En el mundo de la música hay dos maneras de hacer las cosas: despacio y rápido. Son muchos los artistas que han buscado la perfección en el estudio, pasándose arduas horas grabando la misma toma una y otra vez, hasta dar con el resultado que consideraban adecuado al trigésimo primer intento. Y luego están aquellos que encuentran la versión definitiva a la primera, en un fugaz instante de inspiración y espontaneidad que probablemente se malograría si intentaran replicarlo diez minutos después.
Hoy día las canciones que encuentran su forma ideal en la primera toma son una 'rara avis'. Con la cantidad de herramientas que la tecnología pone a disposición de los músicos, es poco frecuente que se vayan a quedar con lo primero que les sale. Pero en los buenos tiempos del rock y el pop sí que era más normal que un grupo o solista capturara la esencia de una melodía al vuelo. Veamos cinco clásicos que la clavaron a la primera.
Los Beatles primigenios estaban acostumbrados a un ritmo de trabajo estajanovista, tanto que su primer disco, 'Please Please Me', lo grabaron en un solo día, el 11 de febrero de 1963, en tres turnos. La sesión costó 400 libras esterlinas, pero fueron quizás los 585 minutos más productivos de la historia de la música. Ya hacia el final de la jornada tocó acometer 'Twist and Shout,' versión de los Isley Brothers con John Lennon en la voz principal. Para entonces su garganta estaba ya severamente perjudicada, pero se tomó un par de pastillas para el resfriado, hizo unas gárgaras y procedió a destrozar lo que quedaba de sus cuerdas vocales. Lo que cantó Lennon es lo que se escucha en la versión del disco. Posiblemente la performance más cruda y proteínica de toda la historia del rock'n'roll.
Hay que remontarse a la noche de los tiempos para encontrar el origen de una balada tan popular como 'The House of the Rising Sun'. Hay quien la fecha en torno al siglo XVI, en la Francia de Luis XIV, otros apuntan a Inglaterra, pero para cuando llegó el turno de The Animals ya había sido versionada por Lead Belly, Woody Guthrie, Roy Acuff, Nina Simone o Bob Dylan, entre muchos otros. La visión de Eric Burdon y compañía, más cruda, emocional y orientada al rock, las superaba a todas. Cuando se metieron al estudio a grabarla ya venían fogueados de tocarla noche tras noche como teloneros de Chuck Berry, así que les salió del tirón. "Preparamos el equilibrio, tocamos algunos compases para el ingeniero, era mono sin sobregrabaciones, y solo hicimos una toma", explicaba el batería John Steel. Llegó al número uno tanto en Inglaterra como en EUU.
“Me gusta pensar en ‘Sister Ray’ como una travesti traficante de cocaína. Va de un grupo de drag queens que se llevan a algunos marineros a casa, se drogan y tienen una orgía cuando aparece la policía”, así resumía Lou Reed la pieza más salvaje jamás grabada por The Velvet Underground, lo que ya tiene mérito. Son 17 minutos y medio de pura improvisación y anarquía, en el que cada uno de los integrantes de la banda neoyorquina tenía permiso para experimentar como quisiera sobre una progresión interminable de tres acordes. Gary Kellgren, quien fuera ingeniero de sonido en el álbum 'White Light/ White Heat', abandonó espantado la sesión. “‘Lo voy a dejar grabando y después me voy a ir. Cuando terminéis, venid a buscarme’”, cuenta que les dijo.
En 1968 Frank Sinatra tenía 53 años y sentía que su carrera había llegado a un callejón sin salida, cercado tanto por la popularidad de los nuevos ídolos juveniles y el rock'n'roll como por sus propios problema personales. Entonces Paul Anka le presentó su adaptación de una melancólica canción francesa, 'Comme d'habitude', que había escuchado durante un viaje a París. Con el propio Sinatra en mente, la nueva letra hablaba de un hombre que echaba la vista atrás para despedirse por todo lo alto. 'La voz' grabó 'My way' en una sola toma el 30 de diciembre de ese año, haciéndola completamente suya. El tema terminaría convirtiéndose en uno de los más emblemáticos de su trayectoria, consiguiendo el récord de 75 semanas de permanencia en las listas de Reino Unido, y le quitó de la cabeza a Sinatra la idea de retirarse.
Hay canciones que no solo cambian la trayectoria de un grupo, sino el propio curso de la historia. 'Losing My Religion' es una de ellas. En 1991 convirtió a R.E.M., que había sido el grupo de culto por excelencia de los 80, en unos superventas globales, pero sobre todo abrió la puerta para que el rock alternativo traspasara la barrera del mainstream. Y lo hizo unos meses antes del gran campanazo de Nirvana. Todo gracias a un imaginativo riff de mandolina que Peter Buck descubrió por casualidad mientras trasteaba con el instrumento que acababa de comprarse. Michael Stipe pergeñó una letra sobre amores no correspondidos y atracciones obsesivas, y grabó la parte vocal en una sola toma. Después decidió el título. "Algunas personas todavía piensan que es una canción sobre religión; no lo es. Es sólo una canción sobre estar enamorado", explicaría el cantante.