María del Mar Rodríguez, La Mari, se siente a sus 48 años en su mejor momento, en una fase de celebración y florecimiento, de sentirse completamente en paz consigo misma. Y se le nota. Quizás por eso ha decido volver a abrazarse a Chambao, el proyecto que comenzó en 2001 junto a los primos Casañ y que después capitanearía en solitario hasta que en 2018 decidió dejarlo en stand-by. Aunque eso signifique volver a explicar que no necesita explicarse: "Llevo 23 años en la música y nunca lo he dejado. Chambao soy yo", zanja, resignada a que siempre le pregunten por qué. Por eso ha publicado bajo ese nombre 'En la cresta del ahora', un regreso discográfico que define exactamente dónde se encuentra ahora mismo.
Y La Mari se encuentra en un lugar muy distinto a aquel en el que empezó todo. Cuando Chambao le pegó un buen revolcón a la tradición con su 'flamenco chill', un novedoso concepto que maridaba raíces y electrónica y al que iría añadiendo matices étnicos y variadas especias sonoras. Lejos también, aunque unida a ella ya para siempre, de La Mari que en 2005 recibió un diagnóstico de cáncer de mama como un navajazo inesperado pero que logró superar. La Mari, como ella misma nos cuenta en la azotea del madrileño 'Picalagartos' en la que nos atiende, son muchas María del Mar. Y también la suma del recorrido que han realizado todas ellas hasta llegar aquí y ahora.
¿Qué vamos a encontrar en 'La cresta del ahora'?
Son doce canciones nuevas, escritas y cantadas en primera persona. Historias personales que sirven para trazar un mapa de dónde me encuentro ahora mismo. He querido plasmar desde las letras a las melodías una forma de contar mi presente.
Llevas más de 20 años siendo Chambao. ¿Qué le dirías desde lo que sabes ahora a la Mari que empezó a cantar entonces?
Le diría 'nunca expliques quién es Chambao, porque te va a traer mucha cola'. Chambao soy yo. Mi casa es Chambao. Nací en Chambao y sigo en Chambao. Por tener que explicarlo he tenido grandes crisis de identidad. No sabía si ponerme como La Mari de Chambao, Chambao es la Mari o La Mari es de Chambao… jugando con las palabras, pero ya está.
¿En qué momento decidiste que te ibas a dedicar a la música?
La música ha estado en mi vida de forma natural. Desde la barriga de mi madre ya escuchaba su voz. A ella le gusta mucho cantar, la copla, el flamenco. A mi padre también. En mi casa siempre ha habido mucha música, palmas, cante, chascarillos... pero de una manera muy natural, como en cualquier otra casa. La música está en los hogares. Forma parte nuestra. Yo nunca tuve el anhelo de dedicarme a la música ni de ser cantante. He tenido otros trabajos, y nunca pensé que esto fuese mi trabajo. De hecho, me gusta más la palabra oficio, que es como muy antiguo. Cuando empecé con Chambao pasé a profesionalizarme y supe que quería dedicarme a esto.
¿Qué aprendiste del cáncer?
Tuve cáncer con 30 años y lo primero que me enseñó es que tener juventud no es síntoma de salud. No porque seas joven estás exento de enfermedades. Lo segundo que me enseñó fue que lo mejor para mí era mantener la calma. No añadir más estrés a la situación. Luego te va enseñando a tener gratitud. Yo me levanto todos los días y doy gracias por que estoy viva, por tener una coherencia entre lo que siento, pienso, digo y hago. Y es básicamente cuidarme. Cuidarme de pensamientos, de estrés, de qué cómo, de qué actividad física hago. Cuidarme de no estar insatisfecha y no sentir como que la vida me atropella. Me enseña a valorar que lo he contado, que lo puedo seguir contando y que esto es día a día. En todo momento, cuando naces eres propenso a morir. De eso va también ‘En la cresta del ahora’, de valorar el momento en el que estás.
¿Qué fue lo más difícil y lo más fácil de aquella época?
