Silvia Moro y Pippa Bacca, artistas y amigas, salieron de Milán el 8 de marzo de 2008 vestidas de novia con la idea de llegar a Israel haciendo autostop. Su sueño de promover la paz y el concepto de matrimonio de culturas entre los países de Oriente Medio se truncó en una aldea turca. Un hombre salió al encuentro de Pippa Bacca y la asesinó después de violarla. ¿Qué motivos llevaron a la joven a emprender un viaje así?
Sobrecogida por la historia, la escritora francesa Nathalie Léger (París, 1960) quiso indagar en ello diez años después y, tomando el simbolismo del vestido blanco como punto de partida, reconstruyó la historia. El fruto es su nueva novela 'El vestido blanco' (editorial Sexto Piso) y nos lo cuenta en primera persona desde París.
Una vez que empezó a investigar la historia de Pippa Bacca, en una de sus visitas a su madre se fijó en el cuadro de Sandro Botticcelli que había presidido el comedor de casa desde que era una niña: una mujer desnuda corre en el fondo por el bosque perseguida por un hombre a caballo y dos perros. En el primer plano de la pintura, esa mujer ya no huye, sino que está muerta, tirada boca abajo. Su asesino le saca las entrañas para dárselas de comer a los perros. El original fue un encargo de Lorenzo el Magnífico, como regalo de matrimonio para Giannozzo Pucci en 1483, y Botticcelli se inspiró en la historia de un joven rechazado por su amada contenida en el 'Decamerón' de Boccaccio.
La imagen, una reproducción en formato textil, de repente cobró un significado diferente para Nathalie e intuyó que la vida de su propia madre tenía una también una tragedia digna de ser contada. Durante años, su progenitora sufrió maltrato y abandono por parte de su marido, padre de Nathalie. A esto sumó el dolor de sentirse humillada cuando, en 1974, los tribunales la trataron de incompetente. La madre estaba deseosa de narrarle a su hija que pasó y lo hizo con su propia performance.
Sacó la carpeta en la que guardaba celosamente la documentación y rescató su vestido de novia. Con él puesto, empezó a hablar. "¿Para qué crees que escribes si no es para hacer justicia?", le pregunta la madre al principio del libro. Poco a poco, la autora fue aunando en una misma la violencia sufrida por ambas mujeres.
Nathalie Léger descubrió a Pippa Bacca cuando formaba parte de un jurado en una escuela de arte. Era la historia de una artista italiana de 33 años que, en un gesto artístico muy comprometido, quiso visibilizar vestida de blanco el sufrimiento de los países asolados por la guerra que iba atravesando en su ruta. "Me dije -nos explica- que este tema era para mí. Tengo que admitir que la frase 'es para mí' es a la vez una tontería y una verdad.
Tontería, porque es evidente que la vida de esta mujer no es para mí, porque no hay forma de apropiarse de la tragedia. Y una verdad porque solo podemos construir nuestra propia vida a partir de la vida de los demás. Cuando supe de esta artista italiana asesinada durante su performance, enseguida me propuse seguirla en el camino, entender lo que había querido hacer, comprender esta necesidad casi absurda de salvar el mundo, esta necesidad de enmendarse. Frente al crimen, quería acercarme a su soledad y a su obstinación".
Su idea no era indagar en el universo femenino. "La idea general de femenino no me interesa mucho. Me interesa el destino de cada mujer, es decir, de una mujer en particular. Su determinación, su coraje, sus lágrimas, su locura. Este es sin duda el vínculo entre mis tres libros, 'La exposición', 'Vida de Barbara Loden' y 'El vestido blanco'. No fue premeditado, sino una idea tardía que acaba tomando forma, casi a mi pesar, como una trilogía sobre otra mujer, mi madre, sobre su dolor, su melancolía, su sentimiento de abandono. Tardé tres libros en entender y decir esto, en decir que los escribía para ella, para salvarla".
Dice que recuerda sus vacilaciones y esfuerzos por superar el tedio y la vergüenza de hablar de sí misma. "Tres libros para llegar al final de una preocupación, para agotarla. Cada nuevo libro completando o desplazando lo que no se pudo decir en el anterior. A algunos escritores les gusta inventar una nueva forma, una nueva voz para cada libro. Admiro este virtuosismo, pero en realidad no me interesa. Me gusta la idea de obsesión, de repetición. Volver una y otra vez a un territorio muy pequeño, rumiar algunas ideas, esperar a que algo tome forma", detalla.
Por eso necesitó tres libros para decir más o menos lo que necesitaba sobre el sufrimiento de una mujer humillada y su coraje. "Una cosa es cierta: fue la historia de aquel vestido blanco la que me permitió completar el ciclo sobre mi madre. Cuando le leí el texto, mi madre me dijo, muy sencillamente, como aliviada: "Me has salvado". Murió dos meses después".
El vestido de novia de Pippa Bacca fue recuperado por un policía. Tenía 33 años y su nombre real era Giuseppina Pasqualino di Marineo. Era la tercera de cinco hermanos y fue educada por su madre, Elena Manzoni, con unos estándares de libertad y gusto por lo exótico poco comunes. "Yo misma siempre fui una fanática del hitchhiking (autostop)", declaró la madre en una entrevista. Entendía que era la forma de conocer gente y lugares.
Las jóvenes proyectaron su viaje un año antes. Se les ocurrió lo del vestido de novia como una manera de dramatizar el mensaje de paz. Atravesando los Balcanes, llegaron a Estambul solo dos semanas después de su partida, pero aún les faltaba Turquía, Siria, Líbano… El 31 de marzo, Pippa Bacca continuó su camino.
Se dirigía en dirección a Ankara y, después de detenerse a tomar algo en un restaurante de comida rápida, llegó a una estación de servicio. Fue la última que se la vio con vida. Después de 36 horas sin saber nada de ella, la familia avisó de inmediato a la cancillería italiana y después al cónsul italiano en Estambul.
Su asesino, Murat Karatas, un turco de 38, cometió la torpeza de llamar desde el móvil de Pippa. Trabajador itinerante y exconvicto por robo, Karatas confesó su crimen apenas fue apresado por la policía turca. Después de recoger a Bacca en la estación de servicio, la condujo a una zona apartada, la violó y, ante los esfuerzos de ella por resistirse, acabó estrangulándola. El vestido de novia que ella había usado hasta ese momento fue recuperado por la policía y devuelto a su familia en Italia.
Pippa Bacca arriesgó para que se escuchase su voz, que era la de la paz. Pero se convirtió en el rostro de la desgracia en un mundo dominado por hombres. La joven italiana confiaba ciegamente en la amabilidad humana y el prójimo y por eso quiso demostrar la existencia de la solidaridad natural y pura en este mundo.
Con 'El vestido blanco', Nathalie ha querido hacer justicia. Nos aclara, para finalizar la entrevista, que escritor y escribir son dos cosas muy distintas. "Ser escritor es una función social a menudo aburrida, a veces engorrosa. Escribir es otra cosa. Es recogimiento e inmersión. Pero yo no diría que escribir aporte nada. Escribir es la existencia misma, en toda su melancolía y efervescencia. Por difícil que sea, escribir simplemente hace que todo encaje en la vida".