Cuando el rock muera no dirá nada pero habrá señales. Una de ellas podría ser el cierre del Rock Palace, las salas de ensayo por las que pasaron desde Los Toreros Muertos a Enrique Morente, de Tomatito a los Trogloditas. Además de un montón de nombres desconocidos que se apilan en los mismos cimientos del rock. Si las paredes de las salas de ensayo hablaran contarían la cara B de la historia de la música. Acaso la mejor. No es romanticismo, es supervivencia del arte. O arte de la supervivencia. Así fue para el Rock Palace hasta ahora.
Ubicado en la calle Vara del Rey, en un eje mítico madrileño entre Embajadores, Delicias y Palos de la Frontera, el Rock Palace tenía hasta cinco salas de ensayo y una sala de conciertos que compartía con el Wurlitzer eso de ser un garito con aspecto de garito. Concesiones las justas. Si has estado alguna vez sabes de qué hablamos, conoces el olor de ese sudor pegado a esas paredes. Por allí pasaba todo Cristo que ponía la sandalia en Madrid. Y fue así durante casi tres décadas.
De la web del propio local: "Rock Palace abrió sus puertas en el año 95, fundado por Norah Findlay y Ricky. Componente de bandas de punk-rock como los Pleasure Fuckers, mítica banda con Kike Turmix a la cabeza o Sin City Fix y los Flystones, Norah convirtió al Rock Palace en una referencia obligada del Rock y el Punk en Madrid. En su momento constituyeron los primeros locales de ensayos de estas características en la ciudad y siempre han tenido un toque especial, probablemente debido a que Norah tomó como referencia negocios similares ya existentes en ciudades como Nueva York, L.A., ... ".
Luego de esa etapa inicial, en 2010 el Rock Palace pasó por varias manos, todas pegadas a "empresarios de la noche madrileña". Hasta que recaló en las de unos parroquianos, Andreu Montaner (de Los Trogloditas) y Juan Arnal: "la cogimos entre varios clientes para que no cerrara" dice este último El Español, donde también los últimos responsables recuerdan que todo iba bastante bien hasta la pandemia. Al parecer la cosa nunca remontó.
Para nadie es un secreto que el lugar de los antiguos garitos y salas de concierto lo ocupan ahora los macrofestivales y sus ofertas dolorosamente uniformes.
No vamos a acabar con una nota trágica. En realidad el rock no ha muerto ni seguirá muriendo. Es más, puede acompañarte a casa. Andreu y Juan han decidido poner a la venta todo el equipamiento de las salas de ensayos. Mesas Behringer a 100 pavos, baterías a 300, amplis Marshall y Fender, etc. En serio, para cuando leas esto dudamos que quede alguna cosa disponible. El fetiche también es parte del business, ya sabes.
Como sea, el Rock Palace se ha ido. Como está punto de irse el Sidecar, otro antro memorable, en Barcelona. Y las cosas no volverán a ser las mismas. Y no, no vamos a acabar con una nota trágica. All Things Must Pass. Pero conviene recordar entre el barullo de los macrofestivales y los Bernabéus de que se trata todo esto. O se trataba.