Está claro que el sonido tiene un papel importante en el miedo que producen ciertas escenas del cine de terror. El ejemplo más clásico es la música incidental que suena cuando Norman Bates apuñala en la ducha a Marion Crane en 'Psicosis': son como cuchilladas sonoras en el cerebro. Un efecto distinto, pero igualmente escalofriante, es el que producen las primeras notas del fragmento inicial de 'Carmina Burana', compuesta por el alemán Carl Orff en pleno auge del régimen nazi.
Por lo general, la música incidental en las películas de terror es angustiante porque se basa en la imitación de ritmos como los latidos acelerados o frecuencias que se corresponden con las de los gritos o el llanto. Pero hay música cuya relación con el horror es mucho más profunda y evocadora. En gran parte se debe a la propia cultura popular: el tema que abre 'Tubular bells' de Mike Oldfield no nos parecería ahora tan obra del demonio sino hubiera sido usado en esa escena de 'El Exorcista'.
En el caso de 'Carmina Burana' su relación con el miedo es bastante más compleja y tiene que ver con varios niveles de interpretación que de manera consciente o inconscientes, nos trasladan a un escenario de terror.
Para empezar, hay que puntualizar que hablamos básicamente del fragmento que abre y cierra la cantata, la sección llamada 'O fortuna' en la que un coro canta en latín medieval el lamento por un destino aciago. Empezamos bien. Pero es que en términos de narrativa musical se trata de una obra maestra del suspenso. Empieza la cosa muy arriba, con el coro a todo pulmón como si se abrieran las fuerzas del infierno. Enseguida pasamos a arrastrarnos a través de una frases 'susurradas' en un falso 'crescendo' que avanza y retrocede de manera exasperante y del que no se sabe cuando vamos a salir (con los pelos de punta). Entonces y ya casi por sorpresa, llega el esperado giro que repite el tema, pero un par de tonos más arriba, como si, en efecto, no hubiera salida, sino un recrudecimiento de las desdichas que se cantan. El final, por puesto, es una caída libre hacia el vacío. Pura épica del mal.
Más allá de los musical, hay otros aspectos de la obra y su contexto que resultan inquietantes.
"¡He visto al diablo!". En un documental titulado precisamente 'O fortuna' y dedicado a la controvertida figura de Carl Orff, la tercera de sus cuatro esposas, cuenta que el compositor a menudo se despertaba gritando esa inquietante frase. Orff, nacido en Munich en 1985, proveniente de una familia vinculada con el ejército alemán, había empezado a tocar el piano a los cinco años y a los 16 ya publicaba sus propias composiciones, casi siempre inspiradas en la poesía tradicional alemana. Durante su juventud compuso también música basada en los escritos de Nietzsche, hasta que su carrera se vió interrumpida por la Primera Guerra Mundial. Orff sirvió en el ejército, fue herido y sufrió con sus camaradas la humillante derrota a manos de la Triple Entente.
Con semejante currículum no es de extrañar que en el advenimiento del nazismo no fuera precisamente un 'opositor' del régimen -aunque después de la Segunda Guerra Mundial siempre intentaría hacer ver que estuvo en contra- e incluso acudió su llamado cuando este necesitó compositores.
Orff compuso 'Carmina Burana' en pleno mandato de Hitler y aunque el músico llegó a decir que los nazis la habían prohibido, lo cierto es que la adoraban. Pero no fue su única mentira. Tras la nueva derrota alemana, enfrentado al comité de desnazificación, Orff sostuvo que había cofundado un movimiento de resistencia junto a su amigo el profesor de filosofía Kurt Huber. En realidad, según la viuda de Hubert, ejecutado por los nazis, Orff no solo no participó del movimiento sino que se negó a ayudar a su amigo cuando fue detenido.
La culpa perseguiría al compositor el resto de su vida, como quedó reflejado en una carta que se encontró tras su muerte, dirigida a Hubert a quien pedía perdón.
Fue precisamente el profesor Hubert el que había hablado por primera a Orff de unos 'cantos goliardos' del s. XIII que habían sido hallados en un monasterio de la orden benedictina.
Los 'goliardos', para hacernos una idea, eran como los 'punks' de los monjes medievales. Conocidos como 'clérigos vagabundos' eran en su mayoría estudiantes o pícaros cuyas composiciones se burlaban de la Iglesia y de la propia fe a la vez que celebraban la vida festiva y licenciosa. Eran pues, 'ángeles caídos' en toda regla. De hecho el propio término 'goliardo' podría provenir del bajo latín 'gens Golias' o 'gente del demonio'.
Los cantos goliardos de los que le habló Hubert, agrupados bajo el nombre de 'Carmina Burana', impresionaron profundamente la imaginación de Orff y lo llevaron a componer la obra por la que aún hoy se le recuerda. Hay, de hecho, quien dice que no hay un día desde hace casi un siglo, en que no se interprete 'Carmina Burana' en algún lugar del mundo. Y el precio de semejante inmortalidad fue la traición de su amigo.
Aunque 'Carmina Burana' ha aparecido en varias películas -particularmente recordada es la secuencia de los caballeros en 'Excalibur- en realidad ha sido el uso en programas de televisión o anuncios publicitarios los que han posicionado la cantata de Orff como 'música de terror'. De ahí que instintivamente al escucharla muchos la relacionen con películas como 'La profecía', en la que no aparece, aunque la música de Jerry Goldsmith es claramente tributaria de Orff, o incluso 'El exorcista', en la que tampoco aparece.
Lo cierto es que ya sea por la supuesta filiación nazi de su autor, por el origen herético' de los poemas en los que se basa, o por la traición de Orff a su amigo Hubert, que une estos dos puntos, la cantata estará siempre 'maldita'. Gracias al dios de la música por eso.
Canto goliardo del s. XIII
O Fortuna
velut luna,
statu variabilis
semper crescis
aut decrescis
vita detestabilis
nunc obdurat
et tunc curat
ludo mentis aciem,
egestatem,
potestatem
dissolvit ut glaciem.
Sors immanis
et inanis,
rota tu volubilis,
status malus,
vana salus
semper dissolubilis,
obumbrata
et velata
michi quoque niteris;
nunc per ludum
dorsum nudum
fero tui sceleris.
Sors salutis
et virtutis
michi nunc contraria,
est affectus
et defectus
semper in angaria.
Hac in hora
sine mora
corde pulsum tangite;
quod per sortem
sternit fortem,
mecum omnes plangite!
Traducción
Oh Fortuna,
cambiante
como la Luna,
creciente
o menguante;
Vida detestable
que oprimes
o alivias
como un juego,
y al pobre
y al poderoso
derrites como al hielo.
Suerte monstruosa
y vacía,
tu rueda gira,
perversa,
la salud es frágil
siempre se difumina,
sombría
velada
también a mí me mortificas;
ahora en el juego
llevo mi espalda desnuda
por tu villanía.
La Suerte en la salud
y en la virtud
está contra mí,
me empuja
y me lastra,
siempre esclavizado.
En esta hora,
sin tardanza,
toca las cuerdas vibrantes,
porque la Suerte
derriba al fuerte,
llorad todos conmigo.