende. "Sigo sin creer en la literatura hasta el 23 de diciembre" ha dicho.