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Ángeles Caso, recupera a 'Las olvidadas': "A mí se me ha menospreciado mucho como escritora"

  • La escritora rescata en sus obras la biografía de mujeres talentosas cuyo trabajó quedó relegado por su condición femenina

  • Analizamos con ella cómo habría cambiado la historia sin ese menosprecio y sin la renuncia obligada que se repite a lo largo de los siglos

  • "Nos ocurre a todas las que hemos tenido la osadía de entrar en un mundo dominado por los hombres e intentar cambiar las reglas"

Cuando Ángeles Caso (Gijón, 1959) se licenció en Historia del Arte en la Universidad de Oviedo hace un tiempo, demasiado para su gusto, se quedó con la sensación de que en el mundo del arte apenas habían existido las mujeres. Tan solo un pequeñísimo puñado habían sido rescatadas del olvido, como Luisa Roldán, escultora de cámara de Carlos II, o Artemisa Gentileschi, la "hija violada" del gran Orazio.

“Ellas -y muy pocas más- eran las únicas presencias femeninas, desvaídas y temblorosas, como pétalos marchitos de delicadas rosas de porcelana, en medio de un esplendoroso bosque lleno de hombres y más hombres pletóricos de talento, fuerza y creatividad", escribe en 'Las olvidadas', un libro que publicó hace casi dos décadas y hoy vuelve a nuestras manos de la mano de Penguin Random House porque sigue reivindicando el papel de la mujer en la historia, especialmente de aquellas que plantaron cara a la imposición social para crear y pensar un mundo mejor.

No es la única obra con la que Ángeles rompe el tabú del patriarcado en diferentes ámbitos de la vida. En 'Las desheredadas' rescata a figuras decisivas del siglo XVIII y XIX. Pintoras como Élisabeth Vigée Le Brun o Adélaïde Labille-Guiard; mujeres ilustradas como lady Mary Montagu o la duquesa de Osuna; científicas como la marquesa de Châtelet y Ada Lovelace; revolucionarias traicionadas como Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft; escritoras como Mary Shelley, las Brontë o Emilia Pardo Bazán; o las primeras feministas como Flora Tristán, Concepción Arenal o Rosario de Acuña.

Menos guerras y más sentido común

Escritora, traductora, periodista, editora, política y feminista, Ángeles Caso no deja de repetirse cómo habría cambiado el curso de la historia de la humanidad sin esa renuncia obligada, que se repite a lo largo de los siglos, de mujeres con mucho talento. “Me lo pregunto constantemente, y es algo que me indigna. Creo que todo habría sido muy diferente si nos hubiesen dejado ser coprotagonistas de la construcción de las sociedades. Pienso que tal vez habría habido menos guerras, menos sufrimiento, más sentido común…"

Investigar sobre ello y aportar su granito de arena para colocar a esas mujeres en el lugar que merecen empezó para Ángeles como una necesidad personal. “Yo estudié Historia, especializándome en Historia del Arte, y todo era muy androcéntrico. Echaba de menos a más mujeres en el relato, y empecé a leer e investigar por mi cuenta desde los años 80, cuando se empezaron a publicar en Estados Unidos los primeros resultados de la investigación de género. Con el tiempo, se ha convertido en un compromiso muy profundo con mi propio género", explica.

De todas las mujeres rescatadas, le resultaría difícil escoger una. “Me conmueve e indigna muchísimo lo que les sucedió a las mujeres que participaron en la Revolución Francesa. Lo hicieron creyendo que la libertad y los derechos de ciudadanía alcanzarían también a su sexo, pero fue lo contrario: la sociedad burguesa que se construyó a partir de ahí les negó la condición de sujetos políticos. A muchas, como Olympe de Gouges, las guillotinaron por haber alzado demasiado la voz".

Ella creaba y el hombre facturaba

En 'Las olvidadas' habla también de ese gran número de artistas obligadas a permanecer escondidas detrás de los nombres de sus padres, maridos o hermanos que, por otra parte, eran los que, además de firmar, cobraban. Hubo también muchas que triunfaron, pero acabaron siendo olvidadas por la historia o ninguneadas por los hombres que durante siglos han escrito la historia del arte, la literatura y la música. “Sus obras terminaron escondidas en las zonas más inaccesibles de las bibliotecas o encuadernadas bajo nombres masculinos, sus cuadros relegados a los sótanos o atribuidos durante siglos a hombres en las pinacotecas".

Llegar hasta a ellas ha supuesto para la escritora un proceso creativo larguísimo y constante. “Leo muchísimos trabajos de estudios de género, libros y artículos científicos. Es algo que hago continuamente, investigo, reflexiono… No solo para escribir un libro en concreto. Le dedico muchísimo tiempo de mi vida, por puro placer. Luego a veces lo convierto en libros, clases, conferencias, artículos, podcasts…"

No parece que con 'Las olvidadas' y 'Las desheredadas', Ángeles haya puesto punto final. ¿Cuántos logros, cuántas obras y cuántas biografías estarán aún en el olvido? “Es muy difícil saberlo -responde. La búsqueda de las mujeres borradas de la historia es un work in progress continuo. Todos los años hay algún descubrimiento, alguna revelación. Hablo de los trabajos de investigadores de todo el mundo occidental. El panorama cambia y se enriquece continuamente".

Le parece interesante que sus historias lleguen al público. “Como historiadora, creo que es muy importante porque estamos reestableciendo la verdad histórica. El relato androcéntrico que hemos recibido es acientífico. Como persona, como mujer, siento que es una cuestión de justicia". Y lo cree especialmente porque tiene la certeza de que, todavía hoy, hay mucho talento femenino relegado a un segundo plano". Y recurre a una frase de la historiadora Gerda Lerner que revalida su trabajo de investigación: “Una mujer cambia cuando descubre que tiene una historia". Y añade: “Creo que descubrir que nuestras antepasadas no son una enorme masa gris y amorfa, nos llena de autoestima".

Una corona de laurel sobre sus tumbas

La autora asturiana nos confiesa que se siente enormemente satisfecha por conseguir esa conexión intergeneracional. Considera que es su manera de depositar al menos una pequeña corona de laurel sobre esas tumbas casi siempre desconocidas.

“Realmente tengo la sensación de estar haciendo algo que merece la pena, que contribuye a cambiar la sociedad, aunque dicho así suene pretencioso. Pero es lo que percibo en la gente que sigue mi trabajo, un cambio en las mentalidades muy importante y al que tengo el privilegio de poder contribuir". Cumple con ello el deseo que expresó la poetisa griega Safo de Lesbos, décima musa para Platón: “Os aseguro que alguien se acordará de nosotras en el futuro".

Y a pesar de ello, está convencida de que aún queda un trabajo ingente por hacer. “El desprecio -dice- es una realidad que las mujeres vivimos de continuo. A mí, por ejemplo, se me ha menospreciado mucho como escritora. Ha habido muchos intentos de relegarme y minusvalorarme… Pero es algo que nos ocurre a todas las que hemos tenido la osadía de entrar en un mundo dominado por los hombres e intentar cambiar las reglas y los cánones. Así que lo llevo con orgullo y sin rendirme".