Hace cuatro años, Teo Cardalda y María Monsonís dejaron el chalé de Las Matas, a las afueras de Madrid, donde habían vivido décadas y se establecieron de nuevo en su tierra, Galicia. “La disculpa fue la pandemia”, explica Teo. “Teníamos una casa en Vigo a medio construir y la acabamos echando leches para poder instalarnos. Le pasó a mucha gente, que quiso escapar de las grandes ciudades en ese delicado momento y ha descubierto que en las pequeñas se vive muy bien”. Y añade María: “Tenemos el alma gallega. Siempre acariciamos la idea de volver. Necesitábamos esa libertad, el contacto con la naturaleza y el mar”.
Resultado de ese retorno a su patria chica es el último disco de Cómplices, el exitoso dúo de pop-rock que en 1987 formaron Teo Cardalda (exGolpes Bajos) y su pareja, María Monsonís. Su título, Terra, refleja esa renovada conexión con sus raíces. Y aunque nunca han dejado de hacer música, esta vez vuelven con ánimo de relanzar su trayectoria, después de años yendo por libre, sin mánager ni compañía discográfica, dejándose llevar por ese espíritu un tanto hippy que impregna su forma de ver el mundo.
“Siempre hemos tenido vocación de grabar —dice Teo—, pero no, hasta ahora, de profesionalizar otra vez nuestra carrera. Aunque tocábamos de vez en cuando, estábamos semirretirados. Es una profesión incómoda. Las condiciones contractuales de las nuevas figuras de la música son terribles”. Una conversación casual con el director de una compañía y distribuidora independiente deparó este ambicioso regreso. “Les llamó la atención que un grupo talludito que apenas tocaba tuviera casi un millón de oyentes mensuales en Spotify. Nos animaron a grabar, y poco a poco fuimos escribiendo canciones”, añade el cantante y multiinstrumentista.
Terra es un disco muy variado, en cuanto a sonidos y temáticas, o como dice Teo, “muy ecléctico, hemos hecho lo que nos apetecía, dentro siempre del estilo de Cómplices”. Tiende a las baladas —aunque arranca con la vigorosa “Llámame”— y combina en sus letras mensajes de amor y otros de contenido social. Ese tema que abre el álbum “es un canto de socorro”, añade Teo. “Tiene que ver con la mentira que vivimos. Tenemos una forma de comunicación maravillosa y hay más suicidios que nunca, más gente sola, más gente outsider”. Interviene ella: “La gente joven no se llama. A mis hijos les digo: ‘¡Pero llama!’, porque no usan el móvil para hablar”.
“Desátame de la Tierra” es una canción escapista en la que subrayan que “estamos viviendo una locura social mundial. El mundo siempre ha estado mal, pero este momento es especialmente peligroso”, dice Teo. María pone como ejemplo de esa demencia colectiva algo que les ha ocurrido media hora antes: “Nos pasó un coche, que salió del arcén con toda la jeta. Alguien que iba con nosotros comentó: ‘Habría que decirle algo’. Teo y yo nos miramos y dijimos: ‘Nosotros no’. Claro, te saca una pistola… Era un macarra. Eso no sucedía antes, ni de coña”. Incluso las diatribas más descarnadas las envuelven de dulzura y poesía.”Somos muy gallegos, melancólicos, muy sentidos con todo. El estar en Galicia nos da ese halo de todo mágico”.
En “Lo siento” es María quien lleva la voz principal, y no es casual. “Lo que quiero decir en esa canción es: no estés con alguien que no merece tu amor”, explica. “Aún hay muchas mujeres que están sufriendo al lado de hombres y no sé por qué. Hay que acabar con eso. No vale la pena estar con alguien en quien no puedes confiar y que en el fondo es un chulo. Es un tema feminista”. Asegura que la grabó en pijama a las cuatro de la mañana en el cuarto de baño. “Me levanté, y Teo, que estaba trabajando en el estudio, me dijo: ‘¿Por qué no te haces una toma?’. La hice, y quedó muy bien”.
El álbum incluye dos homenajes. “Soy payo”, en la que colaboran Josemi Carmona, Pablo Salinas y Juan Parrilla, destila admiración por los gitanos y el arte flamenco. “Vengo a decir: ‘Soy payo y lo que me gustaría es ser como tú”, describe Teo. “Es una declaración de amor al flamenco”. Un género que él conoce bien, ya que fue productor de Ray Heredia (de su mítico disco Quien no corre, vuela, de 1991, que incluía la preciosa “Alegría de vivir”), Ketama y Martirio y colaboró estrechamente con el sello Nuevos Medios, lanzadera del nuevo flamenco (y en el que grabó, por cierto, con Golpes Bajos). El otro tributo es a The Beatles en “John, Paul, George y Ringo”. “No pasan de moda”, añade.
