Esta historia tiene dos polos: en uno, hay una carta (real) de un soldado (real) llamado Adrián (no se sabe de qué ejército, ni en qué guerra) que llegó a las manos de los de El último de la fila, quienes inmortalizaron las palabras del héroe caído (real) a su novia, Milagros. En el otro polo está Quimi Portet diciendo que en realidad se trataba de un vacile. “La escribí de cachondeo, para hacer una parodia de los cantautores trágicos y hacer reír a varios amigos". Pero entonces ¿a dónde van todas las lágrimas derramadas por Adrián y por su amada?
Hubo un tiempo en que los programas 'infantiles' eran vanguardia televisiva. También hubo un tiempo en el que Alaska era una agitadora. Ya no. Fue, en todo caso, en La Bola Cristal, que la mayoría de españoles conocieron por primera vez la historia de Adrián y su querida Milagros. El tema llamó la atención por el video en el que el dúo de Manolo García y Quimi Portet hacían de soldados en un campo de batalla escenificado en lo que parece ser un desguace. Serie B pero de la buena.
Se convirtió de inmediato en un éxito de los catalanes por su versionado low cost del mito del soldado caído que se despide de su amada. O su querida. La letra, sensiblera y salpicada de lugares comunes y frases hechas ("no puedo vivir sin tí", "solo me queda tu amor", "un sueño frío me anuncia que llega el fin") caló de inmediato en el imaginario colectivo y pronto corrió la voz sobre el 'alegato antibelicista' de El último de la fila. Nada de esto estaba en la mente de Portet, autor de la letra. "Nunca imaginé que la gente se la tomaría tan en serio -le dijo a la 'Rolling Stone'-, ni que lloraría con ella". Pero así fue.
Lo cierto es que el tema tuvo tanto tirón emocional -hay que tener en cuenta, por ejemplo, que acababa de aparecer el álbum de Dire Straits 'Brothers in arms', cuya canción homónima sí que tenía intención antibelicista inspirado en la reciente Guerra de las Malvinas que enfrentó a Inglaterra y Argentina, y que la 'canción protesta' estaba en su momento más mainstream- que el propio Portet tuvo que cambiar de chip y dejar de hacer el loco en entrevistas. "Cuando me di cuenta de los sentimientos que provocaba, se acabó la coña”, asegura. España, ya en las postrimerías de la Transición, no tenía guerras recientes que temer, pero igualmente hizo suya la tragedia (inventada) del soldado Adrián.
El último de la fila
Esta mañana al salir a patrullar,
Hallamos muerto al soldado Adrián
Como manda el reglamento procedimos a buscar
Los objetos que llevara
Sólo hallamos esta carta:
Querida Milagros, llevo seis días aquí
Te echo de menos, no puedo vivir sin ti
He visto las explosiones brillando a mi alrededor
Tengo miedo, no lo oculto, sólo me queda tu amor
Por ahora la suerte me ha sonreído;
Necesito verte, aquí no hay amigos;
No estaría de más que alguien me explicara,
Qué tiene esto que ver contigo y conmigo
Querida Milagros, queda tanto por vivir
Sería absurdo dejarse la piel aquí
Querida Milagros, aún no he podido dormir
Un sueño frío me anuncia que llega el fin
Cuando leas esta carta háblales a las estrellas,
Desde que he llegado aquí sólo he hablado con ellas
He visto a los hombres llorar como niños;
He visto a la muerte como un ave extraña,
Planear en silencio sobre los caminos,
Devorar a un sol que es tuyo y es mío
Querida Milagros, llevo seis días aquí
Te echo de menos, no puedo vivir sin ti
Querida Milagros, llevo seis días aquí
Muchos han muerto, casi todos morirán
Querida Milagros, me tengo que despedir
Siempre te quiere:
Tu soldado Adrián