La historia de Macondo, el pueblo en el que transcurre una buena parte de la obra de Gabriel García Márquez es la historia de Latinoamérica. En su génesis, sus revueltas, su colonización y su condena a repetirse en ciclos de magia y de violencia a lo largo del tiempo, está la metáfora de un continente en el que lo real no siempre es tan maravilloso. Hay en su propia construcción una dislocación del tiempo lógico -"El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo"- que nos remite directamente a un escenario casi mitológico.
Poco se dice, sin embargo, que Macondo, como topónimo (o por lo menos nombre propio) existió mucho antes que que el escritor lo hiciera 'debutar' en uno de sus cuentos, en 1954: en 'Un día después del sábado' aparece un Hotel Macondo. De hecho lo contó el propio autor en sus memorias 'Vivir para contarla' (2002): "El tren hizo una parada en una estación sin pueblo, y poco después pasó frente a la única finca bananera del camino que tenía el nombre escrito en el portal: Macondo. Esta palabra me había llamado la atención desde los primeros viajes con mi abuelo, pero solo de adulto descubrí que me gustaba su resonancia poética. Nunca lo escuché a nadie ni me pregunté siquiera qué significaba”.
Hoy no solo sabemos que el nombre era real sino que correspondía a una plantación bananera de la United Fruit Company, una multinacional estadounidense cuya presencia en América Latina (en países como Colombia, Costa Rica, Cuba, Jamaica, Nicaragua, Panamá y Santo Domingo) fue sinónimo de imperialismo americano y de la explotación de recursos desde finales del s. XIX. De hecho, fue la responsable de que se llamara 'repúblicas bananeras' a los países en los que operaba muchas veces influyendo en sus políticas internas.
De hecho, como recoge la página Literland: "Este es el mapa elaborado en 1928, un año después del nacimiento de García Márquez, y en el que ya figura Macondo como una finca bananera en la zona del caribe colombiano, implicada ese mismo año en la masacre de trabajadores que el propio García Márquez recogió en "Cien años de soledad".
Este dato se refiere a un hecho histórico ocurrido el 6 de diciembre de 1928 en el Municipio de Ciénaga, en Magdalena, Colombia cuando una huelga de los trabajadores de la fruta que llevaba casi un mes fue 'sofocada' por el Ejército Colombiano, que intervino en defensa de los intereses de la United Fruit Company causando lo que se conoce como la 'Masacre de las bananeras', que se cobró alrededor de 20 muertos pero que en el imaginario garciamarquiano pasaron a ser 3.000. Cosas del realismo mágico. Como sea, conviene recordar que el nombre de Macondo, ese pueblo que en el imaginario del autor nació como "una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos", esa palabra sin significado alguno que fue expropiada a la multinacional por García Márquez, está en la realidad profundamente ligado a una historia de colonialismo que el Premio Nobel se encargó de contar de una manera brillante y metafórica.