En cuanto a las canciones de amor, como “Tú y yo”, resulta inevitable confrontarlas con su propia relación. Teo y María llevan 38 años juntos. “En una relación tan larga hay momentos buenísimos, momentos horribles… Por eso tenemos canciones de amor y de desamor”, dice él. “Es como una carrera: hay momentos bajos y momentos estupendos. No creo en la felicidad continua ni en la depresión continua. La vida es un largo camino. Estamos orgullosos de seguir juntos a estas alturas en un mundo cada vez menos fiel. Hay muy pocas parejas que duren tantos años. Nosotros… y Mick Jagger y Keith Richards”, dice entre risas.
Parte del secreto de su éxito sentimental está en asegurarse de que cada uno tiene su espacio. Teo, genio creativo, vive por y para la música. María, en cambio, tiene otras inquietudes, como el viajar a países donde necesitan ayuda. “¿Terremoto en India? Allá que me voy. ¿Tsunami en Vietnam? Me voy. ¿Problemas en África? Me voy. A África fui con una ONG porque necesitaban alguien que fuese como yo… [se ríe] divertida y que no tuviese miedo. Acabé con todas las mujeres de las tribus cantando y bailando. No solo había que enseñarles a canalizar el agua, sino a divertirse, que están ahí con los hombres machacadas”.
“El viajar te da vida, no permite la rutina”, prosigue. “Somos navegantes. El mar nos limpia. De repente tengo un día malo y le digo a Teo: ‘Vamos a navegar’. Y regresas a casa y eres otro ser. Siempre estamos juntos, y hacemos cosas juntos, pero de repente necesito esa parte, que he tenido siempre y que he vivido con mi madre, que era así. No puedo estar muchos meses sin moverme. El año que viene me llevo a Teo a Filipinas a vivir dos o tres meses. Viven dos hijos nuestros allí”.
La de Teo y María es una familia numerosa: tienen cinco hijos. Tres se dedican a la música: el mayor, Yago Moncar, de 35 años, hace pop. “Cambió su nombre para que nadie supiera que es hijo nuestro”, dice María. Baby Pantera (Antón), de 24, es reconocido productor de trap (antes trabajaba como diseñador). Otro dejó la abogacía para hacer música y ahora canta reggaetón. “Nos metíamos con él: ‘¿Reggatón? ¿Pero tú de qué vas?’. Pero lo hace muy bien”, dice María. Tercia Teo: “¡La madre que lo parió! Tampoco hemos insistido en que se dedicaran a la música. Por su cuenta han descubierto a los grandes grupos. El estudio era un lugar de reunión por donde pasaban muchos músicos”. “Yo iba embarazada al estudio”, apunta María.
Todos son varones excepto la pequeña, Maya, de origen indio. De hecho, Maya acompaña a sus padres en la entrevista y de tanto en tanto su padre le pide que haga alguna foto. La posibilidad de ser abuelos genera discrepancia en la pareja. “A mí me encantaría”, declara Teo. A María, no tanto: “Crié cinco hijos, ahora… para, para. Necesito más tiempo. Sé que los voy a querer mucho, me vuelven loca los bebés, pero con calma. Son muy jóvenes”. Precisamente el compaginar la crianza de cinco hijos con su carrera discográfica ha sido lo más duro de todos estos años para María. “Nunca nos íbamos fuera más de diez días”.
Parte esencial de este retorno de Cómplices son sus conciertos. En su opinión, las bandas que empezaron en los ochenta tienen ahora tanto tirón porque “sus canciones son inolvidables para toda una generación que reclama ese derecho al recuerdo. Son canciones con las que la gente ha vivido muchísimas experiencias”, barrunta Teo. Tanto es así, que, como desliza María, “en México hay muchos niños que se llaman Teo y María, y nos hace mogollón de gracia”. Forman parte del cartel del festival Locos por la Música del 26 de abril en el estadio Santiago Bernabéu, también de la gira Love The 90s (Madrid, Valencia y Barcelona) y recorrerán toda España y actuarán en Colombia. “Tocar en directo es lo que nos queda”, señala Teo. “Es la principal fuente de ingresos de las bandas, lo único rentable. No me apetece nada jubilarme”.