(Se lo piensa) Una vez que solventé lo más difícil, entonces fue lo más fácil (risas). Lo más difícil fue preguntarle a mi oncólogo si me iba a morir. Y me dijo "de otra cosa te morirás, de esto no. Es verdad que tu cáncer es muy agresivo y prematuro, pero tiene nombre y apellidos, está estudiado y sabemos qué fármaco darte". Aparte de esa pregunta, que me costó la vida hacerla, lo difícil era afrontar todo lo que me pasaba con 30 años.
Entonces me centré en la música y en seguir apoyando a mi familia para que no se cayeran. Al ser la pequeña de cuatro hermanos, soy como el último escaloncito de la familia. Que a una persona tan joven le digan que tiene cáncer remueve todo el sistema familiar. Otra cosa que me enseñó el cáncer fue a no ser solo la enferma. Yo soy muchas María del Mar. Y una de ellas me pedía que saliera del sofá y siguiera haciendo mi vida. Entonces recuperé la promo de ‘Pokito a poko’, que había salido poco antes, y empecé a girar, a cantar y hacer viajes. No te evade, porque el cáncer te acompaña todo el rato, pero la música te ayuda, es una terapia muy potente.
¿Qué le dirías a alguien que esté pasando por lo mismo que tú?
Es algo muy delicado. No soy muy amiga de dar consejos porque tener una enfermedad de cualquier tipo es un proceso muy personal e íntimo. Cada persona tiene sus momentos. Lo que sí podría dar como ejemplo es lo que yo hice: en la medida de lo posible descansar mucho y bien, comer lo más sano posible y algo más etéreo que es mantener el ánimo. La pregunta a lo mejor no es ‘Por qué me ha tocado tener cáncer’ sino ‘Qué me va a enseñar el cáncer a mí’.
¿Descubriste algo de ti misma que no sabías hasta entonces?
Yo con cada edad voy descubriendo cosas de mí misma. Uno no siempre es igual. Estamos en constante cambio. Lo más bonito que puedo hacer es conocerme, y permitirme el espacio de conocerme. Yo aprendo de equivocarme. Bendita sea la equivocación. Realmente soy muy básica: comer bien, dormir bien, tener el ánimo arribita y hacer ejercicio, creo que es mi base. A partir de ahí, es más bien un quitar. Yo a lo largo de la vida me voy quitando cosas que no van conmigo, creencias adquiridas de otra persona, hábitos…
¿Alguna cosa que te hayas quitado y que hayas echado de menos después?
No. Lo que me quitaba es que me sobraba. No se trata de restringir. No voy por mi camino siendo una militar rígida conmigo. El exceso de rigidez es dañino y el exceso de flexibilidad también.
¿Cómo describirías tu momento vital hoy, en septiembre de 2023?
Estoy en un momento de florecimiento. Muy tranquilita, a gusto conmigo. Esta mañana me he levantado, he mirado el disco, me he mirado al espejo y me he dicho ‘felicidades, María del Mar’, porque hace más o menos un año estaba hablando con Juan Medina de cómo crearlo, por dónde iba a ir el estilo, los músicos, por dónde íbamos a enfocarlo. Y hoy está aquí. Estoy en ese punto de celebración. Hoy me permito celebrar y tirar para adelante. Veo a personas, familias o amigos que están súper agobiados con el trabajo, y para mí trabajar es guay. Me mola. Dar con un trabajo que te guste es importante, que te siente bien y te deje algo. Pero es el trabajo. Luego hay más cosas. Tu familia, tus amigos, tus estudios, tu soledad personal… cosas que hoy en día celebro.
¿Qué tal llevas lo de cumplir años? ¿Lo celebras también?
Hombre, claro. El tiempo que pase, que yo le saludo.
¿Qué te dirías a ti misma dentro de 20 años?
Yo qué sé. No tengo ni idea. Probablemente, si para entonces estoy viva, me tendrá que decir ella a mí.
Un deseo para el futuro
Que sepas lo que es el presente. Que le des valor a lo que estás haciendo ahora mismo.
Los tres pilares sobre los que te sostienes ahora mismo
El descanso, la buena alimentación y hacer ejercicio. Y estas tres me llevan a tener claridad mental. Y a estar en la cresta del ahora.