Sergio Dalma: “Encuentro guapísimas a las mujeres con canas, la sociedad debe cambiar”

  • El cantante de ‘Solo para ti, ‘Galilea’ o ‘Bailar pegados’ celebra 35 años de carrera

  • Vuelve con ‘Sonríe porque estás en la foto’, un disco que recupera el sonido de los ochenta, pero revitalizado con seis productores jóvenes

  • Reivindica que la sociedad “tiene que ver las canas normal tanto en hombres como en mujeres”

Si hay alguien que en el imaginario colectivo de este país que es símbolo de unas canas bien puestas ese es Sergio Dalma. Quizá fuese en aquel ‘Bailar Pegados’ (“igual que baila el mar con los delfines”) de Eurovisión de 1991 la última vez que le vimos con el pelo completamente negro. Ahora, con 35 años de carrera a sus espaldas y el pelo casi completamente blanco, vuelve con ‘Sonríe porque estás en la foto’, un disco que recupera el sonido de los ochenta, pero revitalizado con seis productores jóvenes, con los que ha ido intercambiando entusiasmo por experiencia. O al revés.

“Uno no puedo combatir el que pasen los años. A veces te miras en el espejo y dices, ‘joe, cómo he envejecido’, pero me siento bien con mis arrugas y mis canas, es algo que siempre lo he tenido muy asumido y nunca he pretendido ir contra natura. Ni por mi aspecto ni a la hora de cantar”, explica Dalma a Uppers, sentado frente a un photocall con diferentes gestos de sí mismo que la discográfica acaba de colocar. Somos la primera entrevista de un largo día de promoción, que acabará con un íntimo concierto por la noche en el mismo pequeño escenario en el que estamos ahora.

Dalma, que congrega ya a tres generaciones de españolas en sus conciertos (la abuela, la madre y la hija) reivindica lo mismo que él disfruta para las mujeres. “Ves un hombre con canas y dices, ‘qué atractivo’, y ves una mujer y dices ‘ay’: ¡eso tiene que cambiar!. No hay que hacer distinciones. Por suerte cada vez hay más mujeres que se las dejan y les quedan muy bien. Las encuentro guapísimas con canas, la sociedad debe cambiar. El otro día vi a Laura Sánchez, la modelo, que se las había dejado y seguía igual de guapa pero con esa madurez. Eso es lo bonito, afrontar la vida así”, añade.

35 años de carrera: ¿a qué suena eso?

El primer pensamiento al oír eso es de mucha nostalgia y mucha velocidad. Todo ha pasado muy rápido, y eso que de vez en cuando me gusta mirar para atrás. Ahora tiendes a ralentizar un poco más, pero han pasado a toda velocidad.

¿Nostalgia?

Mucha nostalgia de aquellos principios, sí. Cuando empecé a los 16, con aquellas orquestas. Allí fue donde realmente me hice, en las orquestas y con aquellos singles para televisión a los 18. Cuando planteé en casa que quería dedicarte a la música profesionalmente hubo muy buena comunicación con mis padres. Lo aceptaron porque vieron que era muy vocacional y que me movía por dentro. Llegamos a un acuerdo de que seguiría estudiando, y empecé filología románica, pero luego ellos mismos se dieron cuenta de que era incompatible.

¿Sigues teniendo el mismo chute de ilusión?

Sí, la tengo como a los 18. Aunque es curioso, porque ahora tienes más experiencia y te da más seguridad, pero los nervios se han incrementado porque la responsabilidad pesa mucho. Uno dice: ‘toda esta gente ha comprado una entrada para verte, así que autoexígete muchísimo’. Pero esos nervios son necesarios, el día que desaparezcan será muy buena señal.

¿Ahora has colaborado con seis productores jóvenes

En ‘Sonríe porque estás en la foto’ he querido amasar las canciones en casa mucho más, yo solo en mi estudio. He querido recuperar el sonido de los 80, en el que me siento tremendamente cómodo porque empecé ahí. Y recuperar ese sonido con gente de ahora, con seis productores, es una mezcla bestial. Al final ha funcionado muy bien, como un puzzle en el que cada uno ha puesto su pieza y quien da la uniformidad es mi voz.

¿Una cosa que creas que les has dado a ellos y otra que ellos a ti?

Me han hecho quitar esos prejuicios y miedos de: ‘atrévete’. Y ha funcionado la combinación. He aprendido de ellos el arrojo. Cuando estás empezando vienes a comerte el mundo, vas a otra velocidad. Pero como están tan preparados y tienen las cosas tan claras, te dan un desparpajo extra, te contagias de ese entusiasmo. Ellos no sé de mí, decían que como llevaba tantos años estaban un poco nerviosos, así que supongo que andábamos todos aprendiendo muturamente. Intenté al menos que estuviésemos a gusto.

¿En la madurez uno hace más lo que le da la gana?

Te puedes permitir ser un poco más libre. Yo siempre he tenido mucha libertad, pero sí puedo elegir mejor. Y tengo más claro lo que no quiero hacer. Puedes ser un poco menos diplomático y más rebelde. Hay una canción en el disco que se llama ‘Luciérngas’ que dice, ‘ojalá fuésemos más niños y nos dijésemos todos la verdad’.

¿Sergio Dalma es más niño ahora?

Intento al menos no esconderme. Vengo de una generación que nos criamos en un colegio de curas y en aquel entonces llegabas a casa y te decían: ‘cuidado con el qué dirán’. Eso te marca mucho. Ahora ya no. Me lo he quitado de encima.

¿Qué le debes a la canción italiana?

Siempre me ha marcado mucho. Mi madre con el tocadiscos nos machacaba con Celentano y Cocciante… Y a mí me llamaban la atención mucho esas voces rotas. La forma de expresar me parecía muy nueva y diferente. Esas canciones potentísimas que empezaban muy graves y terminaban muy arriba y muy rotas. He tenido la oportunidad de trabajar con productores y cantantes italianos y empecé filología para hablarlo bien, y fui al Dante Alighieri y me dieron una beca para irme a Siena pero no pude ir, si puedo leo en italiano… pero siempre he tenido esa conexión. Siempre me ha encantado su modo de componer y, sobre todo, su melodía. Ojalá algunas de las que he cantado me las hubiesen escrito para mí, me sentía como cuando te pones una ropa y te sientes bien cómodo.

¿Y el reggaetón, qué?

Te choca, pero nos seguimos enamorando y desenamorándonos, la cosa no ha cambiado tanto. Solo que ahora en vez de como en la canción de Galileo lo hacen por Tinder y redes sociales (risas).

¿Qué le dirías al Sergio que cantaba ‘Bailar pegados’?

Tampoco he cambiado tanto. De hecho, sigo manteniendo esas canciones porque son mi esqueleto. Están muy pegadas a mí y nunca puedo dejar de cantarlas: ‘Bailar pegados’, ‘Solo para ti’, ‘Galileo’, ‘La vida empieza hoy’… El chico que cantó ese ‘bailar’ ha ido madurando y su voz también ha cambiado, pero también la sociedad en la que vive y su público.

A tus conciertos van tres generaciones

Esa es una suerte que tengo, que disfrute la abuela, la madre y la hija es un privilegio. Incluso ese novio que les acompaña y se ha acabado haciendo fan. Esa fidelidad siempre la he remarcado mucho.

¿Cómo se siente uno sabiendo que ha hecho enamorarse a mucha gente?

¡Yo me lavo las manos! (risas). Hay muchas personas que te dicen que conoció a su pareja o se enamoró de tal persona con tu música… Eso me gusta porque estoy en el día a día de la gente y es bonito. Luego ya, lo que pase, no me hago responsable.