Hay clásicos del imaginario social que están ahí para resurgir cuando las redes lo consideran oportuno. El anuncio de Farala es uno de ellos. Hoy lo recuerda nuevamente el Twitter de @AnaHid46: "Farala, la chica nueva que empezó a trabajar en la oficina en junio de 1985, se jubila mañana".
La propia Ana reconoce que es un tuit para iniciados. "Algunos no lo entenderán", dice. Hidalgo nació en 1969, ha superado unos cuantos trasplantes renales, es una luchadora ("jamás me rindo"), se cuida y goza de una buena calidad de vida. Y como para tantos cincuentañeros, el anuncio de Farala funciona como una máquina del tiempo: el de los años 80, del acceso masivo a la universidad gracias a la reforma universitaria que promovió la creación de nuevas universidades y el notable incremento del número de becas, lo que se tradujo en un aumento de los estudiantes universitarios: por primera vez, más de un millón en 1990. Todos esos alumnos, que seguramente disfrutarían de la Expo de Sevilla y del éxitos de las Olimpiadas de Barcelona -los otros motores de renovación de la época-, se quedaron prendados de Farala. Y no era para menos.
Farala era una chica dinámica, empoderada, estilo ángel de Charly (otro clásico de las pantallas ochenteras) y, sobre todo, excepcional en ese momento donde la mujer aún era invisible en el mercado laboral. Perfumerías Gal, la empresa de productos cosméticos artífice de la colonia, logró un éxito de ventas. La fragancia, de hecho, aún puede comprarse, pero lo que verdaderamente recordamos en 2022 es el jingle, un 'cañón' musical que tiene su truco.
El éxito del anuncio de Farala va indisolublemente unido a su jingle, la melodía que articulaba todo el anuncio. José María Guzmán, alma de Cadillac, banda de pop-rock aún en activo, y de otra formación mítica -Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán- es el responsable de la canción, cuya primera frase (el famoso "Tenemos chica nueva en la oficina") ha logrado entrar en el Olimpo de la publicidad.
Además de su ritmo y de la interpretación de Guzmán, el secreto de que nos quedemos enganchados del jingle es la estructura de su letra. La música y la poesía son artes cercanas porque ambas trabajan creando ritmos. La primera estrofa de la canción ("Tenemos chica nueva en la oficina/que se llama Farala/y es divina") es una reformulación de un terceto clásico: tres versos, generalmente de 11 sílabas, que riman el primero con el tercero, mientras que el segundo queda libre.
No es un hecho aislado. Desde sus inicios, la publicidad se ha servido de los recursos literarios. Hay textos publicitarios que son pequeños poemas y que muy bien podrían incluirse en un libro de autoayuda: "Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, Mastercard" o "Volvo: el coche que cuida de ti como tú cuidas de los demás".
En este caso, el jingle de la colonia aporta menos poesía pero mucha más inspiración: cualquier mujer que veía a Farala quería ser Farala. En 2022, nuestra heroína se ha jubilado; sin embargo, el aroma "elegante, independiente, inteligente, sonriente y juvenil" de la mujer del anuncio nos sigue cautivando. Los años pasan, pero los estereotipos asociados al ideal femenino permanecen.